1 Tesalonicenses 2:5–8
5 Porque como saben, nunca fuimos1 a ustedes con palabras lisonjeras, ni con pretexto para sacar provechoa. Dios es testigob.
6 Tampoco buscamos gloria de los hombresa, ni de ustedes ni de otros, aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido imponer nuestra autoridad1b.
7 Más bien demostramos ser1 benignos2a entre3 ustedes, como una madre que cría con ternura a sus propios hijosb.
8 Teniendo así un gran afecto por ustedes, nos hemos complacido en impartirlesa no solo el evangelio de Diosb, sino también nuestras propias vidas1, pues llegaron a ser muy amados para nosotros.