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1º Samuel 26:9–23

9 Pero David dijo a Abisai: «No lo mates, pues, ¿quién puede extender su mano contra el ungido del Señor y quedar sin castigoa?».

10 Dijo también David: «Vive el Señor, que ciertamente el Señor lo heriráa, o llegará el día en que muerab, o descenderá a la batalla y perecerác.

11 »No permita el Señor que yo extienda mi mano contra el ungido del Señor; pero ahora, te ruego, toma la lanza que está a su cabecera y la vasija de agua, y vámonosa».

12 Tomó, pues, David la lanza y la vasija de agua de junto a la cabecera de Saúl, y se fueron. Pero nadie lo vio ni lo supo, tampoco nadie se despertó, pues todos estaban dormidos, ya que un sueño profundo de parte del Señor había caído sobre ellosa.

13 David pasó al otro lado y se colocó en la cima del monte a cierta distancia, con un gran espacio entre ellos.

14 Entonces David dio voces al pueblo y a Abner, hijo de Ner y le preguntó: «¿No responderás, Abner?». Entonces Abner respondió: «¿Quién eres tú que llamas al rey?»

15 Y David dijo a Abner: «¿No eres tú un hombre? ¿Quién es como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has protegido a tu señor el rey? Porque uno del pueblo vino para matar a tu señor el rey.

16 »Esto que has hecho no es bueno. Vive el Señor, todos ustedes ciertamente deberían morir1a, porque no protegieron a su señor, el ungido del Señor. Y ahora, mira dónde está la lanza del rey y la vasija de agua que estaba a su cabecera».

17 Entonces Saúl reconoció la voz de David y dijo: «¿Es esta tu voz, David, hijo míoa?». Y David respondió: «Mi voz es, mi señor el rey»

18 También dijo: «¿Por qué persigue mi señor a su siervo? ¿Pues qué he hecho? ¿Qué maldad hay en mi manoa?

19 »Ahora pues, ruego a mi señor el rey que escuche las palabras de su siervo. Si el Señor lo ha movido a usted contra mía, que Él acepte1 una ofrendab, pero si son hombres2, malditos sean delante del Señorc, porque me han expulsado hoy para que yo no tenga parte en la heredad del Señor, y me dicen: “Ve, sirve a otros diosesd”.

20 »Ahora pues, no caiga mi sangre a tierra, lejos de la presencia del Señor; porque el rey de Israel ha salido en busca de una pulgaa, como quien va a la caza de una perdiz en los montes».

21 Saúl dijo: «He pecadoa. Vuelve, David, hijo mío, porque no volveré a hacerte daño pues mi vida fue muy estimada en tus ojos hoy. Yo he actuado neciamente y he cometido un grave error»

22 David respondió: «Aquí está la lanza del rey. Que pase acá uno de los jóvenes y la recoja.

23 »El Señor pagará a cada uno según su justicia y su fidelidada; pues el Señor lo entregó hoy en mi mano, pero yo no quise extender mi mano contra el ungido del Señorb.

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