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1 Juan 3:1–10

3 Miren cuán gran amor1 nos ha otorgado el Padrea: que seamos llamados hijos de Diosb. Y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a Élc.

2 Amadosa, ahora somos hijos de Diosb y aún no se ha manifestado lo que habremos de serc. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste1d, seremos semejantes a Éle, porque lo veremos como Él esf.

3 Y todo el que tiene esta esperanza puesta en Éla, se purifica, así como Él es purob.

4 Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley1, pues2 el pecado es infracción de la ley1a.

5 Ustedes saben que Cristo se manifestóa a fin de quitar los1 pecadosb, y en Él no hay pecadoc.

6 Todo el que permanece en Él, no pecaa. Todo el que peca, ni lo ha visto ni lo ha conocidob.

7 Hijos míos1a, que nadie los engañeb. El que practica la justicia es justoc, así como Él es justo.

8 El que practica el pecado es del diabloa, porque el diablo ha pecado1 desde el principio. El Hijo de Diosb se manifestó con este propósitoc: para destruir2 las obras del diablod.

9 Ninguno que es nacido de Diosa practica1 el pecadob, porque la simiente de Dios2 permanece en él. No puede pecar, porque es nacido de Dios.

10 En esto se reconocen1 los hijos de Diosa y los hijos del diablob: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no amac a su hermanod.

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