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1 Corintios 9:1–18

9 ¿No soy librea? ¿No soy apóstolb? ¿No he visto a Jesús nuestro Señorc? ¿No son ustedes mi obra en el Señord?

2 Si para otros no soy apóstol, por lo menos para ustedes sí lo soy; pues ustedes son el selloa de mi apostoladob en el Señor.

3 Mi defensa contra1 los que me examinan es esta:

4 ¿Acaso no1 tenemos derecho a comer y bebera?

5 ¿No1 tenemos derecho a llevar con nosotros una esposa creyente2a, así como los demás apóstoles y los hermanos del Señorb y Cefas3c?

6 ¿O acaso solo Bernabéa y yo1 no tenemos el derecho a no trabajar?

7 ¿Quién ha servido alguna vez como soldadoa a sus propias expensas? ¿Quién planta una viña y no come de su frutob? ¿O quién cuida un rebaño y no bebe1 de la leche del rebaño?

8 ¿Acaso digo esto según el juicio humano1a? ¿No dice también la ley esto mismo?

9 Pues en la ley de Moisés está escrito: «No pondrás bozal al buey cuando trillaa». ¿Acaso le preocupan a Dios los bueyesb?

10 ¿O lo dice especialmente por nosotros? Sí, se escribió por nosotrosa, porque el que ara debe arar con esperanza, y el que trilla debe trillar con la esperanza de recibir de la cosechab.

11 Si en ustedes sembramos lo espiritual, ¿será demasiado que de ustedes cosechemos lo materiala?

12 Si otros tienen este derecho sobre ustedes, ¿no lo tenemos aún más nosotros? Sin embargo, no hemos usado este derechoa, sino que sufrimos todo para no causar estorbob al evangelio de Cristoc.

13 ¿No sabena que los que desempeñan los servicios sagrados comen la comida del templo, y los que regularmente sirven al altar, del altar reciben su parteb?

14 Así también ordenó el Señor que los que proclaman el evangelioa, vivan del evangeliob.

15 Pero yo de nada de esto me he aprovechado1a. Y no escribo esto para que así se haga conmigo. Porque mejor me fuera morir, que permitir que alguien me prive de esta gloria2b.

16 Porque si predico el evangelio, no tengo nada de qué gloriarme, pues estoy bajo el debera de hacerlo. Pues ¡ay de mí si no predico el evangeliob!

17 Porque si hago esto voluntariamente, tengo recompensaa; pero si lo hago en contra de mi voluntad, un encargob se me ha confiado.

18 ¿Cuál es, entonces, mi recompensaa? Que al predicar el evangelio, pueda ofrecerlo1 gratuitamenteb sin hacer pleno uso de mi derechoc como predicador del evangelio.

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