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Proverbios 3–13

Capitulo 3

Exhortación a la sabiduría

Hijo mío, no te olvides de mi enseñanza1a,

y tu corazón guarde mis mandamientosb,

2 porque largura de días y años de vidaa

y paz te añadirán.

3 La misericordia y la verdad nunca se aparten de tia;

átalas a tu cuellob,

escríbelas en la tabla de tu corazónc.

4 Así hallarás favor y buena estimacióna

ante los ojos de Dios y de los hombresb.

5 Confía en el Señora con todo tu corazón,

y no te apoyes en tu propio entendimientob.

6 Reconócelea en todos tus caminos,

y Él enderezará tus sendasb.

7 No seas sabio a tus propios ojosa,

teme al Señor y apártate del malb.

8 Será medicina para tu cuerpo1a

y refrigerio para tus huesosb.

9 Honra al Señor con tus bienesa

y con las primicias de todos tus frutosb;

10 entonces tus graneros se llenarán con abundanciaa

y tus lagares rebosarán de mostob.

11 Hijo mío, no rechaces la disciplina1 del Señor

ni aborrezcas su reprensióna,

12 porque el Señor a quien ama reprendea,

como un padre al hijob en quien se deleita.

Beneficios de la sabiduría

13 Bienaventuradoa el hombre que halla sabiduría

y el hombre que adquiere entendimiento;

14 porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata,

y sus utilidades mejor que el oro finoa.

15 Es más preciosa que las joyas1,

y nada de lo que deseas se compara con ellaa.

16 Larga vida1a hay en su mano derecha,

en su mano izquierda, riquezas y honrab.

17 Sus caminos son caminos agradables

y todas sus sendas, paza.

18 Es árbol de vidaa para los que de ella echan mano,

y felices son los que la abrazan.

19 Con sabiduría fundó el Señor la tierraa,

con inteligencia estableció los cielosb.

20 Con su conocimiento los abismos fueron divididosa

y los cielos destilan rocíob.

21 Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojosa,

guarda la prudencia1 y la discreción,

22 y serán vidaa para tu alma,

y adorno para tu cuellob.

23 Entonces andarás con seguridad por tu caminoa,

y no tropezará tu pieb.

24 Cuando te acuestes no tendrás temora,

sí, te acostarás y será dulce tu sueño.

25 No temerás el pavor repentinoa,

ni el ataque1 de los impíos cuando vengab,

26 porque el Señor será tu confianza1,

y guardará tu piea de ser apresado.

¶27 No niegues el bien a quien se le debe1a,

cuando esté en tu mano el hacerlo.

28 No digas a tu prójimo: Ve y vuelve,

y mañana te lo daré,

cuando lo tienes contigoa.

29 No trames el mala contra tu prójimo,

mientras habite seguro a tu lado.

30 No contiendas con nadie sin motivo,

si no te ha hecho dañoa.

31 No envidies al hombre violentoa,

y no escojas ninguno de sus caminos;

32 porque el hombre perverso es abominación para el Señora;

pero Él es amigo íntimo1b de los rectos.

33 La maldición del Señora está sobre la casa del impío,

pero Él bendice la morada del justob.

34 Ciertamente Él se burla de los burladores,

pero da gracia a los afligidosa.

35 El sabio heredará honraa,

pero los necios hacen resaltar1 su deshonra.

Capitulo 4

Instrucciones de un padre

Oíd, hijos, la instrucción de un padrea,

y prestad atención para que ganéis1 entendimientob,

2 porque os doy buena enseñanzaa;

no abandonéis mi instrucción1b.

3 También yo fui hijo para mi padre,

tiernoa y únicob a los ojos de mi madre,

4 y él me enseñaba y me decíaa:

Retenga tu corazón mis palabrasb,

guarda mis mandamientos y vivirásc.

5 Adquiere sabiduría, adquiere inteligenciaa;

no te olvides ni te apartes de las palabras de mi boca.

6 No la abandones y ella velará sobre ti,

ámalaa y ella te protegerá.

7 Lo principala es la sabiduría1; adquiere sabiduríab,

y con todo lo que obtengas adquiere inteligencia.

8 Estímala, y ella te ensalzará;

ella te honrará si tú la abrazasa;

9 guirnalda de gracia pondrá en tu cabezaa,

corona de hermosura te entregará.

¶10 Oye, hijo mío, recibe mis palabrasa,

y muchos serán los años de tu vidab.

11 Por el camino de la sabiduría te he conducido,

por sendas de rectitud te he guiadoa.

12 Cuando andes, tus pasos no serán obstruidosa,

y si corres, no tropezarásb.

13 Aférratea a la instrucción, no la sueltes;

guárdala, porque ella es tu vidab.

14 No entres en la senda de los impíos,

ni vayas por el camino de los malvadosa.

15 Evítalo, no pases por él;

apártate de él y pasa adelante.

16 Porque ellos no duermen a menos que hagan el mala,

y pierden el sueño1 si no han hecho caer a alguno.

17 Porque comen pan de maldada,

y beben vino de violencia.

18 Mas la senda de los justosa es como la luz de la aurorab,

que va aumentando en resplandorc hasta que es pleno díad.

19 El camino de los impíos es como las tinieblasa,

no saben en qué tropiezan1b.

¶20 Hijo mío, presta atención a mis palabrasa,

inclina tu oído a mis razonesb;

21 que no se aparten de tus ojosa,

guárdalas en medio de tu corazónb.

22 Porque son vidaa para los que las hallan,

y salud para todo su cuerpob.

23 Con toda diligencia1 guarda tu corazón,

porque de él brotan los manantiales de la vidaa.

24 Aparta de ti la boca perversaa,

y aleja de ti los labios falsosb.

25 Miren tus ojos hacia adelante,

y fíjese tu mirada1 en lo que está frente a ti.

26 Fíjate en el sendero de tus piesa,

y todos tus caminos serán establecidosb.

27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierdaa;

aparta tu pie del malb.

Capitulo 5

Advertencias sobre la mujer extraña

Hijo mío, presta atencióna a mi sabiduría,

inclina tu oídob a mi prudencia,

2 para que guardes la discrecióna,

y tus labios conserven el conocimientob.

3 Porque los labios de la extrañaa destilan mielb,

y su lengua1 es más suave que el aceitec;

4 pero al final es amarga como el ajenjoa,

aguda como espada de dos filosb.

5 Sus pies descienden a la muerte,

sus pasos solo logran el Seola.

6 No considera1 la senda de la vidaa;

sus senderos son inestablesb, y no lo sabec.

¶7 Ahora pues, hijos míos, escuchadme,

y no os apartéisa de las palabras de mi bocab.

8 Aleja de ella tu caminoa,

y no te acerques a la puerta de su casab;

9 no sea que des tu vigor a otros

y tus años al cruel;

10 no sea que se sacien los extraños de tus bienes1,

y tu esfuerzo vaya a casa del extranjero;

11 y al final te lamentes,

cuando tu carne y tu cuerpo se hayan consumido,

12 y digas: ¡Cómo he aborrecido la instruccióna,

y mi corazón ha despreciado la correcciónb!

13 No he escuchado la voz de mis maestros,

ni he inclinado mi oído a mis instructoresa.

14 He estado a punto de completa ruina

en medio de la asamblea y la congregación.

¶15 Bebe agua de tu cisterna

y agua fresca1 de tu pozo.

16 ¿Se derramarán por fuera tus manantialesa,

tus arroyos de aguas por las calles?

17 Sean para ti solo,

y no para los extraños contigo.

18 Sea bendita tu fuentea,

y regocíjateb con la mujer de tu juventudc,

19 amante cierva y graciosa gacelaa;

que sus senos te satisfagan en todo tiempo,

su amor te embriague para siempre.

20 ¿Por qué has de embriagarte, hijo mío, con una extrañaa,

y abrazar el seno de una desconocida1b?

21 Pues los caminos del hombre están delante de los ojos del Señora,

y Él observa todos sus senderosb.

22 De sus propias iniquidades será presa el impío,

y en los lazos de su pecado quedará atrapadoa.

23 Morirá por falta de instruccióna,

y por su mucha necedad perecerá.

Capitulo 6

Advertencias al fiador y al perezoso

Hijo mío, si has salido fiador por tu prójimo,

si has dado promesa a1 un extrañoa,

2 si te has enredado con las palabras de tu boca,

si con las palabras de tu boca has sido atrapado,

3 haz esto ahora, hijo mío, y líbrate,

ya que has caído en la mano1 de tu prójimo:

ve, humíllate e importuna a tu prójimo;

4 no des sueño a tus ojos

ni adormecimiento a tus párpadosa;

5 líbrate como la gacela de la mano del cazador,

y como ave de la mano del que cazaa.

¶6 Ve, mira la hormigaa, perezosob,

observa sus caminos, y sé sabio.

7 La cual sin tener jefe,

ni oficial ni señora,

8 prepara en el verano su alimentoa,

y recoge en la cosecha su sustento.

9 ¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado?

¿Cuándo te levantarás de tu sueño?

10 aUn poco de dormir, un poco de dormitar,

un poco de cruzar las manos para descansar,

11 y vendrá como vagabundo1 tu pobreza,

y tu necesidad como un hombre armado2.

¶12 La persona indignaa, el hombre inicuo,

es el que anda con boca perversab,

13 el que guiña los ojosa, el que hace señas1 con los pies,

el que señala2 con los dedos,

14 el que con perversidad en su corazóna, continuamente trama el malb,

el que siembra1 discordiac.

15 Por tanto su desgracia vendrá de repentea;

al instante será quebrantadob, y no habrá remedioc.

Las siete abominaciones

16 Seis cosas hay que odia el Señor,

y siete son abominación para Él1:

17 ojos soberbiosa, lengua mentirosab,

manos que derraman sangre inocentec,

18 un corazón que maquina planes perversosa,

pies que corren rápidamente hacia el malb,

19 un testigo falso que dice1 mentirasa,

y el que siembra2 discordiab entre hermanos.

Advertencia contra el adulterio

20 Hijo mío, guarda el mandamiento de tu padre,

y no abandones la enseñanza1 de tu madrea;

21 átalos de continuo en tu corazón,

enlázalos a tu cuelloa.

22 Cuando andesa, te guiarán1;

cuando duermas, velarán por ti2;

y al despertarte, hablarán contigo3.

23 Porque el mandamiento es lámparaa, y la enseñanza1 luz,

y camino de vida las reprensiones de la instrucción,

24 para librarte de la mujer mala,

de la lengua suave de la desconocida1a.

25 No codicies su hermosura en tu corazóna,

ni dejes que te cautive con sus párpadosb.

26 Porque por causa de una ramera uno es reducido a un pedazo de pana,

pero la adúltera1 anda a la caza de la vida preciosab.

27 ¿Puede un hombre poner1 fuego en su seno

sin que arda su ropa?

28 ¿O puede caminar un hombre sobre carbones encendidos

sin que se quemen sus pies?

29 Así es el que se llega a la mujer de su prójimoa;

cualquiera que la toque no quedará sin castigo1b.

30 No se desprecia al ladrón si roba

para saciarse1a cuando tiene hambre2;

31 mas cuando es sorprendido, paga siete veces;

tiene que dar todos los bienes1 de su casaa.

32 Él que comete adulterio1 no tiene entendimiento2a;

destruye su alma el que lo haceb.

33 Heridas y vergüenza hallará,

y su afrenta no se borrará.

34 Porque los celos enfurecen al1 hombrea,

y no perdonará en el día de la venganzab.

35 No aceptará ningún rescate1,

ni se dará por satisfecho2 aunque le des muchos presentes3.

Capitulo 7

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