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Mateo 18–19

Capitulo 18

El mayor en el reino de los cielos

aEn aquel momento1 se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Quién es, entonces, el mayor en el reino de los cielos?

2 Y Él, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos,

3 y dijo: En verdad os digo que si no os convertís1 y os hacéis como niñosa, no entraréis en el reino de los cielos.

Así pues, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos.

Y el que reciba a un niño como este1 en mi nombre, a me recibe.

Pero al quea haga tropezar1 a uno de estos pequeñitos que creen en b, mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar.

¡Ay de los que son piedras de tropiezo!

7 ¡Ay del mundo por sus piedras de tropiezo! Porque es inevitable que vengan piedras de tropiezoa; pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!

Y si tu mano o tu pie te es ocasión de pecar1, córtatelo y échalo de ti; te es mejor entrar en la vida manco o cojo, que teniendo dos manos y dos pies, ser echado en el fuego eternoa.

Y si tu ojo te es ocasión de pecar1, arráncatelo y échalo de ti. Te es mejor entrar en la vida con un solo ojo, que teniendo dos ojos, ser echado en el infierno2 de fuegoa.

10 Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeñitos, porque os digo que sus ángeles en los cielos contemplan siempre el rostro de mi Padrea que está en los cielos.

11 1Porque el Hijo del Hombre ha venido a salvar lo que se había perdidoa.

Parábola de la oveja perdida

12 ¿Qué os parece? aSi un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de la descarriada?

13 Y si sucede que la halla, en verdad os digo que se regocija más por esta que por las noventa y nueve que no se han descarriado.

14 Así, no es la voluntad de1 vuestro Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos.

Sobre la exhortación y la oración

15 Y si tu hermano peca1a, ve y repréndelo a solas2; si te escucha, has ganado a tu hermano.

16 Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más, para que toda palabra sea confirmada por boca de dos o tres testigosa.

17 Y si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesiaa; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentilb y el recaudador de impuesto1.

18 En verdad os digo: todo lo que atéis1 en la tierra, será2 atado en el cielo; y todo lo que desatéis3 en la tierra, será2 desatado en el cieloa.

19 Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por1 mi Padrea que está en los cielos.

20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellosa.

Importancia del perdón

21 Entonces se le acercó Pedro, y le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mía que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete vecesb?

22 Jesús le dijo*: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces sietea.

Parábola de los dos deudores

23 Por eso, el reino de los cielosa puede compararse1 a cierto2 rey que quiso ajustar cuentas con sus siervosb.

24 Y al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos1.

25 Pero no teniendo él con qué pagara, su señor ordenó que lo vendieranb, junto con su mujer e hijos y todo cuanto poseía, y que se le pagara la deuda.

26 Entonces el siervo cayó postrado ante éla, diciendo: «Ten paciencia conmigo y todo te lo pagaré».

27 Y el señor de aquel siervo tuvo compasión, y lo soltó y le perdonó la deudaa.

28 Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía cien denarios1, y echándole mano, lo ahogaba, diciendo: «Paga lo que debes».

29 Entonces su consiervo, cayendo a sus pies, le suplicaba, diciendo: «Ten paciencia conmigo y te pagaré».

30 Sin embargo, él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

31 Así que cuando vieron sus consiervos lo que había pasado, se entristecieron mucho, y fueron y contaron a su señor todo lo que había sucedido.

32 Entonces, llamándolo su señor, le dijo*: «Siervo malvado, te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste.

33 »¿No deberías también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de tia?».

34 Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía.

35 Así también mi Padre celestial hará con vosotrosa, si no perdonáis de corazón1 cada uno a su hermano.

Capitulo 19

Jesús en Judea

Y aconteció que cuando Jesús terminó estas palabrasa, partió de Galilea y se bfue a la región de Judea, al otro lado del Jordán;

2 y le siguieron grandes multitudes, y los sanó allía.

Enseñanza de Jesús sobre el divorcio

3 Y se acercaron a Él algunos fariseos para probarle, diciendo: ¿Es lícito a un hombre divorciarse de1 su mujera por cualquier motivo?

4 Y respondiendo El, dijo: ¿No habéis leído que aquel que los creó, desde el principio los hizo varón y hembraa,

y añadió: «Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujera, y los dos serán una sola carneb»?

Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe.

7 Ellos le dijeron*: Entonces, ¿por qué mandó Moisés darle carta de divorcio y repudiarlaa?

8 Él les dijo*: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió divorciaros de1 vuestras mujeres; pero no ha sido así desde el principio.

Y yo os digo que cualquiera que se divorcie de1 su mujera, salvo por infidelidad, y se case con otra, comete2 adulterio3.

10 Los discípulos le dijeron*: Si así es la relación del hombre con su mujer, no conviene casarse.

11 Pero Él les dijo: No todos pueden aceptar este preceptoa, sino solo aquellos a quienes les ha sido dadob.

12 Porque hay eunucos que así nacieron desde el seno de su madre, y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres, y también hay eunucos que a mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que pueda aceptar esto, que lo acepte.

Jesús bendice a los niños

13 aEntonces le trajeron algunos niños para que pusiera las manos sobre ellos y orara; y los discípulos los reprendieron.

14 Pero Jesús dijo: Dejad a los niñosa, y no les impidáis que vengan a , porque de los que son como estos1 es el reino de los cielosb.

15 Y después de poner las manos sobre ellos, se fue de allí.

El joven rico

16 aY he aquí se le acercó uno y dijo: Maestro, ¿qué bien haré para obtener la vida eternab?

17 Y Él le dijo: ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Solo Uno es bueno; pero si deseas entrar en la vidaa, guarda los mandamientos.

18 Él le dijo*: ¿Cuáles? Y Jesús respondió: No matarás; no cometerás adulterio; no hurtarás; no darás falso testimonioa;

19 honra a tu padre y a tu madrea; y amarás a tu prójimo como a ti mismob.

20 El joven le dijo*: Todo esto lo he guardado; ¿qué me falta todavía?

21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que poseesa y da a los pobres, y tendrás tesoro en los cielosb; y ven, sígueme.

22 Pero al oír el joven estas palabras1, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes.

Peligro de las riquezas

23 Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo que es difícil que un rico entre en el reino de los cielosa.

24 Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Diosa.

25 Al oír esto, los discípulos estaban llenos de asombro, y decían: Entonces, ¿quién podrá salvarse?

26 Pero Jesús, mirándolos, les dijo: Para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posiblea.

27 Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué, pues, recibiremos1?

28 Y Jesús les dijo: En verdad os digo que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del Hombrea se siente en el trono de su gloria, os sentaréis también sobre doce tronosb para juzgar a las doce tribus de Israel.

29 Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre1, o hijos o tierras por mi nombrea, recibirá cien2 veces más, y heredará la vida eterna.

30 Pero muchos primeros serán últimos, y los últimos, primerosa.

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