Cargando…

Mateo 15–18

Capitulo 15

Discusión con algunos escribas y fariseos

aEntonces se acercaron* a Jesús algunos escribas y fariseosb de Jerusalén, diciendo:

2 ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Pues no se lavan las manos cuando comen pana.

3 Y respondiendo Él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios a causa de vuestra tradición?

Porque Dios dijo: «Honra a tu padre y a tu madrea», y: «Quien hable mal de su padre o de su madre, que muera1b».

Pero vosotros decís: «Cualquiera que diga a su padre o a su madre: “Es ofrenda a Dios todo lo mío con que pudieras ser ayudado”,

no necesitará más honrar1 a su padre o a su madre2». Y así invalidasteis la palabra3 de Dios por causa de vuestra tradición.

¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías de vosotros cuando dijo:

8 «Este pueblo con los labios me honra,

pero su corazón está muy lejos de a.

9 »Mas en vano me rinden culto,

enseñando como doctrinas preceptos de hombresa».

Lo que contamina al hombre

10 Y llamando junto a sí a la multitud, les dijo: Oíd y entended:

11 no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contaminaa al hombre.

12 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron*: ¿Sabes que los fariseos se escandalizaron1 cuando oyeron tus palabras2?

13 Pero Él contestó y dijo: Toda planta que mi Padre celestial no haya plantado, será desarraigadaa.

14 Dejadlos; son ciegos guías de ciegos1a. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyob.

15 Respondiendo Pedro, le dijo: Explícanos la parábolaa.

16 Y Él dijo: ¿También vosotros estáis aún faltos de entendimiento?

17 ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al estómago1 y luego se elimina2?

18 Pero lo que sale de la boca proviene del corazóna, y eso es lo que contamina al hombre.

19 Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumniasa.

20 Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero comer sin lavarse las manos no contamina al hombre.

Jesús sana a la hija de una cananea

21 aSaliendo Jesús de allí, se retiró a la región de Tiro y de Sidónb.

22 Y he aquí, una mujer cananea que había salido de aquella comarca, comenzó a gritar, diciendo: Señor, Hijo de Davida, ten misericordia de mí; mi hija está terriblemente endemoniadab.

23 Pero Él no le respondió palabra. Y acercándose sus discípulos, le rogaban, diciendo: Atiéndela1, pues viene gritando tras nosotros.

24 Y respondiendo Él, dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israela.

25 Pero acercándose ella, se postró1 ante Éla, diciendo: ¡Señor, socórreme!

26 Y Él respondió y dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echárselo a los perrillos.

27 Pero ella dijo: Sí, Señor; pero1 también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

28 Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Oh mujer, grande es tu fea; que te suceda como deseas. Y su hija quedó sana desde aquel momento1.

Jesús sana a muchos junto al mar de Galilea

29 aY pasando Jesús de allí, vino junto al mar de Galileab, y subiendo al monte, se sentó allí.

30 Y vinieron a Él grandes multitudes trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos y los pusieron a sus pies y El los sanóa;

31 de modo que la muchedumbre se maravilló al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban restaurados1, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israela.

Alimentación de los cuatro mil

32 aEntonces Jesús, llamando junto a sí a sus discípulos, les dijo: Tengo compasión de la multitudb, porque hace ya tres días que están conmigo y no tienen qué comer; y no quiero despedirlos sin comer, no sea que desfallezcan en el camino.

33 Y los discípulos le dijeron*: ¿Dónde conseguiríamos nosotros en el desierto tantos panes para saciar a una multitud tan grande?

34 Jesús entonces les dijo*: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos respondieron: Siete, y unos pocos pececillos.

35 Y Él mandó a la multitud que se recostara en el suelo;

36 y tomó los siete panes y los peces; y después de dar graciasa, los partió y empezó a darlos a los discípulos, y los discípulos a las multitudes.

37 Y comieron todos y se saciaron; y recogieron de lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenasa.

38 Los que comieron fueron cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

39 Y después de despedir a la muchedumbre, subió a la barcaa y fue a la región de Magadán1b.

Capitulo 16

Fariseos y saduceos piden señal

aEntonces los fariseos y los saduceosb se acercaron a Jesús, y para ponerle a prueba1 le pidieron que les mostrara una señal2 del cieloc.

2 Pero respondiendo Él, les dijo: 1Al caer la tarde decís: «Hará buen tiempo, porque el cielo está rojizoa».

Y por la mañana: «Hoy habrá tempestad, porque el cielo está rojizo y amenazador». ¿Sabéis discernir el aspecto1 del cielo, pero no podéis discernir las señales de los tiemposa?

Una generación perversa y adúlteraa busca señal1, y no se le dará señal1, sino la señal de Jonás. Y dejándolos, se fue.

La levadura de los fariseos y saduceos

5 Los discípulos, al pasar al otro lado, se habían olvidado de tomar panes.

6 Y Jesús les dijo: Estad atentos y guardaosa de la levadura de los fariseos y saduceosb.

7 Y ellos discutían entre sí, diciendo: Lo dice porque no tomamos panes.

8 Pero Jesús, dándose cuenta, dijo: Hombres de poca fea, ¿por qué discutís entre vosotros que no tenéis pan?

¿Todavía no entendéis ni recordáis los cinco panes de los cinco mil, y cuántas cestas recogisteisa?

10 ¿Ni los siete panes de los cuatro mil, y cuántas canastas recogisteisa?

11 ¿Cómo es que no entendéis que no os hablé de los panes? Pero guardaosa de la levadura de los fariseos y saduceosb.

12 Entonces entendieron que no les había dicho que se guardaran de la levadura de los panes, sino de la enseñanza de los fariseos y saduceosa.

La confesión de Pedro

13 aCuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipob, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombrec?

14 Y ellos dijeron: Unos, Juan el Bautistaa; y otros, Elíasb; pero otros, Jeremías o uno de los profetas.

15 Él les dijo*: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo1a, el Hijob del Dios vivientec.

17 Y Jesús, respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonása, porque esto no te lo reveló carne ni sangreb, sino mi Padre que está en los cielos.

18 Yo también te digo que eres Pedro1a, y sobre esta roca2 edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades3b no prevalecerán contra ella.

19 Yo te daré las llaves del reino de los cielosa; y lo que ates en la tierra, será1 atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será1 desatado en los cielosb.

20 Entonces ordenó a los discípulosa que a nadie dijeran que Él era el Cristo1b.

Jesús anuncia su muerte y resurrección

21 aDesde entonces Jesucristo comenzó a declarar1 a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianosb, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día.

22 Y tomándole aparte, Pedro comenzó a reprenderle, diciendo: ¡No lo permita Dios1, Señor! Eso nunca te acontecerá2.

23 Pero volviéndose Él, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de 1, Satanása! Me eres piedra de tropiezo; porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

Condiciones para seguir a Jesús

24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de , niéguese a mismo, tome su cruza y sígame.

25 Porque el que quiera salvar su vida1, la perderá; pero el que pierda su vida1 por causa de , la hallaráa.

26 Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?

27 Porque el Hijo del Hombrea ha de venir en la gloria de su Padreb con sus ángeles, y entonces recompensara a cada uno según su conductac.

28 En verdad os digo que hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean al Hijo del Hombrea venir en su reinob.

Capitulo 17

La transfiguración

aSeis días después, Jesús tomó* consigo a Pedrob, a Jacobo1 y a Juan su hermano, y los llevó* aparte a un monte alto;

2 y se transfiguró delante de ellos; y su rostro resplandeció como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.

3 Y he aquí, se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Él.

4 Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo a Jesús: Señor, bueno es estarnos aquí; si quieres, haré aquí tres enramadas1, una para ti, otra2 para Moisés y otra2 para Elíasa.

5 Mientras estaba aún hablando, he aquí, una nube luminosa los cubrió; y1 una voz salió de la nubea, diciendo: Este es mi Hijo amadob en quien me he complacido; a Él oíd.

6 Cuando los discípulos oyeron esto, cayeron sobre sus rostros y tuvieron gran temor.

7 Entonces se les acercó Jesús, y tocándolos, dijo: Levantaos y no temáisa.

8 Y cuando alzaron sus ojos no vieron a nadie, sino a Jesús solo.

Elías y Juan el Bautista

9 aMientras descendían del monte, Jesús les ordenó, diciendo: No contéis a nadie la visiónb hasta que el Hijo del Hombrec haya resucitado de entre los muertosd.

10 Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elíasa debe venir primero?

11 Y respondiendo Él, dijo: Elías ciertamente viene, y restaurará todas las cosas;

12 pero yo os digo que Elías ya vino y no lo reconocieron, sino que le hicieron1 todo lo que quisieron. Así también el Hijo del Hombrea va a padecer a manos de ellos.

13 Entonces los discípulos entendieron que les había hablado de Juan el Bautista.

Jesús sana a un muchacho epiléptico

14 aCuando llegaron a la multitud, se le acercó un hombre, que arrodillándose delante de Él, dijo:

15 Señor, ten misericordia de mi hijo, porque es epiléptico1a y sufre terriblemente, porque muchas veces cae en el fuego y muchas en el agua.

16 Y lo traje a tus discípulos y ellos no pudieron curarlo.

17 Respondiendo Jesús, dijo:

Leer más



Un servicio de Software Bíblico Logos