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Marcos 1–12

Capitulo 1

Predicación de Juan el Bautista

Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios1a.

2 aComo está escrito en el profeta Isaías:

He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz,

el cual preparará tu caminob.

3 Voz del que clama en el desierto:

«Preparad el camino del Señor,

haced derechas sus sendasa».

4 Juan el Bautista apareció en el desierto predicando1 el bautismo de arrepentimientoa para el perdón de pecadosb.

5 Y acudía a él toda la región de Judea, y toda la gente de Jerusalén, y confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán.

6 Juan estaba vestido de pelo de camello, tenía1 un cinto de cueroa a la cintura, y comía langostas2 y miel silvestre.

7 Y predicaba1, diciendo: Tras mí viene uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, inclinándome, la correa de sus sandalias.

8 Yo os bauticé con1 agua, pero Él os bautizará con1 el Espíritu Santo.

Bautismo y tentación de Jesús

9 aY sucedió en aquellos días que Jesús vino de Nazaretb de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.

10 E inmediatamente, al salir del agua, vio que los cielos se abrían, y que el Espíritu como paloma descendía sobre Él;

11 y vino una voz de los cielos, que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacidoa.

12 aEnseguida el Espíritu le impulsó* a ir al desierto.

13 Y estuvo en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanása; y estaba entre las fieras, y los ángeles le servían.

Jesús principia su ministerio

14 Después que Juan había sido encarcelado1, Jesús vino a Galileaa proclamando el evangeliob de Dios,

15 y diciendo: El tiempo se ha cumplidoa y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed1b en el evangelio.

Llamamiento de los primeros discípulos

16 aMientras caminaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, echando una red en el mar, porque eran pescadores.

17 Y Jesús les dijo: Seguidme, y yo haré que seáis pescadores de hombres.

18 Y dejando al instante las redes, le siguieron.

19 Yendo un poco más adelante vio a Jacobo1, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, los cuales estaban también en la barca, remendando las redes.

20 Y al instante los llamó; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él.

Jesús enseña en Capernaúm

21 aEntraron* en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo entrando Jesús en la sinagoga comenzó a enseñarb.

22 Y se admiraban de su enseñanzaa; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

23 Y he aquí1 estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar,

24 diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo1a, Jesús de Nazaret2b? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Diosc.

25 Jesús lo reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!

26 Entonces el espíritu inmundo, causándole convulsiones, gritó a gran voz y salió de él.

27 Y todos se asombrarona de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen.

28 Y enseguida su fama se extendió por todas partes, por toda la región alrededor de Galilea.

Jesús sana a la suegra de Simón y a muchos otros

29 aInmediatamente después de haber salido de la sinagoga, fueron1 a casa de Simónb y Andrés, con Jacobo2 y Juan.

30 Y la suegra de Simón yacía enferma con fiebre; y enseguida le hablaron* de ella.

31 Jesús se le acercó, y tomándola de la mano la levantó, y la fiebre la dejó; y ella les servía.

32 aA la caída de la tarde, después de la puesta del solb, le trajeron todos los que estaban enfermos y los endemoniadosc.

33 Y toda la ciudada se había amontonado a la puerta.

34 Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedadesa, y expulsó muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque ellos sabían quién era Él1.

Jesús recorre Galilea

35 aLevantándose muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, salió, y se fue a un lugar solitario, y allí orabab.

36 Y Simón y sus compañeros salieron a buscarle;

37 le encontraron y le dijeron*: Todos te buscan.

38 Y Él les dijo*: Vamos a otro lugar, a los pueblos vecinos, para que predique1 también allí, porque para eso he salido.

39 Y fue por toda Galilea, predicando1 en sus sinagogasa y expulsando demonios.

Curación de un leproso

40 aY vino* a Él un leproso rogándole, y arrodillándose le dijo1: Si quieres, puedes limpiarmeb.

41 Movido a compasión, extendiendo Jesús la mano, lo tocó, y le dijo*: Quiero; limpio.

42 Y al instante la lepra lo dejó y quedó limpio.

43 Entonces Jesús lo amonestó severamente y enseguida lo despidió,

44 y le dijo*: Mira, no digas nada a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que Moisés ordenó, para testimonio a ellosa.

45 Pero él, en cuanto salió comenzó a proclamarlo abiertamente1 y a divulgar el hechoa, a tal punto que Jesús2 ya no podía entrar públicamente en ciudad alguna, sino que se quedaba fuera en lugares despoblados; y venían a Él de todas partesb.

Capitulo 2

Curación de un paralítico

Habiendo entrado de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa.

2 Y se reunieron muchosa, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y Él les exponía1 la palabra.

aEntonces vinieron* a traerle un paralíticob llevado entre cuatro.

4 Y como no pudieron acercarse1 a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camillaa en que yacía el paralíticob.

5 Viendo Jesús la fe de ellos, dijo* al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonadosa.

6 Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones:

7 ¿Por qué habla este así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino solo Dios1a?

8 Y al instante Jesús, conociendo en1 su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo*: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?

¿Qué es más fácil, decir al paralíticoa: «Tus pecados te son perdonados», o decirle: «Levántate, toma tu camilla y anda»?

10 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo* al paralítico):

11 A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

12 Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Diosa, diciendo: Jamás hemos visto cosa semejanteb.

Llamamiento de Leví y la cena en su casa

13 Y Él salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la multitud venía a Éla, y les enseñaba.

14 aY al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo*: Síguemeb. Y levantándose, le siguióc.

15 Y sucedió1 que estando Jesús2 sentado3 a la mesa en casa de él, muchos recaudadores de impuestos4 y pecadores estaban comiendo5 con Jesús y sus discípulos; porque había muchos de ellos que le seguían.

16 Al ver los escribas de los fariseosa que Él comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a sus discípulos: ¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadoresb?

17 Al oír esto, Jesús les dijo*: Los que están sanos1 no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadoresa.

Pregunta sobre el ayuno

18 aLos discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron* y le dijeron*: ¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no ayunan?

19 Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio1 mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar.

20 Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel díaa.

21 Nadie pone un remiendo1 de tela nueva2 en un vestido viejo, porque entonces el remiendo3 al encogerse tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce una rotura peor.

22 Y nadie echa vino nuevo en odres1 viejos, porque entonces2 el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres1; sino que se echa vino nuevo en odres1 nuevos.

Jesús, Señor del día de reposo

23 aY aconteció que un día de reposo Jesús1 pasaba por los sembrados, y sus discípulos, mientras se abrían paso, comenzaron a arrancar espigasb.

24 Entonces los fariseos le decían: Mira, ¿por qué hacen lo que no es lícito en el día de reposoa?

25 Y Él les dijo*: ¿Nunca habéis leído lo que David hizo cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y sus compañeros,

26 cómo entró en la casa de Dios en tiempos de Abiatar, el sumo sacerdotea, y comió los panes consagrados1 que no es lícito a nadie comerb, sino a los sacerdotes, y dio también a los que estaban con élc?

27 Y Él les decía: El día de reposo se hizo1 para el2 hombrea, y no el hombre para el2 día de reposob.

28 Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.

Capitulo 3

Jesús sana al hombre de la mano seca

aOtra vez entró Jesús en una sinagogab; y había allí un hombre que tenía una mano seca.

2 Y le observabana para ver si le sanaba en el día de reposo, para poder acusarleb.

3 Y dijo* al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte aquí en medio.

4 Entonces les dijo*: ¿Es lícito en el día de reposo hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar? Pero ellos guardaban silencio.

5 Y mirándolos en torno con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo* al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y su mano quedó sana1a.

6 Pero cuando los fariseos salieron, enseguida comenzaron a tramar1 con los herodianosa en contra de Jesús2, para ver cómo podrían destruirle.

Las multitudes siguen a Jesús

7 aJesús se retiró al mar con sus discípulos; y una gran multitud de Galilea le siguió; y también de Judeab,

8 de Jerusalén, de Idumeaa, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y Sidónb; una gran multitud, que al oír todo lo que Jesús hacía, vino a Él.

9 Y dijo a sus discípulos que le tuvieran lista una barca por causa de la multituda, para que no le oprimieran;

10 porque había sanado a muchosa, de manera que todos los

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