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Lucas 10–11

Capitulo 10

Jesús envía a los setenta

Después de esto, el Señora designó a otros setenta1, y los envió de dos en dosb delante de Élc, a toda ciudad y lugar adonde Él había de ir.

2 Y les decía: La mies es mucha, pero los obreros pocos; rogad, por tanto, al Señor de la mies que envíe obreros a su miesa.

Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobosa.

aNo llevéis bolsa, ni alforja1, ni sandalias; y a nadie saludéis por el camino.

En cualquier casa que entréis, decid primero: «Paz a esta casa».

Y si hay allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; pero si no, se volverá a vosotros.

Permaneced entonces en esa casa1, comiendo y bebiendo lo que os den2; porque el obrero es digno de su salarioa. No os paséis de casa en casa.

En cualquier ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os sirvana;

sanad a los enfermos que haya en ella, y decidles: «Se ha acercado a vosotros el reino de Diosa».

10 Pero en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, salid a sus calles, y decid:

11 «Hasta el polvo de vuestra ciudad que se pega a nuestros pies, nos lo sacudimos en protesta contra vosotrosa; empero sabed esto: que el reino de Dios se ha acercadob».

12 Os digo que en aquel día será más tolerable el castigo para Sodoma que para aquella ciudada.

13 ¡aAy de ti Corazín! ¡Ay de ti Betsaida! Porque si los milagros1 que se hicieron en vosotras hubieran sido hechos en Tiro y Sidón, hace tiempo que se hubieran arrepentido sentados en cilicio y cenizab.

14 Por eso, en el juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidóna que para vosotras.

15 Y , Capernaúma, ¿acaso serás elevada hasta los cielos? ¡Hasta el Hades1 serás hundidab!

16 El que a vosotros escucha, a me escuchaa, y el que a vosotros rechaza, a me rechaza; y el que a me rechaza, rechaza al que me enviób.

Regreso de los setenta

17 Los setenta1 regresaron con gozo, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu nombrea.

18 Y Él les dijo: Yo veía a Satanása caer del cielo como un rayo.

19 Mirad, os he dado autoridad para hollar sobre serpientesa y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada os hará daño.

20 Sin embargo, no os regocijéis en esto, de que los espíritus se os sometan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielosa.

Jesús se regocija

21 aEn aquella misma hora Él se regocijó mucho en el Espíritu Santo, y dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios y a inteligentes, y las revelaste a niños. , Padre, porque así fue de tu agrado.

22 Todas las cosas me han sido entregadasa por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre, ni quién es el Padre sino el Hijob, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

23 aY volviéndose hacia los discípulos, les dijo aparte: Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis;

24 porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron.

Pregunta sobre la vida eterna

25 aY he aquí, cierto intérprete de la ley1 se levantó, y para ponerle2 a pruebab dijo: Maestro, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

26 Y Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué1 lees en ella?

27 Respondiendo él, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismoa.

28 Entonces Jesús le dijo: Has respondido correctamente; haz esto y vivirása.

29 Pero queriendo él justificarse a sí mismoa, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?

Parábola del buen samaritano

30 Respondiendo Jesús, dijo: Cierto hombre bajaba de Jerusaléna a Jericó, y cayó en manos de salteadores, los cuales después de despojarlo y de darle golpes, se fueron, dejándolo medio muerto.

31 Por casualidad cierto sacerdote bajaba por aquel camino, y cuando lo vio, pasó por el otro lado del camino.

32 Del mismo modo, también un levita, cuando llegó al lugar y lo vio, pasó por el otro lado del camino.

33 Pero cierto samaritanoa, que iba de viaje, llegó adonde él estaba; y cuando lo vio, tuvo compasión,

34 y acercándose, le vendó sus heridas, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y lo cuidó.

35 Al día siguiente, sacando dos denarios1, se los dio al mesonero, y dijo: «Cuídalo, y todo lo demás que gastes, cuando yo regrese te lo pagaré».

36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser prójimo del que cayó en manos de los salteadores?

37 Y él dijo: El que tuvo misericordia de él. Y Jesús le dijo: Ve y haz lo mismo.

Jesús visita a Marta y a María

38 Mientras iban ellos de camino, Él entró en cierta aldea; y una mujer llamada Martaa le recibió en su casa.

39 Y ella tenía una hermana que se llamaba Maríaa, que1 sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabrab.

40 Pero Martaa se preocupaba con todos los preparativos1; y acercándose a Él, le dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.

41 Respondiendo el Señor, le dijo: Marta, Martaa, estás preocupada y molesta por tantas cosasb;

42 pero una sola cosa es necesaria1a, y2 Maríab ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada.

Capitulo 11

Jesús enseña sobre la oración

Y aconteció que estando Jesús1 orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó también a sus discípulos.

aY Él les dijo: Cuando oréis, decid:

«1Padre, santificado sea tu nombre.

Venga tu reino.

3 »Danos hoy1 el pan nuestro de cada día2a.

4 »Y perdónanos nuestros pecados,

porque también nosotros perdonamos a todos los que nos debena.

Y no nos metas en tentación».

5 También les dijo: Supongamos que uno de vosotros1 tiene un amigo, y va a él a medianoche y le dice: «Amigo, préstame tres panes,

porque un amigo mío ha llegado de viaje a mi casa, y no tengo nada que ofrecerle1»;

y aquel, respondiendo desde adentro, le dice: «No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados1; no puedo levantarme para darte nada».

Os digo que aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, no obstante, por su importunidad1a se levantará y le dará cuanto necesite.

Y yo os digo: aPedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

10 Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

11 O suponed que a uno de vosotros que es padre, su hijo le pide1 pan; ¿acaso le dará una piedra? O si le pide un2 pescado; ¿acaso le dará una serpiente en lugar del pescado?

12 O si le1 pide un huevo; ¿acaso le dará un escorpión?

13 Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial1 dará el Espíritu Santo a los que se lo pidana?

Jesús y Beelzebú

14 aEstaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo, y sucedió que cuando el demonio salió, el mudo habló; y las multitudes se maravillaron.

15 Pero algunos de ellos dijeron: Él echa fuera los demonios por Beelzebúa, príncipe de los demoniosb.

16 Y otros, para ponerle1 a prueba, demandaban de Él una señal2a del cielo.

17 aPero conociendo Él sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra mismo es asolado; y una casa dividida contra misma1, se derrumba.

18 Y si también Satanása está dividido contra mismo, ¿cómo permanecerá en pie su reino? Porque vosotros decís que yo echo fuera demonios por Beelzebúb.

19 Y si yo echo fuera demonios por Beelzebúa, ¿por quién los echan fuera vuestros hijos? Por consiguiente, ellos serán vuestros jueces.

20 Pero si yo por el dedo de Diosa echo fuera los demonios, entonces el reino de Dios ha llegadob a vosotros.

21 Cuando un1 hombre fuerte, bien armado, custodia su palacio, sus bienes están seguros2.

22 Pero cuando uno más fuerte que él lo ataca y lo vence, le quita todas sus armas en las cuales había confiado y distribuye su botín.

23 El que no está conmigo, contra está; y el que conmigo no recoge, desparramaa.

24 aCuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso; y al no hallarlo, dice: «Volveré a mi casa de donde salí».

25 Y cuando llega, la encuentra barrida y arreglada.

26 Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero.

La verdadera dicha

27 Y sucedió que mientras decía estas cosas, una de las mujeres en la multitud alzó su voz y le dijo: ¡Dichosa la matriz1 que te concibió2 y los senos que te criarona!

28 Pero El dijo: Al contrario, dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardana.

La gente demanda señal

29 Como la multitud se aglomeraba, comenzó a decir: aEsta generación es una generación perversa; busca señal1b, y ninguna señal1 se le dará, sino la señal1 de Jonás.

30 Porque de la misma manera que Jonás vino a ser una señal1a para los ninivitas, así también lo será el Hijo del Hombre para esta generación.

31 La Reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomóna; y mirad, algo más grande que Salomón está aquí.

32 Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron con la predicación de Jonása; y mirad, algo más grande que Jonás está aquí.

La lámpara del cuerpo

33 Nadie, cuando enciende una lámpara, la pone en un sótano ni debajo de un almud, sino sobre el candelero, para que los que entren vean la luza.

34 aLa lámpara de tu cuerpo es tu ojo; cuando tu ojo está sano1, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando está malo, también tu cuerpo está lleno de oscuridad.

35 Mira, pues, que la luz que en ti hay no sea oscuridad.

36 Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, sin tener parte alguna en tinieblas, estará totalmente iluminado como cuando la lámpara te alumbra con sus rayos.

Jesús denuncia a los fariseos y a los intérpretes de la ley

37 Cuando terminó de hablar

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