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Jueces 14–16

Capitulo 14

El matrimonio de Sansón

Y Sansón descendió a Timnat y vio allí1 a una mujer de las hijas de los filisteos.

2 Cuando regresó1, se lo contó a su padre y a su madre, diciendo: Vi en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos; ahora pues, tomádmela por mujer.

3 Le respondieron1 su padre y su madre: ¿No hay mujer entre las hijas de tus parientes2 o entre todo nuestro3 pueblo, para que vayas a tomar mujer de los filisteos incircuncisosa? Pero Sansón dijo a su padre: Tómala para mí, porque ella me agrada4.

4 Y su padre y su madre no sabían que esto era del Señor, porque Él buscaba ocasión contra los filisteosa, pues en aquel tiempo los filisteos dominaban a Israel.

5 Y Sansón descendió a Timnat con su padre y con su madre, y llegó hasta los viñedos de Timnat; y he aquí, un león joven venía rugiendo hacia él.

6 Y el Espíritu del Señor vino1 sobre éla con gran poder, y lo despedazó como se despedaza un cabrito, aunque no tenía nada en su manob; pero no contó a su padre ni a su madre lo que había hecho.

7 Descendió y habló con la mujer; y ella le agradó a Sansón1.

8 Cuando regresó más tarde para tomarla, se apartó del camino para ver el cadáver del león; y he aquí que había un enjambre de abejas y miel en el cuerpo del león.

9 Recogió la miel1 en sus manos2 y siguió adelante, comiéndola mientras caminaba. Cuando llegó adonde estaban su padre y su madre, les dio miel y ellos comieron; pero no les contó que había recogido la miel del cuerpo del león.

El enigma de Sansón

10 Entonces el padre descendió adonde estaba la mujer; y Sansón hizo allí un banquete, porque así acostumbraban hacer los jóvenes.

11 Y sucedió que cuando lo vieron, trajeron a treinta compañeros para que estuvieran con él.

12 Y Sansón les dijo: Permitidme proponeros ahora un enigmaa; y si en verdad me lo declaráis dentro de los siete días del banquete, y lo descifráis, entonces os daré treinta vestidos de lino y treinta mudas de ropab.

13 Pero si no podéis declarármelo, entonces vosotros me daréis treinta vestidos de lino y treinta mudas de ropa. Y ellos le dijeron: Propón tu enigma, para que lo escuchemos.

14 Y él les dijo:

Del que come salió comida,

y del fuerte salió dulzura.

Y no pudieron declararle el enigma en tres días.

15 Y1 al cuarto2 día dijeron a la mujer de Sansón: Induce a tu maridoa a que nos declare el enigma, o te quemaremos a fuego a ti y a la casa de tu padreb. Nos habéis invitado para empobrecernos. ¿No es así?

16 Y la mujer de Sansón lloró delante de él, y dijo: Solo me aborreces y no me quieres; has propuesto un enigma a los hijos de mi pueblo, y no me lo has declaradoa. Y él le dijo: He aquí que no lo he declarado ni a mi padre ni a mi madre; ¿y te lo he de declarar a ti?

17 Mas ella lloró delante de él los siete días que duró su banquete. Y sucedió el séptimo día que él se lo declaró porque ella le presionaba mucho. Entonces ella declaró el enigma a los hijos de su pueblo.

18 Y al séptimo día, antes de ponerse el sol, los hombres de la ciudad le dijeron:

¿Qué es más dulce que la miel?

¿Y qué es más fuerte que un león?

Y él les dijo:

Si no hubiereis arado con mi novilla,

no habríais descubierto mi enigma.

19 Entonces el Espíritu del Señor vino1 sobre éla con gran poder, y descendió a Ascalón y mató a treinta de ellos y tomando sus despojos, dio las mudas de ropa a los que habían declarado el enigma. Y ardiendo en ira, subió a la casa de su padre.

20 Pero la mujer de Sansón fue dada al compañero que había sido su amigo íntimoa.

Capitulo 15

Las zorras incendiarias

Después de algún tiempo, en los días de la siega del trigo, sucedió que Sansón visitó a su mujer con un cabritoa, y dijo: Llegaré a mi mujer en su recámara. Pero el padre de ella no lo dejó entrar.

2 Y el padre1 dijo: Realmente pensé que la odiabas intensamente y se la di a tu compañeroa. ¿No es su hermana menor más hermosa2 que ella? Te ruego que la tomes en su lugar.

3 Entonces Sansón le1 respondió: Esta vez no tendré culpa en cuanto a los filisteos cuando les haga daño.

4 Y Sansón fue y capturó trescientas zorras, tomó antorchas, juntó las zorras cola con cola y puso una antorcha en medio de cada dos colas.

5 Después de prender fuego a las antorchas, soltó las zorras1 en los sembrados de los filisteos, quemando la mies recogida, la mies en pie, y además las viñas y los olivares.

6 Entonces los filisteos dijeron: ¿Quién hizo esto? Y les respondieron: Sansón, el yerno del timnateo, porque este tomó a su mujer y se la dio a su compañero. Y los filisteos vinieron y la quemaron a ella y a su padrea.

7 Y Sansón les dijo: Ya que actuáis así, ciertamente me vengaré de vosotros, y después de eso, cesaré1.

8 Y sin piedad los hirió1 con gran mortandad; y descendió y habitó en la hendidura de la peña de Etam.

La quijada de asno

9 Subieron los filisteos y acamparon en Judá, y se esparcieron por Lehi.

10 Y los hombres de Judá dijeron: ¿Por qué habéis subido contra nosotros? Y ellos dijeron: Hemos subido para prender a Sansón a fin de hacerle como él nos ha hecho.

11 Tres mil hombres de Judá descendieron a la hendidura de la peña de Etam, y dijeron a Sansón: ¿No sabes que los filisteos reinan sobre nosotrosa? ¿Qué, pues, es esto que nos has hecho? Y él les dijo: Como ellos me hicieron, así les he hecho.

12 Y ellos le dijeron: Hemos descendido para prenderte y entregarte en manos de los filisteos. Y Sansón les dijo: Juradme que no me mataréis1.

13 Ellos le respondieron1: No, sino que te ataremos bien y te entregaremos en sus manos; ciertamente no te mataremos. Entonces lo ataron con dos sogas nuevas y lo sacaron de la peña.

14 Al llegar él a Lehi, los filisteos salieron a su encuentro gritando. Y el Espíritu del Señor vino1 sobre éla con poder, y las sogas que estaban en sus brazos fueron como lino quemado con fuego y las ataduras cayeron2 de sus manos.

15 Y halló una quijada de asno fresca aún, y extendiendo su mano, la tomó y mató1 a mil hombres con ellaa.

16 Entonces Sansón dijo:

Con la quijada de un asno,

montones sobre montones1,

con la quijada de un asno

he matado2 a mil hombres.

17 Y1 al terminar de hablar, arrojó la quijada de su mano, y llamó a aquel lugar Ramat-lehi2.

18 Después sintió una gran sed, y clamando al Señora, dijo: Tú has dado esta gran liberación por mano de tu siervo, y ahora, ¿moriré yo1 de sed y2 caeré en manos de los incircuncisos?

19 Y abrió Dios la cuenca que está en Lehi y salió agua de ella. Cuando bebió, recobró sus fuerzas1 y se reanimóa. Por eso llamó a aquel lugar2 En-hacore3, el cual está en Lehi hasta el día de hoy.

20 Sansón juzgó a Israel veinte añosa en los días de los filisteosb.

Capitulo 16

Sansón y Dalila

Y Sansón fue a Gazaa, y allí vio a una ramera y se llegó a ella.

2 Entonces fue dicho1 a los de Gaza: Sansón ha venido acá. Y ellos cercaron el lugar y se apostaron a la puerta de la ciudad toda la noche, acechándolea. Y estuvieron callados toda la noche, diciendo: Esperemos hasta que amanezca2, entonces lo mataremos.

3 Pero Sansón permaneció acostado hasta la medianoche, y a la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con los dos postes, las arrancó junto con las trancas; entonces se las echó sobre los hombros y las llevó hasta la cumbre del monte que está frente a Hebrón.

4 Después de esto sucedió que se enamoró de una mujer del1 valle de Sorec, que se llamaba Dalila.

5 Y los príncipes de los filisteosa fueron a ella y le dijeron: Persuádelob, y ve dónde está su gran fuerza, y cómo1 podríamos dominarlo para atarlo y castigarlo2. Entonces cada uno de nosotros te dará mil cien piezas de plata.

6 Dijo, pues, Dalila a Sansón: Te ruego que me declares dónde está tu gran fuerza y cómo1 se te puede atar para castigarte2.

7 Y Sansón le dijo: Si me atan con siete cuerdas frescas que no se hayan secado, me debilitaré y seré como cualquier otro hombre.

8 Los príncipes de los filisteos le llevaron siete cuerdas frescas que no se habían secado, y Dalila lo ató con ellas.

9 Y tenía ella hombres al acecho en un aposento interior. Entonces le dijo: ¡Sansón, los filisteos se te echan encima1! Pero él rompió las cuerdas como se rompe un hilo de estopa cuando toca2 el fuego. Y no se descubrió el secreto de su fuerza.

10 Entonces Dalila dijo a Sansón: Mira, me has engañado y me has dicho mentiras; ahora pues, te ruego que me declares cómo1 se te puede atar.

11 Y él le respondió: Si me atan fuertemente con sogas nuevas que no se hayan usado1, me debilitaré y seré como cualquier otro hombre.

12 Dalila tomó sogas nuevas, lo ató con ellas, y le dijo: ¡Sansón, los filisteos se te echan encima1! Pues los hombres estaban al acecho en el aposento interior. Pero él rompió las sogas2 de sus brazos como un hilo.

13 Entonces Dalila dijo a Sansón: Hasta ahora me has engañado y me has dicho mentiras; declárame, ¿cómo1 se te puede atar? Y él le dijo: Si tejes siete trenzas de mi cabellera2 con la tela3y la aseguras con una clavija, entonces me debilitaré y seré como cualquier otro hombre.

14 Y mientras él dormía Dalila tomó las siete trenzas de su cabellera1 y las tejió con la tela, y la aseguró con la clavija, y le dijo: ¡Sansón, los filisteos se te echan encima2! Pero él despertó de su sueño y arrancó la clavija del telar y la tela.

15 Entonces ella le dijo: ¿Cómo puedes decir: «Te quiero», cuando tu corazón no está conmigoa? Me has engañado estas tres veces y no me has declarado dónde reside tu gran fuerza.

16 Y1 como ella le presionaba diariamente con sus palabras y le apremiaba, su alma se angustió hasta2 la muerte.

17 Él le reveló1, pues, todo lo que había en su corazón, diciéndole: Nunca ha pasado navaja sobre mi cabeza, pues he sido nazareo para Dios desde el vientre de mi madrea. Si me cortan el cabello2, mi fuerza me dejará y me debilitaré y seré como cualquier otro hombre.

18 Viendo Dalila que él le había declarado todo lo que había en su corazón, mandó llamar a los príncipes de los filisteos, diciendo: Venid una vez más, porque él me ha declarado todo lo que hay en su corazón. Entonces los príncipes de los filisteos vinieron a …

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