Efesios 4:1–16
Yo, pues, prisionero del1 Señora, os ruegob que viváis2 de una manera dignac de la vocaciónd con que habéis sido llamadose,
2 con toda humildad y mansedumbre, con pacienciaa, soportándoos unos a otros en amorb,
3 esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en1 el vínculo de la paza.
4 Hay un solo cuerpo y un solo Espíritua, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocaciónb;
5 un solo Señora, una sola fe, un solo bautismo,
6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todosa.
7 Pero a cada unoa de nosotros se nos ha concedido la graciab conforme a la medida del don de Cristoc.
Cuando ascendió a lo alto,
llevó cautiva una hueste de cautivosa,
y dio dones a los hombresb.
9 (Esta expresión: Ascendió, ¿qué significa1, sino que Él también había descendido2a a las profundidades de la tierrab?
10 El que descendió es también el mismo que ascendió mucho más arriba de todos los cielosa, para poder llenarlo todob.)
11 Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetasa, a otros evangelistasb, a otros pastores y maestrosc,
12 a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificacióna del cuerpo de Cristob;
13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fea y del conocimiento pleno del Hijo de Diosb, a la condición de un hombre maduroc, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristod;
14 para que ya no seamos niñosa, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo vientob de doctrina, por la astuciac de los hombres, por las artimañas engañosas del error1d;
15 sino que hablando1 la verdad en amora, crezcamosb en todos los aspectos en aquel que es la cabezac, es decir, Cristo,
16 de quien todo el cuerpo (estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen1), conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro2, produce el crecimiento del cuerpoa para su propia edificación en amorb.