Eclesiastés 2:12–23
¶12 Yo volví, pues, a considerar la sabiduría, la locura y la insensateza, porque ¿qué hará el hombre que venga después del rey sino lo que ya ha sido hechob?
13 Y yo vi que la sabiduría sobrepasa a la insensateza, como la luz a las tinieblas.
14 El sabio tiene ojos en su cabeza,
mas el necio anda en tinieblasa.
Pero yo sé también que ambos corren la misma suerteb.
15 Entonces dije yo en mi corazón: Como la suerte del necio, así también será la mía1a. ¿Para qué, pues, me aprovecha haber sido tan sabiob? Y me dije2: También esto es vanidad.
16 Porque no hay memoria duradera1 ni del sabio ni del2 necio, ya que todos serán olvidados en los días veniderosa. ¡Cómo mueren tanto el sabio como2 el neciob!
17 Y aborrecí la vidaa, porque me era penosa1 la obra que se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y correr tras el viento.
¶18 Asimismo aborrecí todo el fruto de mi trabajo con que me había afanado bajo el sola, el cual tendré que dejar al hombre que vendrá después de míb.
19 ¿Y quién sabe si será sabio o necio? Sin embargo, él tendrá dominio sobre todo el fruto de mi trabajo con que me afané obrando sabiamente bajo el sol. También esto es vanidad.
20 Por tanto me desesperé en gran manera1 por todo el fruto de mi trabajo con que me había afanado bajo el sol.
21 Cuando hay un hombre que ha trabajado con sabiduría, con conocimiento y con destrezaa, y da su hacienda1 al que no ha trabajado en ellab, esto también es vanidad y un gran mal.
22 Pues, ¿qué recibe el hombre de todo su trabajo y del esfuerzo de su corazón con que se afana bajo el sola?
23 Porque durante todos sus días su tarea es dolorosa y penosaa; ni aun de noche descansa su corazónb. También esto es vanidad.