Eclesiastés 2:1–11
Vanidad de las cosas terrenales
Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con el placera; diviértete1. Y he aquí, también esto era vanidad.
2 Dije de la risaa: Es locura; y del placer: ¿Qué logra esto?
3 Consideré en mi corazón estimular mi cuerpo1 con el vinoa, mientras mi corazón me guiaba con sabiduría, de cómo2 echar mano de la insensatezb, hasta que pudiera ver qué hay de bueno bajo el cielo que los hijos de los hombres hacen en los contados días de su vidac.
4 aEngrandecí mis obras, me edifiqué casas, planté viñas para míb;
5 me hice jardinesa y huertosb, y planté en ellos toda clase de árboles frutales;
6 me hice estanques de aguasa para regar1 el bosque con árboles en pleno crecimiento.
7 Compré esclavos y esclavas, y tuve esclavos nacidos en casa1a. Tuve también ganados, vacas y ovejasb, más que todos los que me precedieron en Jerusalén.
8 Reuní también para mí plata y oroa y el tesoro de los reyes y de las provincias. Me proveí de cantores y cantorasb, y de los placeres de los hombres, de muchas concubinas1.
9 Y me engrandecí y superé a todos los que me precedieron en Jerusaléna; también la sabiduría permaneció conmigo.
10 Y de todo cuanto mis ojos deseaban, nada les neguéa, ni privé a mi corazón de ningún placer, porque mi corazón gozaba de todo mi trabajo, y esta fue la recompensa de toda mi laborb.
11 Consideré luego todas las obras que mis manos habían hecho y el trabajo en que me había empeñado1, y he aquí, todo era vanidad y correr tras el viento2a, y sin provechob bajo el sol.