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Deuteronomio 8–18

Capitulo 8

Descripción de la Tierra Prometida

Todos los mandamientos que yo os ordeno hoy, tendréis cuidado de ponerlos por obra, a fin de que viváis y os multipliquéis, y entréis y toméis posesión de la tierra que el Señor juró dar a vuestros padresa.

2 Y te acordarás de todo el camino por donde el Señor tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta añosa, para humillarte, probándoteb, a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos.

3 Y te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender1 que el hombre no solo vive de pan, sino que vive2 de todo lo que procede de la boca del Señora.

4 Tu ropa no se gastó sobre ti, ni se hinchó tu pie durante estos cuarenta añosa.

5 Por tanto, debes comprender1 en tu corazón que el Señor tu Dios te estaba disciplinando así como un hombre disciplina a su hijoa.

6 Guardarás, pues, los mandamientos del Señor tu Dios, para andar en sus caminos y para temerle1.

7 Porque el Señor tu Dios te trae a una tierra buena, a una tierra de corrientes de aguas, de fuentes y manantiales que fluyen por valles y colinas;

8 una tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados; una tierra de aceite de oliva y1 miel;

9 una tierra donde comerás el pan sin escasez, donde nada te faltaráa; una tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes puedes sacar cobre.

10 Cuando hayas comido y te hayas saciadoa, bendecirás al Señor tu Dios por la buena tierra que Él te ha dado.

El peligro de olvidar a Dios

11 Cuídate de no olvidar al Señor tu Diosa dejando de guardar sus mandamientos, sus ordenanzas y sus estatutos que yo te ordeno hoy;

12 no sea que cuando hayas comido y te hayas saciadoa, y hayas construido buenas casas y habitado en ellas,

13 y cuando tus vacas y tus ovejas se multipliquen, y tu plata y oro se multipliquen, y todo lo que tengas se multiplique,

14 entonces tu corazón se enorgullezca1, y te olvides del Señor tu Diosa que te sacó de la tierra de Egipto de la casa de servidumbre2.

15 Él te condujo a través del inmenso y terrible desiertoa, con sus serpientes abrasadorasb y escorpiones, tierra sedienta donde no había agua; Él sacó para ti agua de la roca de pedernalc.

16 En el desierto te alimentó con el maná que tus padres no habían conocidoa, para humillarte y probarteb, y para finalmente1 hacerte bien.

17 No sea que digas en tu corazóna: «Mi poder y la fuerza de mi mano me han producido esta riqueza».

18 Mas acuérdate del Señor tu Dios, porque Él es el que te da poder para hacer riquezasa, a fin de confirmar su pacto, el cual juró a tus padres como en este día.

19 Y sucederá que si alguna vez te olvidas del Señor tu Dios, y vas en pos de otros dioses, y los sirves y los adoras, yo testifico contra vosotros hoy, que ciertamente pereceréisa.

20 Como las naciones que el Señor destruye delante de vosotros, así pereceréis, porque no oísteis a la voz del Señor vuestro Diosa.

Capitulo 9

Dios destruirá a las naciones de Canaán

Oye, Israel: Hoy vas a pasar el Jordán para entrar a desposeer a naciones más grandes y más poderosas que túa, ciudades grandes y fortificadas hasta el cielob,

2 un pueblo grande y alto, los hijos de los anaceos, a quienes conoces y de quienes has oído decir: «¿Quién puede resistir ante los hijos de Anaca?».

3 Comprende, pues, hoy, que es el Señor tu Diosa el que pasa delante de ti como fuego consumidorb. Él los destruirá y los humillará delante de ti, para que los expulses1 y los destruyas rápidamentec, tal como el Señor te ha dicho.

4 No digas en tu corazón cuando el Señor tu Dios los haya echado de delante de ti1: «Por mi justicia el Señor me ha hecho entrar para poseer esta tierraa», sino que es a causa de la maldad de estas naciones que el Señor las expulsa2 de delante de tib.

5 No es por tu justiciaa ni por la rectitud de tu corazón que vas a poseer su tierra, sino que por la maldad de estas naciones el Señor tu Dios las expulsa1 de delante de ti, para confirmar el pacto2 que el Señor juró a tus padresb Abraham, Isaac y Jacob.

6 Comprende, pues, que no es por tu justicia que el Señor tu Dios te da esta buena tierra para poseerla, pues eres un pueblo de dura cerviza.

La rebelión de Israel en Horeb

7 Acuérdate; no olvides cómo provocaste a ira al Señor tu Dios en el desierto; desde el día en que saliste de la tierra de Egipto hasta que llegasteis a este lugar, habéis sido rebeldes contra el Señora.

8 Hasta en Horeb provocasteis a ira al Señor, y el Señor se enojó tanto contra vosotros que estuvo a punto de destruirosa.

9 Cuando subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que el Señor había hecho con vosotros, me quedé en el monte cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí aguaa.

10 Y el Señor me dio las dos tablas de piedra escritas por el dedo de Diosa; y en ellas estaban todas las palabras que el Señor os había dicho en el monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea.

11 Y aconteció al cabo de cuarenta días y cuarenta noches, que el Señor me dio las dos tablas de piedra, las tablas del pactoa.

12 Entonces el Señor me dijo: «Levántate; baja aprisa de aquí, porque tu pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompidoa. Pronto se han apartado del camino que yo les había ordenado; se han hecho un ídolo de fundiciónb».

13 También me habló el Señora, diciendo: «He visto a este pueblo, y en verdad es un pueblo de dura cervizb.

14 »Déjame que los destruyaa y borre su nombre de debajo del cielob; y de ti haré una nación más grande y más poderosa que ellos».

15 Y volví, y descendí del monte mientras el monte ardía con fuego, y las dos tablas del pacto estaban en mis dos manosa.

16 Y vi que en verdad habíais pecado contra el Señor vuestro Dios. Os habíais hecho un becerro de fundición; pronto os habíais apartado del camino que el Señor os había ordenado.

17 Tomé las dos tablas, las arrojé de mis manos y las hice pedazos delante de vuestros ojos.

18 Y me postré delante del Señor como al principio, por cuarenta días y cuarenta nochesa; no comí pan ni bebí aguab, a causa de todo el pecado que habíais cometido al hacer lo malo ante los ojos del Señor, provocándole a irac.

19 Porque temí la iraa y el furor con que el Señor estaba enojado contra vosotros para destruiros, pero el Señor me escuchó también esta vezb.

20 Y el Señor se enojó tanto con Aarón que quiso destruirlo; y también intercedí por Aarón al mismo tiempo.

21 Y tomé el objeto de vuestro pecado, el becerro que os habíais hecho, y lo quemé en el fuego, y lo hice pedazos, desmenuzándolo hasta que quedó tan fino como el polvo; y eché su polvo al arroyo que bajaba del montea.

22 Nuevamente, en Taberaa, en Masahb y en Kibrot-hataavac, provocasteis a ira al Señor.

23 Y cuando el Señor os envió de Cades-barneaa, diciendo: «Subid y tomad posesión de la tierra que yo os he dadob», entonces os rebelasteis contra la orden1 del Señor vuestro Dios; no le creísteis, ni escuchasteis su vozc.

24 Vosotros habéis sido rebeldes al Señor desde el día en que os conocía.

Oración de Moisés por Israel

25 Entonces me postré delante del Señor los cuarenta días y cuarenta noches, lo cual hice1a porque el Señor había dicho que os iba a destruir.

26 Y oré al Señor, y dije: «Oh Señor Dios1, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, que tú has redimido con tu grandeza, que tú has sacado de Egipto con mano fuertea.

27 »Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires la dureza de este pueblo ni su maldad ni su pecado.

28 »De otra manera los de la tierra de donde tú nos sacaste dirán: “Por cuanto el Señor no pudo hacerlos entrar en la tierra que les había prometido1 y porque los aborreció, los sacó para hacerlos morir en el desiertoa”.

29 »Sin embargo, ellos son tu pueblo, tu heredada, a quien tú has sacado con tu gran poder y tu brazo extendidob».

Capitulo 10

Renovación del pacto

En aquel tiempo el Señor me dijo: «Lábrate dos tablas de piedra como las anterioresa, y sube a mí al monte, y hazte un arca de maderab.

2 »Y yo escribiré sobre las tablas las palabras que estaban sobre las primeras tablas que quebrastea, y las pondrás en el arcab».

3 Hice, pues, un arca de madera de acaciaa y labré dos tablas de piedra como las anteriores, y subí al monte con las dos tablas en mi manob.

4 Y Él escribió sobre las tablas, conforme a la escritura anterior, los diez mandamientos1a que el Señor os había habladob en el monte de en medio del fuego el día de la asambleac; y el Señor me las dio.

5 Entonces me volví y descendí del montea, y puse las tablas en el arcab que yo había hecho; y allí están tal como el Señor me ordenóc.

6 (Después los hijos de Israel partieron de Beerot-bene-jaacán1 hacia Moseraa. Allí murió Aarón y allí fue sepultado, y su hijo Eleazar ministró como sacerdote en su lugarb.

7 De allí partieron hacia Gudgoda; y de Gudgoda hacia Jotbataa, una tierra de corrientes de aguas.

8 En aquel tiempo el Señor apartó la tribu de Levía para que llevara el arca del pacto del Señor, y para que estuviera delante del Señor, sirviéndole y bendiciendo en su nombre hasta el día de hoyb.

9 Por tanto, Leví no tiene porción o herencia con sus hermanos; el Señor es su herencia, así como el Señor tu Dios le hablóa.)

10 Y me quedé en el monte cuarenta días y cuarenta noches como la primera vez, y el Señor me escuchó también esta vez; y el Señor no quiso destruirtea.

11 Entonces me dijo el Señor: «Levántate, continúa tu marcha al frente del pueblo, para que entren y tomen posesión de la tierra que yo juré a sus padres que les daría».

Lo que Dios requiere

12 Y ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el Señor tu Dios, sino que temas1 al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminosa, que le ames y que sirvas al Señor tu Diosb con todo tu corazón y con toda tu almac,

13 y que guardes los mandamientos del Señor y sus estatutos que yo te ordeno hoy para tu bien?

14 He aquí, al Señor tu Dios pertenecen los cielos y los cielos de los cielosa, la tierra y todo lo que en ella hayb.

15 Sin embargo, el Señor se …

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