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Deuteronomio 10–12

Capitulo 10

Renovación del pacto

En aquel tiempo el Señor me dijo: «Lábrate dos tablas de piedra como las anterioresa, y sube a mí al monte, y hazte un arca de maderab.

2 »Y yo escribiré sobre las tablas las palabras que estaban sobre las primeras tablas que quebrastea, y las pondrás en el arcab».

3 Hice, pues, un arca de madera de acaciaa y labré dos tablas de piedra como las anteriores, y subí al monte con las dos tablas en mi manob.

4 Y Él escribió sobre las tablas, conforme a la escritura anterior, los diez mandamientos1a que el Señor os había habladob en el monte de en medio del fuego el día de la asambleac; y el Señor me las dio.

5 Entonces me volví y descendí del montea, y puse las tablas en el arcab que yo había hecho; y allí están tal como el Señor me ordenóc.

6 (Después los hijos de Israel partieron de Beerot-bene-jaacán1 hacia Moseraa. Allí murió Aarón y allí fue sepultado, y su hijo Eleazar ministró como sacerdote en su lugarb.

7 De allí partieron hacia Gudgoda; y de Gudgoda hacia Jotbataa, una tierra de corrientes de aguas.

8 En aquel tiempo el Señor apartó la tribu de Levía para que llevara el arca del pacto del Señor, y para que estuviera delante del Señor, sirviéndole y bendiciendo en su nombre hasta el día de hoyb.

9 Por tanto, Leví no tiene porción o herencia con sus hermanos; el Señor es su herencia, así como el Señor tu Dios le hablóa.)

10 Y me quedé en el monte cuarenta días y cuarenta noches como la primera vez, y el Señor me escuchó también esta vez; y el Señor no quiso destruirtea.

11 Entonces me dijo el Señor: «Levántate, continúa tu marcha al frente del pueblo, para que entren y tomen posesión de la tierra que yo juré a sus padres que les daría».

Lo que Dios requiere

12 Y ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el Señor tu Dios, sino que temas1 al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminosa, que le ames y que sirvas al Señor tu Diosb con todo tu corazón y con toda tu almac,

13 y que guardes los mandamientos del Señor y sus estatutos que yo te ordeno hoy para tu bien?

14 He aquí, al Señor tu Dios pertenecen los cielos y los cielos de los cielosa, la tierra y todo lo que en ella hayb.

15 Sin embargo, el Señor se agradó de tus padres, los amó, y escogió a su descendencia1a después de ellos, es decir, a vosotros, de entre todos los pueblos, como se ve hoy.

16 Circuncidad, pues, vuestro corazón1a, y no endurezcáis más vuestra cervizb.

17 Porque el Señor vuestro Dios es Dios de diosesa y Señor de señoresb, Dios grande, poderoso y temible que no hace acepción de personasc ni acepta sobornod.

18 Él hace justicia al huérfano y a la viudaa, y muestra su amor al extranjero1 dándole pan y vestido.

19 Mostrad, pues, amor al extranjero, porque vosotros fuisteis extranjeros en la tierra de Egiptoa.

20 Temerás al Señor tu Dios; le servirás, te allegarás1 a Éla y solo en su nombre jurarásb.

21 Él es el objeto de tu alabanza y Él es tu Diosa, que ha hecho por ti estas cosas grandes y portentosas que tus ojos han visto.

22 Cuando tus padres descendieron a Egipto eran setenta personasa, y ahora el Señor tu Dios te ha hecho tan numeroso como las estrellas del cielob.

Capitulo 11

Grandeza y poder del Señor

Amarás, pues, al Señor tu Diosa, y guardarás siempre1 sus mandatosb, sus estatutos, sus ordenanzas y sus mandamientos.

2 Y comprended hoy que no estoy hablando con vuestros hijos, los cuales no han visto la disciplina1 del Señor vuestro Dios: su grandeza, su mano poderosa, su brazo extendidoa,

3 sus señales y sus obras que hizo en medio de Egipto a Faraón, rey de Egipto, y a toda su tierraa;

4 lo que hizo al ejército de Egipto, a sus caballos y a sus carros, al hacer que el agua del mar Rojo1 los cubriera2 cuando os perseguían, y el Señor los destruyó completamente3a;

5 lo que os hizo en el desierto hasta que llegasteis a este lugar,

6 y lo que hizo a Datán y Abiram, los hijos de Eliab, hijo de Rubén, cuando la tierra abrió su boca y los tragó a ellos, a sus familias, a sus tiendasa y a todo ser viviente1 que los seguía2, en medio de todo Israelb.

7 Pero vuestros ojos han visto toda la gran obra que el Señor ha hecho.

Obediencia y recompensa

8 Guardad, pues, todos los mandamientos que os ordeno hoy, para que seáis fuertes, y entréis y toméis posesión de la tierra a la cual entráis para poseerlaa;

9 para que prolonguéis vuestros días en la tierra que el Señor juró dar a vuestros padres y a su descendencia1a, una tierra que mana leche y mielb.

10 Porque la tierra a la cual entras para poseerla, no es como la tierra de Egipto de donde vinisteis, donde sembrabas tu semilla, y la regabas con el pie1 como una huerta de hortalizas,

11 sino que la tierra a la cual entráis para poseerla, tierra de montes y vallesa, bebe el agua de las lluvias del cielo.

12 Es una tierra que el Señor tu Dios cuida; los ojos del Señor tu Dios están siempre sobre ellaa, desde el principio1 hasta el fin del año.

13 aY sucederá que si obedecéis mis mandamientos que os ordeno hoy, de amar al Señor vuestro Diosb y de servirle con todo vuestro corazón y con toda vuestra almac,

14 El dará1 a vuestra tierra la lluvia a su tiempoa, lluvia temprana y lluvia tardía2b, para que recojas tu grano, tu mosto y tu aceite.

15 Y Él dará hierba en tus campos para tu ganadoa, y comerás y te saciarásb.

16 Cuidaos, no sea que se engañe vuestro corazóna y os desviéis y sirváis a otros dioses, y los adoréis.

17 No sea que la ira del Señor se encienda contra vosotrosa, y cierre los cielos y no haya lluviab y la tierra no produzca su fruto, y pronto perezcáisc en1 la buena tierra que el Señor os dad.

18 aGrabad1, pues, estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma; atadlas como una señal a vuestra mano, y serán por insignias2 entre vuestros ojos.

19 Y enseñadlas a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantesa.

20 Y escríbelas en los postes de tu casa y en tus puertasa,

21 para que tus días y los días de tus hijos sean multiplicadosa en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, por todo el tiempo que los cielos1 permanezcan sobre la tierrab.

22 Porque si guardáis cuidadosamente todo este mandamiento que os ordenoa para cumplirlo, amando al Señor vuestro Diosb, andando en todos sus caminos y allegándoos1 a Élc,

23 entonces el Señor expulsará1 de delante de vosotros a todas estas nacionesa, y vosotros desposeeréis a naciones más grandes y más poderosas que vosotrosb.

24 Todo lugar donde pise la planta de vuestro pie será vuestroa; vuestras fronteras serán1 desde el desierto hasta el Líbano, y desde el río, el río Eufrates, hasta el mar occidental2b.

25 Nadie os podrá hacer frente1a; el Señor vuestro Dios infundirá, como Él os ha dicho, espanto y temor de vosotros en toda la tierra que pise vuestro pie.

26 He aquí, hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldicióna:

27 la bendición, si escucháis los mandamientos del Señor vuestro Dios que os ordeno hoya;

28 y la maldición, si no escucháis los mandamientos del Señor vuestro Diosa, sino que os apartáis del camino que os ordeno hoy, para seguir a otros dioses que no habéis conocido.

29 Y acontecerá, que cuando el Señor tu Dios te lleve a la tierra donde entras para poseerla, pondrás la bendición sobre el monte Gerizim y la maldición sobre el monte Ebala.

30 ¿No están ellos al otro lado del Jordán, detrás del camino del poniente, en la tierra de los cananeos que habitan en el Arabá, frente a Gilgala, junto al encinar1 de Moreb?

31 Porque vais a pasar el Jordán para ir a poseer la tierra que el Señor vuestro Dios os da, y la tomaréis y habitaréis en ellaa;

32 y tendréis cuidado de cumplir todos los estatutos y decretos1 que hoy pongo delante de vosotros.

Capitulo 12

El único lugar de culto

Estos son los estatutos y los decretos1 que observaréis cuidadosamente en la tierra que el Señor, el Dios de tus padres, te ha dado para que la poseáis todos los días que viváis sobre su2 sueloa.

2 Destruiréis completamente todos los lugares donde las naciones que desposeeréis sirven a sus dioses: sobre los montes altos, sobre las colinas y debajo de todo árbol frondosoa.

3 Y demoleréis sus altares, quebraréis sus pilares sagrados, quemaréis a fuego sus imágenes de Asera1, derribaréis las imágenes talladas de sus diosesa y borraréis su nombre de aquel lugarb.

4 No procederéis así con el Señor vuestro Dios,

5 sino que buscaréis al Señor en el lugar en que el Señor vuestro Dios escoja de todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su morada, y allí vendréisa.

6 Y allí traeréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmosa, la contribución1 de vuestra mano, vuestras ofrendas votivas2, vuestras ofrendas voluntarias, y el primogénito de vuestras vacas y de vuestras ovejas.

7 Allí también vosotros y vuestras familias comeréis en presencia del Señor vuestro Dios, y os alegraréis en todas vuestras empresas en las cuales1 el Señor vuestro Dios os ha bendecidoa.

8 De ninguna manera haréis lo que hacemos aquí hoy, que cada cual hace lo que le parece bien a sus propios ojos;

9 porque todavía no habéis llegado al lugar de reposoa y a la heredad que el Señor vuestro Dios os dab.

10 Cuando crucéis el Jordán y habitéis en la tierra que el Señor vuestro Dios os da en heredad, y Él os dé descanso de todos vuestros enemigos alrededor de vosotros para que habitéis segurosa,

11 entonces sucederá que al lugar que el Señor vuestro Dios escoja para morada de su nombrea, allí traeréis todo lo que yo os mando: vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros diezmos y la ofrenda alzada de vuestra mano, y todo lo más selecto de vuestras ofrendas votivas que habéis prometido al Señor.

12 Y os alegraréis en presencia del Señor vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervasa, y el levita que vive dentro de vuestras puertasb, ya que no tiene parte ni heredad entre vosotrosc.

13 Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que veas,

14 sino en el lugar que el Señor

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