15 Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor1a, sino que habéis recibido un espíritu2 de adopciónb como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padrec!
16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritua de que somos hijos de Diosb,