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Revelation 19:1–22:21

Alabanzas en el cielo

Después de esto oí como una gran voza de una gran multitud en el cielo, que decía:

¶¡Aleluya!b

La salvaciónc y la gloria y el poderd pertenecen a nuestro Dios,

2 porque sus juicios son verdaderos y justosa,

pues ha juzgado a la gran ramerab

que corrompía la tierra con su inmoralidad,

y ha vengado la sangre de sus siervos en ella1c.

3 Y dijeron por segunda vez:

¡Aleluyaa!

El humo de ella sube por los siglos de los siglosb.

4 Y los veinticuatro ancianosa y los cuatro seres vivientesb se postraron y adoraron a Diosc, que está sentado en el trono, y decían:

¡Aménd! ¡Aleluyae!

5 Y del trono salió una voz que decía:

Alabad a nuestro Diosa todos sus siervos,

los que le teméisb, los pequeños y los grandes.

Anuncio de las bodas del Cordero

6 Y oí como la voz de una gran multituda, como el estruendo de muchas aguasb y como el sonido de fuertes truenosc, que decía:

¶¡Aleluyaa!

Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reinad.

7 Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloriaa,

porque las bodas del Corderob han llegado y su esposa se ha preparadoc.

8 Y a ella le fue concedido vestirse de lino finoa, resplandeciente y limpio,

porque las acciones justasb de los santos son1 el lino fino.

9 Y el ángela me dijo*: Escribeb: «Bienaventurados los que están invitados1 a la cena de las bodas del Corderoc». Y me dijo*: Estas son palabras verdaderas de Diosd.

10 Entonces caí a sus pies para adorarlea. Y me dijo*b: No hagas eso1; yo soy consiervo tuyo y de tus hermanosc que poseen el testimonio de Jesúsd; adora a Dios. Pues el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

El jinete del caballo blanco

11 Y vi el cielo abiertoa, y he aquí, un caballo blancob; el que lo montaba se llama Fiel y Verdaderoc, y con justicia juzgad y hace la guerra.

12 Sus ojos son una llama de fuegoa, y sobre su cabeza hay muchas diademas1b, y tiene un nombre escritoc que nadie conoce sino Él.

13 Y está vestido de un manto empapado en sangrea, y su nombre es: El Verbo1b de Dios.

14 Y los ejércitos que están en los cielos, vestidos de lino finoa, blanco y limpiob, le seguían sobre caballos blancos.

15 De su boca sale una espada afiladaa para herir con ella a las nacionesb, y las regirá1 con vara de hierroc; y Él pisa el lagar del vino del furor de la irad de Dios Todopoderoso.

16 Y en su manto y en su muslo tiene un nombre escritoa: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORESb.

17 Y vi a un ángel que estaba de pie en el sol. Y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelana en medio del cielob: Venid, congregaosc para la gran cena de Dios,

18 para que comáis carne de reyes, carne de comandantes1 y carne de poderosos, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de todos los hombresa, libres y esclavosb, pequeños y grandesc.

19 Entonces vi a la bestiaa, a los reyes de la tierra y a sus ejércitosb reunidos para hacer guerra contra el que iba montado en el caballoc y contra su ejército.

20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profetaa que hacía señalesb en su presencia1c, con las cuales engañabad a los que habían recibido la marca de la bestiae y a los que adoraban su imagenf; los dos fueron arrojados vivos al lago de fuegog que arde con azufreh.

21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca dela que montaba el caballob, y todas las aves se saciaron de sus carnesc.

Capitulo 20

Satanás atado durante el milenio

Y vi a un ángel que descendía del cieloa, con1 la llave del abismob y una gran cadena en su mano.

2 Prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el Diabloa y Satanás, y lo ató por mil añosb;

3 y lo arrojó al abismoa, y lo cerró y lo selló sobre élb, para que no engañara más a las nacionesc, hasta que se cumplieran los mil años; después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

4 También vi tronosa, y se sentaron sobre ellosb, y se les concedió autoridad para juzgarc. Y vi las almas de los que habían sido decapitadosd por causa del testimonio de Jesúse y de la palabra de Dios, y a los que no habían adorado a la bestia ni a su imagenf, ni habían recibido la marca sobre su frente ni sobre su manog; y volvieron a la vida1h y reinaron con Cristo por mil añosi.

5 Los demás muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años. Esta es la primera resurreccióna.

6 Bienaventurado y santo es el que tiene parte en la primera resurreccióna; la muerte segunda no tiene poder sobre estosb sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristoc, y reinarán con Él por mil añosd.

La derrota de Satanás

7 Cuando los mil años se cumplan, Satanás será soltado de su prisióna,

8 y saldrá a engañar a las nacionesa que están en los cuatro extremos1 de la tierrab, a Gog y a Magogc, a fin de reunirlas para la batallad; el número de ellas es como la arena del mare.

9 Y subieron sobre la anchura de la tierraa, rodearon el campamento de los santosb y la ciudad amadac. Pero descendió fuego del cielod y los devoró.

10 Y el diabloa que los engañabaa fue arrojado al lago de fuego y azufreb, donde también están la bestiac y el falso profetac; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglosd.

El juicio ante el trono blanco

11 Y vi un gran tronoa blanco y al que estaba sentado en él, de cuya presencia1 huyeron la tierra y el cielob, y no se halló lugar para ellosc.

12 Y vi a los muertos, grandes y pequeñosa, de pie delante del trono, y los libros1 fueron abiertosb; y otro libro2 fue abierto, que es el libro de la vidac, y los muertos fueron juzgados por lo que estaba escrito en los libros1d, según sus obrase.

13 Y el mar entregó los muertos que estaban en él, y la Muerte y el Hades1a entregaron a los muertos que estaban en ellosb; y fueron juzgados, cada uno según sus obrasc.

14 Y la Muerte y el Hadesa fueron arrojados al lago de fuegob. Esta es la muerte segundac: el lago de fuego.

15 Y el que no se encontraba inscrito en el libro de la vidaa fue arrojado al lago de fuego.

Capitulo 21

Un cielo nuevo y una tierra nueva

Y vi un cielo nuevo y una tierra nuevaa, porque el primer cielo y la primera tierra pasaronb, y el mar ya no existe.

2 Y vi la ciudad santaa, la nueva Jerusalénb, que descendía del cieloc, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposod.

3 Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Diosa está entre los hombres, y Él habitará entre ellosb y ellos serán su pueblo1, y Dios mismo estará entre ellos2.

4 Él enjugará toda lágrima de sus ojosa, y ya no habrá muerteb, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolorc, porque las primeras cosas han pasadod.

5 Y el que está sentado en el tronoa dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosasb. Y añadió*: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderasc.

6 También me dijo: Hecho está1a. Yo soy el Alfa y la Omegab, el principio y el fin. Al que tiene sed, yo le daréc gratuitamente de la fuente del agua de la vidad.

7 El vencedor1 heredará estas cosasa, y yo seré su Diosb y él será mi hijo.

8 Pero los cobardes, incrédulos1, abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras y todos los mentirososa tendrán su herencia2 en el lago que arde con fuego y azufreb, que es la muerte segundac.

La nueva Jerusalén

9 Y vino uno de los siete ángelesa que tenían las siete copas1b llenas de las últimas siete plagasc, y habló conmigo, diciendo: Vend, te mostraré la noviae, la esposa del Cordero.

10 Y me llevóa en el Espíritu1 a un monte grande y altob, y me mostró la ciudad santac, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,

11 y tenía la gloria de Diosa. Su fulgor1 era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedrab de jaspe cristalinoc.

12 Tenía1 un muro grande y alto con1 docea puertasb, y en las puertas doce ángeles; y en ellas había nombres escritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel.

13 Había tres puertas al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur y tres puertas al oeste.

14 El muro de la ciudad tenía doce cimientosa, y en ellos estaban los doce nombres de los doce apóstolesb del Cordero.

15 Y el que hablaba conmigo tenía una vara de medir de oro1, para medir la ciudada, sus puertas y su murob.

16 Y la ciudad está asentada en forma de cuadro, y su longitud es igual que su anchura. Y midió la ciudad con la vara1, doce mil estadios2; y su longitud, anchura y altura son iguales.

17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos1, según medida humanaa, que es también de ángelb.

18 El material del muro era jaspea, y la ciudad era de oro purob semejante al cristal puroc.

19 Los cimientosa del muro de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas: el primer cimiento, jaspeb; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeraldac;

20 el quinto, sardónice; el sexto, sardio1a; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; y el duodécimo, amatista.

21 Las doce puertasa eran doce perlasb; cada una de las puertas era de una sola perla; y la calle de la ciudad era de oro puroc, como cristal transparented.

22 Y no vi en ella templo1 algunoa, porque su templo1 es el Señor, el Diosb Todopoderoso, y el Corderoc.

23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminena, porque la gloria de Dios la iluminab, y el Corderoc es su lumbrera.

24 Y las naciones andarán a su luza, y los reyes de la tierrab traerán1 a ella su gloria.

25 Sus puertasa nunca se cerrarán de díab (pues allí no habrá nochec);

26 y traerán a ella la gloria y el honor de las nacionesa;

27 y jamás entrará en ellaa nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino solo aquellos cuyos nombres están1 escritos en el libro de la vida del Corderob.

Capitulo 22

El río de la vida y el árbol de la vida

Y me mostróa un ríob de agua de vidac, resplandeciente como cristald, que salía del trono de Dios y del Cordero,

2 en medio de la calle de la ciudad1a. Y a cada lado2b del río estaba el árbol de la vidac, que produce doce clases de3 fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbolb eran para sanidad de las naciones.

3 Y ya no habrá más maldicióna

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