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Matthew 24:1–27:66

Capitulo 24

Profecía sobre la destrucción del templo

aCuando salió Jesús del templo, y se iba, se le1 acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.

2 Mas respondiendo Él, les dijo: ¿Veis1 todo esto? En verdad os digo: no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribadaa.

Señales antes del fin

3 Y estando Él sentado en el monte de los Olivosa, se le acercaron los discípulos en privado, diciendo: Dinos, ¿cuándo sucederá1 esto, y cuál será la señal de tu venida2b y de la consumación3 de este siglo?

4 Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañea.

Porque muchos vendrán en mi nombrea, diciendo: «Yo soy el Cristo1», y engañarán a muchos.

Y habréis de oír de guerras y rumores de guerrasa. ¡Cuidado! No os alarméis, porque es necesario que todo esto suceda; pero todavía no es el fin.

Porque se levantará nación contra nacióna, y reino contra reino, y en diferentes lugares habrá hambre y terremotosb.

Pero todo esto es solo el comienzo de dolores1a.

Entonces os entregarán a tribulacióna, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombreb.

10 Muchos tropezarán1 entonces y caerána, y se traicionarán unos a otros, y unos a otros se odiarán.

11 Y se levantarán muchos profetas falsosa, y a muchos engañarán.

12 Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará.

13 Pero el que persevere hasta el fin, ese será salvoa.

14 Y este evangelio del reino se predicaráa en todo el mundo1b como testimonio a todas las nacionesc, y entonces vendrá el fin.

La abominación de la desolación

15 Por tanto, cuando veáis la abominación de la desolacióna, de que se habló por medio del profeta Daniel, colocada1 en el lugar santob (el que lea, que entiendac),

16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes;

17 el que esté en la azotea, no baje a sacar las cosas de su casaa;

18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa.

19 Pero, ¡ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos díasa!

20 Orad para que vuestra huida no suceda en invierno, ni en día de reposo,

21 porque habrá entonces una gran tribulacióna, tal como no ha acontecido desde el principio del mundo hasta ahora, ni acontecerá jamás.

22 Y si aquellos días no fueran acortados, nadie1 se salvaría; pero por causa de los escogidos2, aquellos días serán acortadosa.

23 Entonces si alguno os dice: «Mirad, aquí está el Cristo1», o «Allí2 está», no le creáisa.

24 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetasa, y mostrarán grandes señales1 y prodigiosb, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos2c.

25 Ved que os lo he dicho de antemano.

26 Por tanto, si os dicen: “Mirad, El está en el desierto”, no vayáis; o Mirad, El está en las habitaciones interiores”, no les creáis.

27 Porque así como el relámpago sale del orientea y resplandece hasta el occidente, así será la venida1b del Hijo del Hombrec.

28 Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres1a.

29 Pero inmediatamente después de la tribulacióna de esos días, el sol se oscureceráb, la luna no dará su luz, las estrellas caeránc del cielo y las potencias de los cielos serán sacudidas.

30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombrea; y entonces todas las tribus de la tierra harán duelo, y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielob con poder y gran gloria.

31 Y Él enviará a sus ángelesa con una gran trompetab y reunirán a sus escogidos1c de los cuatro vientosd, desde un extremo de los cielos hasta el otro2e.

Parábola de la higuera

32 Y de la higuera aprended la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca.

33 Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que Él está1 cerca, a las puertasa.

34 En verdad os digo que no pasará esta generacióna hasta que todo esto suceda.

35 El cielo y la tierra pasarána, mas mis palabras no pasarán.

36 Pero de aquel día y hora nadie sabea, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre.

37 Porque como en los días de Noéa, así será la venida1 del Hijo del Hombreb.

38 Pues así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonioa, hasta el día en que entró Noé en el arcab,

39 y no comprendieron1 hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será la venida2 del Hijo del Hombrea.

40 Entonces estarán dos en el campo; uno será1 llevado y el otro será1 dejado.

41 Dos mujeresa estarán moliendo en el molinob; una será1 llevada y la otra será1 dejada.

42 Por tanto, velad1a, porque no sabéis en qué día vuestro Señor viene.

43 Pero comprended esto1: si el dueño de la casaa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrónb, hubiera estado alerta y no hubiera permitido que entrara en2 su casa.

44 Por eso, también vosotros estad preparadosa, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombreb.

Parábola del siervo fiel y del infiel

45 ¿aQuién es, pues, el siervo fielb y prudentec a quien su señor puso sobred los de su casa para que les diera la comida a su tiempo?

46 Dichoso1 aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así.

47 De cierto os digo que lo pondrá sobre todos sus bienesa.

48 Pero si aquel siervo es malo, y dice en su corazón: «Mi señor tardará1»;

49 y empieza a golpear a sus consiervos, y come y bebe con los que se emborrachan,

50 vendrá el señor de aquel siervo el día que no lo espera, y a una hora que no sabe,

51 y lo azotará severamente1 y le asignará un lugar2 con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientesa.

Capitulo 25

Parábola de las diez vírgenes

Entonces el reino de los cielos será semejantea a diez vírgenes que tomando sus lámparasb, salieron a recibir al novio.

Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentesa.

Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo,

pero las prudentesa tomaron aceite en frascos junto con sus lámparas.

Al tardarse el novio, a todas les dio sueño y se durmieron.

Pero a medianoche se oyó1 un clamor: «¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo».

Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas.

Y las insensatas dijeron a las prudentes: «Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan».

Pero las prudentesa respondieron, diciendo: «No, no sea que no haya suficiente para nosotras y para vosotras; id más bien a los que venden y comprad para vosotras».

10 Y mientras ellas iban a comprar, vino el novio, y las que estaban preparadasa entraron con él al banquete de bodasb, y se cerró la puertac.

11 Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: «Señor, señor, ábrenosa».

12 Pero respondiendo él, dijo: «En verdad os digo que no os conozco».

13 Velad1, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora2a.

Parábola de los talentos

14 aPorque el reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viajeb, llamó a sus siervos y les encomendó sus bienes.

15 Y a uno le dio cinco talentos1a, a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y se fue de viajeb.

16 El que había recibido los cinco talentosa, enseguida fue y negoció con ellos y ganó otros cinco talentos.

17 Asimismo el que había recibido los dos talentos ganó otros dos.

18 Pero el que había recibido uno, fue y cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor.

19 Después de mucho tiempo vino* el señor de aquellos siervos, y arregló* cuentas con ellosa.

20 Y llegando el que había recibido los cinco talentosa, trajo otros cinco talentos, diciendo: «Señor, me entregaste cinco talentos; mira, he ganado otros cinco talentos».

21 Su señor le dijo: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señora».

22 Llegando también el de los dos talentosa, dijo: «Señor, me entregaste dos talentos; mira, he ganado otros dos talentos.”

23 Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señora».

24 Pero llegando también el que había recibido un talentoa, dijo: «Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste,

25 y tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es tuyo».

26 Pero su señor respondió, y le dijo: «Siervo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.

27 »Debías entonces haber puesto mi dinero en el banco1, y al llegar yo hubiera recibido mi dinero2 con intereses.

28 »Por tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los diez talentos».

29 Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitaráa.

30 Y al siervo inútil, echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientesa.

El juicio final

31 Pero cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con Éla, entonces se sentará en el trono de su gloriab;

32 y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritosa.

33 Y pondrá las ovejas a su derechaa y los cabritos a su izquierdab.

34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotrosa desde la fundación del mundob.

35 »Porque tuve hambre, y me disteis de comera; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteisb;

36 estaba desnudo, y me vestisteisa; enfermo, y me visitasteisb; en la cárcel, y vinisteis a c».

37 Entonces los justos le responderán, diciendo: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber?

38 »¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos?

39 »¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?».

40 Respondiendo el Rey, les diráa: «En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a lo hicisteisb».

41 Entonces dirá también a los de su izquierda: «Apartaos de

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