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Isaiah 40:1–48:22

Capitulo 40

Consolación de Israel

Consolad, consolad a mi pueblo—dice vuestro Diosa.

2 Hablada al corazón de Jerusalén

y decidle a voces que su lucha1 ha terminadob,

que su iniquidad ha sido quitada2c,

que ha recibido de la mano del Señor

el doble por todos sus pecadosd.

¶3 Una voz clama1a:

Preparad en el desierto camino al Señor;

allanad en la soledad calzada para nuestro Diosb.

4 Todo valle sea elevado,

y bajado todo monte y collado;

vuélvase llano el terreno escabroso,

y lo abrupto, ancho valle.

5 Entonces será revelada1 la gloria del Señora,

y toda carne a una la veráb,

pues la boca del Señor ha habladoc.

6 Una voz dijo1: Clama.

Entonces él respondió2: ¿Qué he de clamar?

Toda carne es hierba, y todo su esplendor3 es como flor del campoa.

7 Sécase la hierba, marchítase la flora

cuando1 el aliento del Señor sopla sobre ellab;

en verdad el pueblo es hierba.

8 Sécase la hierba, marchítase la flor,

mas la palabra del Dios nuestro permanece para siemprea.

¶9 Súbete a un alto monte,

oh Sión, portador de buenas nuevas1a;

levanta con fuerza tu voz,

oh Jerusalén, portadora de buenas nuevas2;

levántala, no temas.

Di a las ciudades de Judáb:

Aquí está vuestro Diosc.

10 He aquí, el Señor Dios1 vendrá con podera,

y su brazo gobernará por Él.

He aquí, con Él está su galardónb,

y delante de Él su recompensac.

11 Como pastor apacentará su rebañoa,

en su brazo recogerá los corderos,

y en su seno los llevará;

guiará con cuidado a las recién paridas.

¶12 ¿Quién midió las aguas1a en el hueco de su mano,

con su palmo2 tomó la medida de los cielosb,

con un tercio de medida3 calculó4 el polvo de la tierra,

pesó los montes con la báscula,

y las colinas con la balanza?

13 ¿Quién guió1 al Espíritu del Señor,

o como consejero suyo le enseñóa?

14 ¿A quién pidió consejo y quién le dio entendimiento?

¿Quién le instruyó en la senda de la justicia1, le enseñó conocimientoa,

y le mostró el camino de la inteligenciab?

15 He aquí, las naciones son como gota en un cubo,

y son estimadas como grano de polvo en la balanza;

he aquí, Él levanta las islas1 como al polvo finoa.

16 El Líbano no basta para el fuego,

ni bastan sus bestias para el holocaustoa.

17 Todas las naciones ante Él son como nada,

menos que nada e insignificantes1 son consideradas por Éla.

¶18 ¿A quién, pues, asemejaréis a Dios,

o con qué semejanza le compararéisa?

19 El artífice funde el ídolo1,

el orfebre lo recubre de oro

y el platero le hace cadenas de plataa.

20 El que es muy pobre para tal ofrenda

escoge un árbola que no se pudra;

se busca un hábil artífice

para erigir1 un ídolo2 que no se tambaleeb.

¶21 ¿No sabéis? ¿No habéis oído?

¿No os lo han anunciado desde el principioa?

¿No lo habéis entendido desde la fundación1 de la tierrab?

22 Él es el que está sentado sobre la redondez1 de la tierraa,

cuyos habitantes son como langostasb;

Él es el que extiende los cielosc como una cortinad

y los despliega como una tiendae para morar.

23 Él es el que reduce a la nada a los gobernantesa,

y hace insignificantes1 a los jueces de la tierrab.

24 Apenas1 han sido plantados,

apenas1 han sido sembrados,

apenas1 ha arraigado en la tierra su tallo,

cuando2 Él sopla sobre ellos, y se secan,

y la tempestad como hojarasca se los llevaa.

25 ¿A quién, pues, me haréis semejantea

para que yo sea su igual?—dice el Santo.

26 Alzad a lo alto vuestros ojosa

y ved quién ha creado estos astrosb:

el que hace salir en orden a su ejército,

y a todos llama por su nombrec.

Por la grandeza de su fuerza y la fortaleza de su poderd

no falta ni unoe.

¶27 ¿Por qué dices, Jacob, y afirmas, Israel:

Escondido está mi camino del Señora,

y mi derechob pasa inadvertido a mi Diosc?

28 ¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has oídoa?

El Dios eternob, el Señor, el creador de los confines de la tierra

no se fatiga ni se cansa.

Su entendimiento es inescrutablec.

29 El da fuerzas al fatigadoa,

y al que no tiene fuerzas, aumenta el vigorb.

30 Aun los mancebos se fatigan y se cansan,

y los jóvenes tropiezan y vacilana,

31 pero los que esperan en el1 Señor

renovarán sus fuerzasa;

se remontarán con alas2 como las águilasb,

correrán y no se cansarán,

caminarán y no se fatigaránc.

Capitulo 41

Promesa de ayuda a Israel

Guardad silencio ante mía, costas1b,

y renueven sus fuerzas los pueblosc;

acérquensed y entonces hablen,

juntos vengamos a juicioe.

2 ¿Quién ha levantado del orientea

al que Él llama en justiciab a sus pies1?

Ante Él entrega nacionesc,

y a reyes someted.

Los deja como polvo con su espadae,

como hojarasca dispersa con su arcof.

3 Los persigue, pasando seguros

por una senda por donde no habían andado1 sus pies.

4 ¿Quién lo ha hecho y lo ha realizado,

llamando a las generaciones desde el principioa?

Yo, el Señor, soy el primero, y con los postrerosb soyc.

¶5 Las costas1a han visto y temen,

tiemblan los confines de la tierrab,

se han acercado y han venido.

6 Cada uno ayuda a su prójimo,

y dice a su hermano: Sé fuerte.

7 El artífice anima al fundidor,

y el que alisa a martillo al que bate el yunquea,

diciendo de la soldadura: Está bien.

Entonces1 asegura su obra con clavos,

para que no se muevab.

8 Pero tú, Israel, siervo míoa,

Jacob, a quien he escogido,

descendiente1 de Abrahamb, mi amigoc;

9 tú, a quien tomé de los confines de la tierraa,

y desde sus lugares más remotos te llaméb,

y te dije: «Mi siervo eres tú;

yo te he escogidoc y no te he rechazado»:

10 No temas, porque yo estoy contigoa;

no te desalientes1, porque yo soy tu Dios.

Te fortaleceré, ciertamente te ayudaréb,

sí, te sostendré con la diestra de mi justiciac.

11 He aquí, todos los que se enojan contra ti serán avergonzadosa y humillados1;

los que contienden contigo serán como nada y pereceránb.

12 Buscarás a los que riñen contigo, pero no los hallarás;

serán como nada, como si no existierana, los que te hacen guerra.

13 Porque yo soy el Señor tu Dios, que sostiene tu diestraa,

que te dice: «No temas, yo te ayudaréb».

14 No temas, gusanoa de Jacob, vosotros hombres de Israel;

yo te ayudaré—declara el Señor—y tu Redentor es el Santo1 de Israelb.

15 He aquí, te he convertido en trillo nuevo, cortante, de doble filo;

trillarás los montesa y los harás polvob,

y los collados dejarás como hojarascac.

16 Los aventarása, el viento se los llevará,

y la tempestad los dispersará;

pero tú te regocijarás en el Señorb,

en el Santo de Israel te gloriarás.

¶17 Los afligidos1 y los necesitados buscan agua, pero no la hay,

su lengua está reseca de sed.

Yo, el Señor, les responderéa,

yo, el Dios de Israel, no los abandonaréb.

18 Abriré ríos en las alturas desoladasa,

y manantiales en medio de los valles;

transformaré el desierto en estanque de aguas,

y la tierra seca en manantialesb.

19 Pondré en los desiertos el cedro,

la acacia, el mirtoa y el olivo1;

pondré en el yermo el ciprésa,

junto con el olmo y el boja,

20 para que vean y entiendana,

consideren y comprendan a una

que la mano del Señor ha hecho estob,

que el Santo de Israel lo ha creado.

¶21 Presentad1 vuestra causa—dice el Señor.

Exponed vuestros fuertes argumentos

—dice el Rey de Jacoba.

22 Que expongan y nos declaren lo que ha de sucedera.

En cuanto a los hechos anteriores, declarad lo que fueron,

para que los consideremos1 y sepamos su resultado,

o bien, anunciadnos lo que ha de venirb.

23 Declarad lo que ha de venir despuésa,

para que sepamos que vosotros sois diosesb.

Sí, haced algo bueno o malo, para que nos desalentemos1 y temamos a unac.

24 He aquí, vosotros nada sois,

y vuestra obra es vanaa;

abominaciónb es el que os escogec.

¶25 Del norte levanté a unoa, y ha venido;

del nacimiento del sol invocará mi nombre,

y vendrá sobre los gobernantesb, como sobre lodo,

como el alfarero pisotea el barroc.

26 ¿Quién lo anunció desde el principio, para que supiéramos,

o desde tiempos antiguosa, para que dijéramos: Tiene razón?

Ciertamente no había quien lo anunciara,

sí, no había quien lo proclamara,

ciertamente no había quien oyera vuestras palabrasb.

27 Dije primero a Sióna: «Mira, aquí están»,

y a Jerusalén: «Os daré un mensajero de buenas nuevasb».

28 Pero cuando miro, no hay nadiea,

y entre ellos1 no hay consejerosb

a quienes, si les pregunto, puedan responderc.

29 He aquí, todos ellos son falsos1;

sus obras inútilesa,

vientob y vacuidad sus imágenes fundidasc.

Capitulo 42

Promesa de Dios a su Siervo

He aquí mi Siervoa, a quien yo sostengo,

mi escogidob, en quien mi alma se complacec.

He puesto mi Espíritu sobre Éld;

Él traerá justicia a las naciones1e.

2 No clamará ni alzará su voz,

ni hará oír su voz en la calle.

3 No quebrará la caña cascada,

ni apagará el pabilo mortecino;

con fidelidad traerá justicia1a.

4 No se desanimará ni desfalleceráa

hasta que haya establecido en la tierra la justicia1,

y su ley2 esperarán las costas3b.

¶5 Así dice Dios el Señor,

que crea los cielos y los extiendea,

que afirma1 la tierrab y lo que de ella brota2c,

que da aliento al pueblo que hay en ellad,

y espíritu a los que por ella andan:

6 Yo soy el Señor, en justicia te he llamadoa;

te sostendré por la manob y por ti velaréc,

y te pondré como pacto para el pueblod,

como luz para las nacionese,

7 para que abras los ojos a los ciegosa,

para que saques de la cárcel a los presosb,

y de la prisión a los que moran en tinieblas.

8 Yo soy el Señora, ese es mi nombreb;

mi gloria a otro no daréc,

ni mi alabanza a imágenes talladas1d.

9 He aquí, las cosas anteriores se han cumplidoa,

y yo anuncio cosas nuevasb;

antes que sucedan1, os las anuncio.

Canto triunfal

10 Cantad al Señor un cántico nuevoa,

cantad su alabanza desde los confines de la tierrab,

los que descendéis al marc y cuanto hay en éld,

las islas1e y sus moradores.

11 Levanten la voz el desiertoa y sus ciudades,

las aldeas donde habita Cedarb.

Canten de júbilo los habitantes de Selac,

desde las cimas de los montes griten de alegríad.

12 Den gloria al Señora,

y proclamen en las costas1b su alabanza.

13 El Señor como guerrero saldráa,

como hombre de guerra despertará su celob;

gritará, sí, lanzará un grito de guerra,

contra sus enemigos prevalecerác.

¶14 Por mucho tiempo he guardado silencioa,

he estado callado y me he contenido.

Pero ahora grito como mujer de parto,

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