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Hechos de los Apóstoles 13:13–49

Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia

13 Pablo y sus compañeros zarparon de Pafosa, y llegaron a Pergeb de Panfiliac; pero Juand, apartándose de ellos, regresó a Jerusalén,

14 mas ellos, saliendo de Perge, llegaron a Antioquíaa de Pisidiab; y en el día de reposoc entraron a la sinagogad y se sentaron.

15 Después de la lectura de la leya y los profetasb, los oficiales de la sinagogac les mandaron a decir: Hermanos1, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad.

Discurso de Pablo en Antioquía de Pisidia

16 Pablo se levantó, y haciendo señal con la manoa, dijo:

¶Hombres de Israel, y vosotros que teméis a Diosb, escuchad:

17 El Dios de este pueblo de Israel, escogió a nuestros padres y engrandeció1 al pueblo durante su estancia en la tierra de Egiptoa, y con brazo levantado los sacó de ellab.

18 Y por un período como de cuarenta añosa los soportó1 en el desiertob.

19 Después de destruir siete nacionesa en la tierra de Canaánb, repartió sus tierras en herenciac; todo esto duró como cuatrocientos cincuenta añosd.

20 Y después de esto, les dio juecesa hasta el profeta Samuelb.

21 Entonces ellos pidieron un reya, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamínb, durante cuarenta años.

22 Después de quitarloa, les levantó por rey a David, del cual Dios también testificó y dijo: «He hallado a David, hijo de Isaí, un hombre conforme a mi corazónb, que hará toda mi voluntad1».

23 De la descendencia de éstea, conforme a la promesa, Dios ha dado1 a Israel un Salvadorb, Jesúsc,

24 después de que Juan predicó, antes de su venida1, un bautismo de arrepentimientoa a todo el pueblo de Israel.

25 Cuando Juan estaba a punto de terminar su carreraa, decía: «¿Quién pensáis que soy yo? Yo no soy el Cristo; mas he aquí, viene tras mí uno de quien yo no soy digno de desatar las sandalias de sus piesb».”

26 Hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios, a nosotros1 nos es enviada la palabra de esta salvacióna.

27 Pues los que habitan en Jerusalén y sus gobernantesa, sin reconocerleb a Él ni las palabras1 de los profetasc que se leen todos los días de reposod, cumplieron estas escrituras, condenándole.

28 Y aunque no hallaron causa para darle muerte, pidieron a Pilato que le hiciera matar1a.

29 Y cuando habían cumplido todo lo que estaba escrito acerca de Éla, le bajaron de la cruz1b y le pusieron en un sepulcroc.

30 Pero Dios le levantó de entre los muertosa;

31 y por muchos días se apareció a los que habían subido con Él de Galileaa a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigosb ante el pueblo.

32 Y nosotros os anunciamos la buena nueva1a de que la promesa hecha a los padresb,

33 Dios la ha cumplido a nuestros hijos1 al resucitar a Jesúsa, como también está escrito en el salmo segundo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoyb.

34 Y en cuanto a que le resucitó de entre los muertosa para nunca más volver a corrupción, Dios ha hablado de esta manera: Os daré las santas y fieles misericordias1 prometidas a Davidb.

35 Por tanto dice también en otro salmo: No permitirás1 que tu Santo2 vea corrupcióna.

36 Porque David, después de haber servido el propósito de Diosa en su propia generación1, durmió2b, y fue sepultado con sus padresc, y vio corrupción.

37 Pero aquel a quien Dios resucitóa no vio corrupción.

38 Por tanto, hermanos, sabed que por medio de El1 os es anunciado el perdón de los pecadosa;

39 y que de todas las cosas de que no pudisteis ser justificados1 por la ley de Moisés2, por medio de El, todo aquel que cree es justificado1a.

40 Tened, pues, cuidado de que no venga sobre vosotros aquello de que se habla en los profetasa:

41 Mirad, burladores, maravillaos y pereced1;

porque yo hago una obra en vuestros días,

una obra que nunca creeríais aunque alguno os la describieraa.

Pablo se dirige a los gentiles

42 Al salir Pablo y Bernabé1, la gente2 les rogaba que el siguiente día de reposoa les hablaran de estas cosas3.

43 Y terminada la reunión de la sinagoga, muchos de los judíos y de los prosélitos1a temerosos de Diosb siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes, hablándoles, les instaban a perseverar en la gracia de Diosc.

44 El siguiente día de reposoa casi toda la ciudad se reunió para oír la palabra del Señor1.

45 Pero cuando los judíos vieron la muchedumbre, se llenaron de celo, y blasfemando, contradecían lo que Pablo decíaa.

46 Entonces Pablo y Bernabé hablaron con valor y dijeron: Era necesario que la palabra de Dios os fuera predicada primeramente a vosotrosa; mas ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentilesb.

47 Porque así nos lo ha mandado el Señor:

Te he puesto como luz para los gentilesa,

a fin de que lleves1 la salvación hasta los confines de la tierrab.

48 Oyendo esto los gentiles, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor1a; y creyeron cuantos estaban ordenados a vida eternab.

49 Y la palabra del Señora se difundía por toda la región.

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