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Colossians 2:1–3:25

Capitulo 2

Preocupación de Pablo por los colosenses

Porque quiero que sepáis qué gran luchaa tengo por vosotros y por los que están en Laodiceab, y por todos los que no me han visto en persona1,

2 para que sean alentados sus corazonesa, y unidosb en amor, alcancen todas las riquezasc que proceden de una plena seguridad de comprensión, resultando en un verdadero conocimiento del misterio de Dios1d, es decir, de Cristoe,

3 en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimientoa.

4 Esto lo digoa para que nadie os engañe con razonamientos persuasivos1b.

5 Porque aunque estoy ausente en el cuerpo1, sin embargo estoy con vosotros en espíritua, regocijándome al ver2 vuestra buena disciplina3b y la estabilidad4 de vuestra fec en Cristo.

6 Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesúsa el Señor, así andad1 en Élb;

7 firmemente arraigadosa y edificados en Élb y confirmados en1 vuestra fec, tal como fuisteis instruidosd, rebosando de2 gratitud3.

Jesucristo: Dios, salvador y vencedor

8 Mirad que nadie os haga cautivosa por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombresb, conforme a los principios1 elementales del mundoc y no según Cristo.

9 Porque toda la plenitud de la Deidad residea corporalmente en Él,

10 y habéis sido hechos completos1 en Éla, que es la cabeza sobre2 todo poder y autoridadb;

11 en Él también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manosa, al quitar el cuerpo de la carneb mediante la circuncisión de Cristo;

12 habiendo sido sepultados con Él en el bautismo, en el cual también habéis resucitado con Éla por la fe en la acción del poder de Dios, que le resucitó de entre los muertosb.

13 Y cuando estabais muertos en1 vuestros delitosa y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él, habiéndonos2 perdonado todos los delitosb,

14 habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotrosa y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruzb.

15 Y habiendo despojadoa a1 los poderes y autoridadesb, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él2.

Advertencias contra mandamientos de hombres

16 Por tanto, que nadie se constituya en vuestro juez1 con respecto a comida o bebidaa, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposob;

17 cosas que solo son sombra de lo que ha de venira, pero el cuerpo1 pertenece a Cristo2.

18 Nadie os defraude de vuestro premio1a deleitándose en la humillación de sí mismo2b y en la adoración de los ángeles, basándose en las visiones que ha visto, hinchado sin causac por su mente carnald,

19 pero no asiéndose a la Cabezaa, de la cual todo el cuerpo, nutrido y unido por las coyunturas y ligamentos1, crece con un crecimientob que es de Dios.

20 Si habéis muerto con Cristo a los principios1 elementales del mundoa, ¿por qué, como si aún vivierais en el mundob, os sometéis a preceptos talesc como:

21 no manipules1, ni gustes, ni toques

22 (todos los cuales se refieren a cosas destinadas a perecer con el uso1a), según los preceptos y enseñanzas de los hombresb?

23 Tales cosas tienen a la verdad, la apariencia de sabiduría en una religión humana1, en la humillación de sí mismo2a y en el trato severo del cuerpob, pero carecen de valor alguno contra los apetitos de la carnec.

Capitulo 3

La meta del cristiano

Si habéis, pues, resucitado con Cristoa, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Diosb.

2 Poned la mira1 en las cosas de arriba, no en las de la tierraa.

3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristoa en Dios.

4 Cuando Cristo, nuestra1 vidaa, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloriab.

La vida vieja y la vida nueva

5 Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenala como muertos1 a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatríab.

6 Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia1 por causa de estas cosasa,

7 en las cuales vosotros también anduvisteisa en otro tiempo cuando vivíais en ellas.

8 Pero ahora desechad también vosotros todas estas cosasa: ira, enojo, malicia, maledicenciab, lenguaje soez de vuestra bocac.

9 No mintáis1a los unos a los otros, puesto que habéis desechado al viejo hombreb con sus malos hábitos,

10 y os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovandoa hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagenb de aquel que lo creóc;

11 una renovación en la cual no hay distinción entre griego y judíoa, circunciso e incircunciso1b, bárbaro2c, escita3, esclavo o libred, sino que Cristo es todo, y en todose.

12 Entonces, como escogidosa de Dios, santos y amados, revestíosb de tierna compasión, bondadc, humildad, mansedumbre y paciencia1d;

13 soportándoos unos a otrosa y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotrosb.

14 Y sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo1a de la unidad2b.

15 Y que la paz de Cristo1 reine2 en vuestros corazonesa, a la cual en verdad3 fuisteis llamados en un solo cuerpob; y sed agradecidos.

16 Que la palabra de Cristo1a habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otrosb con salmos, himnos y canciones espiritualesc, cantandod a Dios con acción de gracias2 en vuestros corazones.

17 Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesúsa, dando gracias por medio de Él a Dios el Padreb.

Relaciones sociales del cristiano

18 aMujeres, estad sujetas a vuestros maridosb, como conviene en el Señor.

19 Maridos, amad a vuestras1 mujeresa y no seáis ásperos2 con ellas.

20 Hijos, sed obedientes a vuestros padres en todo, porque esto es agradable al1 Señora.

21 Padres, no exasperéis1 a vuestros hijosa, para que no se desalienten.

22 Siervos1, obedeced en todo a vuestros2 amos en la tierra3a, no para ser vistos4, como los que quieren agradar a los hombres, sino con sinceridad de corazón, temiendo al Señorb.

23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombresa,

24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensaa de la herenciab. Es a Cristo el Señor a quien servísc.

25 Porque el que procede con injusticia sufrirá las consecuencias del mal que ha cometidoa, y eso, sin acepción de personasb.

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