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Acts 14:1–23:35

Capitulo 14

Pablo y Bernabé en Iconio

Aconteció que en Iconioa entraron juntos en la sinagogab de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitudc, tanto de judíos como de griegosd.

2 Pero los judíos que no creyeron1a, excitaron y llenaron de odio los ánimos2 de los gentilesb contra los hermanosc.

3 Con todo, se detuvieron allí mucho tiempo hablando valientemente confiados en el Señor que confirmaba1 la palabra de su graciaa, concediendo que se hicieran señales2 y prodigiosb por medio de sus manos.

4 Pero la multitud de la ciudad estaba divididaa, y unos estaban con los judíosb y otros con los apóstolesc.

5 Y cuando los gentiles y los judíos, con sus gobernantes, prepararon un atentado para maltratarlosa y apedrearlosb,

los apóstoles se dieron cuenta de ello y huyeron a las ciudades de Licaoniaa, Listrab, Derbec, y sus alrededores;

7 y allí continuaron anunciando el evangelioa.

Pablo y Bernabé en Listra

8 Y había en Listraa un hombre que estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo desde el seno de su madre y que nunca había andadob.

9 Este escuchaba hablar a Pablo, el cual, fijando la mirada en éla, y viendo que tenía fe para ser sanado1b,

10 dijo con fuerte voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él dio un salto y anduvoa.

11 Cuando la multitud vio lo que Pablo había hecho, alzaron la voz, diciendo en el idioma de Licaoniaa: Los dioses se han hecho semejantes a hombresb y han descendido a nosotros.

12 Y llamaban a Bernabé, Júpiter1, y a Pablo, Mercurio2, porque este era el que dirigía la palabra.

13 Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba en las afueras de1 la ciudad, trajo toros y guirnaldas a las puertas, y quería ofrecer sacrificiosa juntamente con la multitud.

14 Pero cuando lo oyeron los apóstolesa Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropasb y se lanzaron en medio de la multitud, gritando

15 y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis estas cosas? Nosotros también somos hombres de igual naturaleza que vosotrosa, y os anunciamos el evangeliob para que os volváis de estas cosas vanas1c a un Dios vivod, que hizo el cielo, la tierra, el mar, y todo lo que en ellos haye;

16 el cual en las generaciones pasadas permitió que todas las naciones1 siguieran sus propios caminosa;

17 y sin embargo, no dejó de dar testimonio de sí mismoa, haciendo bien y dándoos lluvias del cielo y estaciones fructíferasb, llenando vuestros corazones de sustento y de alegría.

18 Y aun diciendo estas palabras, apenas pudieron impedir que las multitudes les ofrecieran sacrificio.

Pablo apedreado en Listra

19 Pero vinieron algunos judíos de Antioquíaa y de Iconiob, y habiendo persuadido a la multitudc, apedrearon a Pablod y lo arrastraron1 fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto.

20 Pero mientras los discípulosa lo rodeaban, él se levantó y entró en la ciudad. Y al día siguiente partió con Bernabé a Derbeb.

21 Y después de anunciar el evangelioa a aquella ciudad y de hacer muchos discípulosb, volvieron a Listrac, a Iconiod y a Antioquíae,

22 fortaleciendo los ánimos de los discípulosa, exhortándolos a que perseveraran en la feb, y diciendo: Es necesario que a través de muchas tribulacionesc entremos en el reino de Dios.

23 Después que les designarona ancianosb en cada iglesia, habiendo orado con ayunosc, los encomendaron al Señord en quien habían creído.

24 Pasaron por Pisidiaa y llegaron a Panfiliab.

25 Y después de predicar1 la palabra en Pergea, descendieron a Atalia;

26 y de allí se embarcaron para Antioquíaa, donde habían sido encomendadosb a la gracia de Diosc para la obra que habían cumplido.

27 Cuando llegaron y reunieron a la iglesia, informaron de todas las cosas que Dios había hecho con ellosa, y cómo1 había abierto a los gentiles la puertab de la fe.

28 Y se quedaron mucho tiempo1 con los discípulosa.

Capitulo 15

El problema de los judaizantes

Y algunos descendieron de Judea y enseñaban a los hermanosa: Si no os circuncidáisb conforme al rito de Moisésc, no podéis ser salvosd.

2 Como Pablo y Bernabé tuvieran gran1 disensión y debatea con ellos, los hermanos determinaron2 que Pablo y Bernabé, y algunos otros de ellos subieran a Jerusalénb a los apóstoles y a los ancianosc para tratar esta cuestión.

3 Así que, siendo enviados por la iglesiaa, pasaron por Feniciab y Samaria, relatando detalladamente la conversión de los gentilesc, y causaban gran gozo a todos los hermanosd.

4 Cuando llegaron a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia, los apóstoles y los ancianosa, e informaron de todo lo que Dios había hecho con ellosb.

5 Pero algunos de la sectaa de los fariseosb que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlosc y mandarles que guarden la ley de Moisés.

El concilio de Jerusalén

6 Entonces los apóstoles y los ancianosa se reunieron para considerar1 este asunto2.

7 Y después de mucho debatea, Pedro se levantó y les dijo: Hermanos1, vosotros sabéis que en los primeros días2 Dios escogió de entre vosotros que por mi boca los gentiles oyeran la palabra del evangeliob y creyeranc.

8 Y Dios, que conoce el corazóna, les dio testimonio dándoles el Espíritu Santo, así como también nos lo dio a nosotrosb;

9 y ninguna distinción hizo entre nosotros y ellosa, purificando por la fe sus corazonesb.

10 Ahora pues, ¿por qué tentáis a Diosa poniendo sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevarb?

11 Creemos más bien que somos salvos por la gracia del Señor Jesúsa, de la misma manera que ellos también lo son.

12 Toda la multitud hizo silencio, y escuchaban a Bernabé y a Pablo, que relataban las señales1 y prodigiosa que Dios había hecho entre los gentiles por medio de ellosb.

13 Cuando terminaron de hablar, Jacobo1a respondió, diciendo: Escuchadme, hermanos.

14 Simón1a ha relatado cómo Dios al principio tuvo a bien2 tomar de entre los gentiles un pueblo para su nombre.

15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetasa, tal como está escrito:

16 aDespués de esto volveréb,

y reedificaré el tabernáculo1 de David que ha caído.

Y reedificaré sus ruinas,

y lo levantaré de nuevo,

17 para que el resto de los hombres busque al Señora,

y todos los gentiles1 que son llamados por mi nombre2b,

18 dice el Señora, que hace saber todo esto1 desde tiempos antiguosb.

19 Por tanto, yo juzgo que no molestemosa a los que de entre los gentiles se convierten a Dios,

20 sino que les escribamos que se abstengan de cosas contaminadas1 por los ídolosa, de fornicación, de lo estrangulado y de sangreb.

21 Porque Moisés desde generaciones antiguas tiene en cada ciudad quienes lo prediquen, pues todos los días de reposo es leídoa en las sinagogas.

La carta del concilio a los gentiles

22 Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianosa, con toda la iglesia, escoger de entre ellos algunos hombres para enviarlos a Antioquíab con Pablo y Bernabé: a Judas, llamado Barsabás, y a Silasc, hombres prominentes entre los hermanosd,

23 y enviaron esta carta con ellos1:

Los apóstoles, y los hermanos que son ancianos2a, a los hermanosb en Antioquíac, Siriad y Ciliciae que son de los gentiles, saludosf.

24 Puesto que hemos oído que algunos de entre nosotros, a quienes no autorizamos, os han inquietadoa con sus palabrasb, perturbando vuestras almas,

25 nos pareció biena, habiendo llegado a un común acuerdo1, escoger algunos hombres para enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo,

26 hombres que han arriesgado1 su vidaa por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

27 Por tanto, hemos enviado a Judas y a Silasa, quienes también os informarán las mismas cosas verbalmente1.

28 Porque pareció biena al Espíritu Santob y a nosotrosc no imponeros mayor carga que estas cosas esenciales:

29 que os abstengáis de cosas sacrificadas a los ídolos, de sangre, de lo estrangulado y de fornicacióna. Si os guardáis de tales cosas1, bien haréis. Pasadlo bien.

Judas y Silas en Antioquía

30 Así que ellos, después de ser despedidos, descendieron a Antioquíaa; y reuniendo a la congregación1, entregaron la carta;

31 y cuando la leyeron, se regocijaron por el consuelo1 que les impartía.

32 Siendo Judas y Silasa también profetasb, exhortaron y confortaron a los hermanosc con un largo mensaje.

33 Y después de pasar allí algún tiempo, fueron despedidos en paza por los hermanos para volver a aquellos que los habían enviadob.

34 1Pero a Silas le pareció bien quedarse allí.

35 Mas Pablo y Bernabéa se quedaron en Antioquía, enseñando y predicando con muchos otros, la1 palabrab del Señorc.

Pablo y Bernabé se separan

36 Después de algunos días Pablo dijo a Bernabé: Volvamos y visitemos a los hermanos en todas las ciudadesa donde hemos proclamado la palabra del Señorb, para ver cómo están.

37 Bernabé quería llevar también con ellos a Juan, llamado Marcosa,

38 pero Pablo consideraba que no debían llevar consigo a quien los había desertado en1 Panfiliaa y no los había acompañado en2 la obra.

39 Se produjo un desacuerdo tan grande que se separaron el uno del otro, y Bernabé tomó consigo a Marcosa y se embarcó rumbo a Chipreb.

40 Mas Pablo escogió a Silasa y partió, siendo encomendado por los hermanos a la gracia del Señorb.

41 Y viajaba por Siriaa y Ciliciab confirmando a las iglesias.

Capitulo 16

Pablo escoge a Timoteo

Llegó también a Derbe y a Listraa. Y1 estaba allí cierto discípulo llamado Timoteob, hijo de una mujer judía creyentec, pero de padre griego,

2 del cual hablaban elogiosamente los hermanosa que estaban en Listrab y en Iconioc.

3 Pablo quiso que este fuera1 con él, y lo tomó y lo circuncidóa por causa de los judíos que había en aquellas regiones, porque todos sabían que su padre era griego.

4 Y conforme pasaban por las ciudades, entregaban los acuerdosa tomados por los apóstoles y los ancianosb que estaban en Jerusalén, para que los observaran.

5 Así que las iglesiasa eran confirmadas en la fe1, y diariamente crecían en númerob.

Visión de Pablo del hombre macedonio

6 Pasaron por la región de Frigiaa y Galacia1b, habiendo sido impedidos por el Espíritu Santo de hablar la palabra en Asia2c,

7 y cuando …

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