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2º Reyes 22:3–23:25

3 aY1 en el año dieciocho del rey Josías, el rey envió al escriba Safán, hijo de Azalía, de Mesulam, a la casa del Señor, diciendo:

4 Ve1 al sumo sacerdote Hilcías para que cuente2 el dinero traído a la casa del Señor, que los guardianes del umbral han recogido del puebloa,

5 y que lo pongan en mano de los obreros encargados de supervisar la casa del Señor, y que ellos lo den a los obreros que están asignados en la casa del Señor para reparar los daños1 de la casaa,

6 a los carpinteros, a los constructores y a los albañiles, y para comprar maderas y piedra de cantería para reparar la casa.

7 Pero no se les pedirá cuenta del dinero entregado en sus manos porque obran con fidelidada.

Hallazgo del libro de la ley

8 Entonces el sumo sacerdote Hilcías dijo al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa del Señor. E Hilcías dio el libro a Safána, y este lo leyó.

9 Y el escriba Safán vino al rey, y trajo palabra al rey, diciendo: Tus siervos han tomado1 el dinero que se halló en la casa, y lo han puesto en mano de los obreros encargados de supervisar la casa del Señor.

10 El escriba Safán informó también al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y Safán lo leyó en la presencia del rey.

11 Y sucedió que cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidosa.

12 Entonces el rey ordenó al sacerdote Hilcías, a Ahicam, hijo de Safána, a Acbor, hijo de Micaías1, al escriba Safán y a Asaías, siervo del rey, diciendob:

13 Id, consultad al Señor por mí, por el pueblo y por todo Judá acerca de las palabras de este libro que se ha encontrado, porque grande es la ira del Señor que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no han escuchado las palabras de este libro, haciendo conforme a todo lo que está escrito de nosotrosa.

14 Entonces el sacerdote Hilcías, y Ahicam, Acbor, Safán y Asaías fueron a la profetisa Hulda, mujer de Salum, hijo de Ticvaa, hijo de Harhas, encargado del vestuario; ella habitaba en Jerusalén en el segundo sectorb, y hablaron con ella.

15 Y ella les dijo: Así dice el Señor, Dios de Israel: «Decid al hombre que os ha enviado a mí:

16 “Así dice el Señor: ‘He aquí, voy a traer mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, según todas las palabras del libroa que ha leído el rey de Judá.

17 ‘Por cuanto me han abandonado y han quemado incienso a otros diosesa para provocarme a ira con toda la obra de sus manos, por tanto mi ira arde contra este lugar y no se apagará’ ”».

18 Pero al rey de Judá que os envió a consultar al Señor, así le diréis: «Así dice el Señor, Dios de Israel: “En cuanto a las palabras que has oídoa,

19 porque se enterneció tu corazóna y te humillaste delante del Señor cuando oíste lo que hablé contra este lugar y contra sus habitantesb, que vendrían a ser desolaciónc y maldiciónd, y has rasgado tus vestidose y has llorado delante de mí, ciertamente te he oído”—declara el Señor.

20 “Por tanto, he aquí, te reuniré con tus padres y serás recogido en tu sepultura en paz, y tus ojos no verán todo el mal que yo voy a traer sobre este lugara”». Y llevaron la respuesta al rey.

Capitulo 23

Reformas del rey Josías

aEntonces el rey mandó reunir con él a todos los ancianos de Judá y Jerusalén.

2 Y subió el rey a la casa del Señor, y con él todos los hombres de Judá, todos los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor; y leyó en su presencia1 todas las palabras del libro del pactoa que había sido hallado en la casa del Señorb.

3 Después el rey se puso en pie junto a la columna e hizo pacto delante del Señora de andar en pos del Señor y de guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutosb con todo su corazón y con toda su alma, para cumplir las palabras de este pacto escritas en este libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto.

4 Entonces el rey ordenó que el sumo sacerdote Hilcías y los sacerdotes de segundo orden y los guardianes del umbrala, sacaran del templo del Señor todas las vasijas que se habían hecho para Baal, para la Asera1 y para todo el ejército de los cielosb, y los quemó fuera de Jerusalén en los campos del Cedrón y llevó sus cenizas a Betelc.

5 Quitó a los sacerdotes idólatras que los reyes de Judá habían nombrado para quemar incienso en los lugares altos en las ciudades de Judá y en los alrededores de Jerusalén, también a los que quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, a las constelaciones y a todo el ejército de los cielosa.

6 Y sacó la Asera de la casa del Señor fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón, y la quemó junto al torrente Cedrón; la redujo a polvoa y arrojó el polvo sobre los sepulcros de los hijos del pueblob.

7 También derribó las casas de los dedicados a la prostitución1a que estaban en la casa del Señor, donde las mujeres tejíanb pabellones2 para la Asera.

8 Entonces trajo a todos los sacerdotes de las ciudades de Judá, y profanó los lugares altos donde los sacerdotes habían quemado incienso, desde Gebaa hasta Beerseba, y derribó los lugares altos de las puertas que estaban a la entrada de la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, a la izquierda de la puerta de la ciudad.

9 Sin embargo, los sacerdotesa de los lugares altos no podían subir al altar del Señor en Jerusalén, sino que comían panes sin levadura1 entre sus hermanos.

10 También profanó al Tofet1 que está en el valle de Ben-hinom, para que nadie hiciera pasar por fuegoa a su hijo o a su hijab para honrar a Molocc.

11 A la entrada de la casa del Señor, junto a la cámara de Natán-melec, el oficial que estaba en las dependencias, quitó los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sola, y prendió fuego a los carros del sol.

12 Y los altares que estaban sobre el techoa, el aposento alto de Acaz que habían hecho los reyes de Judá, y los altares que había hecho Manasés en los dos atrios de la casa del Señor el rey los derribób, los destrozó1 allí y arrojó su polvo al torrente Cedrónc.

13 El rey también profanó los lugares altos que estaban frente a Jerusalén, los que estaban a la derecha del monte de destrucción, que Salomón, rey de Israel, había edificado a Astoret, abominación de los sidonios, y a Quemos, abominación de Moaba, y a Milcomb, ídolo abominable de los hijos de Amónc.

14 Asimismo hizo pedazos los pilares sagradosa, derribó las Aseras y llenó sus lugares con huesos humanosb.

15 Además, derribó el altar que estaba en Betela y el lugar alto que había hecho Jeroboam, hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel, o sea, derribó también aquel altar y el lugar altob, destruyó sus piedras1, las redujo a polvo y quemó la Aserac.

16 Al volverse Josías, vio los sepulcros que estaban allí en el monte, y envió a recoger los huesos de los sepulcros y los quemó sobre el altar, profanándolo, conforme a la palabra del Señor que había proclamado el hombre de Diosa que había anunciado estas cosas.

17 Entonces dijo: ¿Qué monumento es este que veo? Y los hombres de la ciudad le dijeron: Es el sepulcro del hombre de Dios que vino de Judá y proclamó estas cosas que has hecho contra el altar de Betela.

18 Y él dijo: Dejadlo en paz; que nadie moleste sus huesos. Así dejaron sus huesos intactos1 con los huesos del profeta que vinoa de Samaria.

19 Josías quitó también todas las casas de los lugares altos que estaban en las ciudades de Samaria, las cuales habían hecho los reyes de Israel provocando a ira al Señor1a; les hizo tal y como2 había hecho en Betel.

20 Y mató sobre los altares a todos los sacerdotes de los lugares altos que estaban allí, y quemó huesos humanos sobre ellosa. Y regresó a Jerusalén.

21 aEntonces el rey ordenó a todo el pueblo, diciendo: Celebrad la Pascua al Señor vuestro Dios como está escrito en este libro del pactob.

22 En verdad que tal Pascua no se había celebrado desde los días de los jueces que gobernaban a Israel, ni en ninguno de los días de los reyes de Israel y de los reyes de Judáa.

23 solo en el año dieciocho del rey Josías fue celebrada esta Pascua al Señor en Jerusalén.

24 Josías también quitó1 los médium y los espiritistasa, los ídolos domésticos2b y los otros ídolosc, y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, con el fin de confirmar3 las palabras de la leyd que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa del Señore.

25 Y antes de él no hubo rey como él que se volviera al Señor con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés, ni otro como él se levantó después de éla.

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