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1 Timothy 1:1–5:25

Capitulo 1

Saludo

Pablo, apóstola de Cristo Jesúsb por mandatoc de Dios nuestro Salvadord, y de Cristo Jesús nuestra esperanzae,

2 a Timoteoa, verdadero hijo en la feb: Graciac, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús nuestro Señord.

Advertencia contra doctrinas extrañas

3 Como te rogué al partir para Macedoniaa que te quedaras en Efesob para que instruyeras a algunos que no enseñaran doctrinas extrañasc,

4 ni prestaran atención a1 mitosa y genealogíasb interminables, lo que da lugar a discusiones2c inútiles en vez de hacer avanzard el plan3 de Dios que es por fe, así te encargo ahora.

5 Pero el propósito1 de nuestra instrucción2a es el amor nacido de un corazón purob, de una buena concienciac y de una fe sincera3d.

Pues algunos, desviándose de estas cosas, se han apartado hacia una vana palabrería1a,

7 queriendo sera maestros de la leyb, aunque no entienden lo que dicen ni las cosas acerca de las cuales hacen declaraciones categóricas.

8 Pero nosotros sabemos que la leya es buena, si uno la usa legítimamente,

9 reconociendo esto: que la leya no ha sido instituida para el justo, sino para los transgresores y rebeldesb, para los impíosc y pecadores, para los irreverentes y profanosd, para los parricidas y matricidas, para los homicidas,

10 para los inmorales1a, homosexualesb, secuestradoresc, mentirososd, perjurose, y para cualquier otra cosa que es contraria a la sana doctrinaf,

11 según el glorioso evangelioa del Dios benditob, que me ha sido encomendadoc.

Gratitud de Pablo por la gracia de Dios

12 Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señora, que me ha fortalecidob, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerioc;

13 aun habiendo sido yo antes blasfemo, perseguidora y agresor. Sin embargo, se me mostró misericordiab porque lo hice por ignorancia en mi incredulidadc.

14 Pero la graciaa de nuestro Señor fue más que abundante, con la feb y el amor que se hallan en Cristo Jesús.

15 Palabra fiela y digna de ser aceptada por todos1: Cristo Jesúsb vino al mundo para salvar a los pecadoresc, entre los cuales yo soy el primerod.

16 Sin embargo, por esto hallé misericordiaa, para que en mí, como el primero, Jesucristo demostrara toda su paciencia1b como un ejemplo para los que habrían de creer en Él para vida eterna.

17 Por tanto, al Rey eterno1a, inmortalb, invisiblec, único Diosd, a Él sea honor y gloriae por los siglos de los siglos. Amén.

Instrucciones a Timoteo

18 Esta comisión1a te confío, hijob Timoteo, conforme a las profecíasc que antes se hicieron en cuanto a ti, a fin de que por ellas pelees la buena batallad,

19 guardando la fea y una buena conciencia, que algunos han rechazado y naufragaron en lo que toca a la feb.

20 Entre los cuales están Himeneoa y Alejandrob, a quienes he entregado a Satanásc, para que aprendan a no blasfemard.

Capitulo 2

Llamado a la oración

Exhorto, pues, ante todo que se hagan rogativasa, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres;

2 por los reyesa y por todos los que están en autoridad1, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad2.

Porque esto es bueno y agradable delante de Diosa nuestro Salvador,

4 el cual quierea que todos los hombres sean salvosb y vengan al pleno conocimiento1 de la verdadc.

5 Porque hay un solo Diosa, y también un solo mediadorb entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombrec,

6 quien se dio a sí mismoa en rescate por todos, testimoniob dado a su debido tiempo1c.

7 Y para estoa yo fui constituido predicador1 y apóstolb (digo la verdadc en Cristo2, no miento) como maestro de los gentilesd en fe y verdad.

8 Por consiguiente, quiero que en todoa lugar los hombres orenb levantandoc manos santasd, sin ira ni discusiones.

Instrucciones para la mujer cristiana

9 Asimismo, que las mujeresa se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso1, no con oro, o perlas, o vestidos costosos;

10 sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad.

11 Que la mujer aprendaa calladamente, con toda obediencia.

12 Yo no permitoa que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada.

13 Porque Adána fue creado1 primero, después Eva.

14 Y Adán no fue el engañado, sino que la mujera, siendo engañada completamente, cayó en transgresión.

15 Pero se salvará engendrando hijos, si permanece en fe, amor y santidada, con modestia.

Capitulo 3

Requisitos para los obispos

Palabra fiel es estaa: Si alguno aspira al cargo de obispo1b, buena obra desea hacer.

2 Un1 obispoa debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujerb, sobrioc, prudente, de conducta decorosa, hospitalariod, apto para enseñare,

3 no dado a la bebida1a, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avariciosob.

4 Que gobierne bien su casaa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad

5 (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Diosa?);

6 no un recién convertido, no sea que se envanezcaa y caiga en la condenación en que cayó el1 diablob.

7 Debe gozar también de1 una buena reputacióna entre los de afuera de la iglesiab, para que no caiga en descrédito y en el lazo del diabloc.

Requisitos para los diáconos

8 De la misma manera, también los diáconosa deben ser dignos, de una sola palabra1, no dados al mucho vinob, ni amantes de ganancias deshonestasc,

sino guardando el misterio de la fea con limpia conciencia.

10 Que también estos sean sometidos a prueba primeroa, y si son irreprensibles, que entonces sirvan como diáconos.

11 De igual manera, las mujeres1 deben ser dignas, no calumniadorasa, sino sobriasb, fieles en todo.

12 Que los diáconosa sean maridosb de una sola mujer, y que gobiernen bien1c sus hijos y sus propias casas.

13 Pues los que han servido bien como diáconosa obtienen para sí una posición honrosa1 y gran confianza en la fe que es en Cristo Jesús.

El misterio de la piedad

14 Te escribo estas cosas, esperando ir a ti pronto,

15 pero en caso que me tarde1, te escribo para que sepas cómo debe conducirse uno2 en la casa de Diosa, que es la iglesiab del Dios vivoc, columnad y sostén de la verdad.

16 E indiscutiblemente1, grande es el misterioa de la piedad:

Él2 fue manifestado en la carneb,

vindicado3c en4 el Espíritu,

contemplado por ángelesd,

proclamado entre las nacionese,

creído en el mundof,

recibido arriba en gloriag.

Capitulo 4

Predicción de la apostasía

Pero el Espíritua dice claramente que en los últimos tiemposb algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadoresc y a doctrinas de demoniosd,

2 mediante la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la concienciaa;

3 prohibiendo casarsea y mandando abstenerse de alimentosb que Dios ha creadoc para que con acción de graciasd participen de ellos los que creen y que han conocido la verdad.

4 Porque todo lo creado por Diosa es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de graciasb;

5 porque es santificado mediante la palabra de Diosa y la oración.

El buen ministro de Cristo

6 Al señalar estas cosas a los hermanosa serás un buen ministrob de Cristo Jesús, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrinac que has seguidod.

7 Pero nada tengas que ver con las fábulasa profanasb propias de viejas. Más bien disciplínate a ti mismo1 para la piedadc;

8 porque el ejercicio físicoa aprovecha poco, pero la piedadb es provechosa para todo, pues tiene promesac para la vida presented y también para la futura.

9 Palabra fiel es estaa, y digna de ser aceptada por todos1.

10 Porque por esto trabajamos y nos esforzamos, porque hemos puesto nuestra esperanzaa en el Dios vivob, que es el Salvador de todos los hombresc, especialmente de los creyentes.

11 Esto manda y enseña1a.

12 No permitasa que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de1 los creyentesb en palabra, conducta, amor, fe y purezac.

13 Entretanto que llego1a, ocúpate en la lectura2b de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza.

14 No descuides el don espiritual que está en ti, que te fue conferido por medio de la profecíaa con la imposición de manosb del presbiterio1c.

15 Reflexiona sobre estas cosas; dedícate a ellas, para que tu aprovechamiento sea evidente a todos.

16 Ten cuidado de ti mismoa y de la enseñanza; persevera en estas cosas, porque haciéndolo asegurarás la salvación tanto para ti mismo como para los que te escuchan1b.

Capitulo 5

No reprendas con dureza al ancianoa, sino, más bien, exhórtalo como a padreb; a los más jóvenes, como a hermanosc,

2 a las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a hermanas, con toda pureza.

Responsabilidades hacia las viudas

3 Honra a las viudas que en verdad son viudasa;

4 pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, que aprendan estos primero a mostrar piedad para con su propia familiaa y a recompensar1 a sus padres, porque esto es agradable delante de Diosb.

5 Pero la que en verdad es viudaa y se ha quedado sola, tiene puesta su esperanza en Diosb y continúa en súplicas y oraciones noche y díac.

6 Mas la que se entrega a los placeres desenfrenadosa, aun viviendo, está muertab.

7 Ordena1 también estas cosasa, para que sean irreprochables.

8 Pero si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fea y es peor que un incrédulo.

9 Que la viuda sea puesta en la lista solo si no es menor de sesenta añosa, habiendo sido la esposa de un solo maridob,

10 que tenga testimonio de buenas obrasa; si ha criado hijos, si ha mostrado hospitalidad a extrañosb, si ha lavado los pies de los santosc, si ha ayudado a los afligidosd y si se ha consagrado1 a toda buena obra.

11 Pero rehúsa poner en la lista a viudas más jóvenes, porque cuando sienten deseos sensualesa, contrarios a Cristo, se quieren casar,

12 incurriendo así en condenación, por haber abandonado su promesa1 anterior.

13 Y además, aprenden a estar ociosas, yendo de casa en casa; y no solo ociosas, sino también charlatanasa y entremetidasb, hablando de cosas que no son dignasc.

14 Por tanto, quiero que las viudas más jóvenes

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