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La Biblia de las Américas
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Los malos pastores y regreso del remanente

¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mis pradosa!—declara el Señorb.

2 Por tanto, así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mis ovejas y las habéis ahuyentado, y no os habéis ocupado de ellas; he aquí, yo me ocuparé de vosotros por la maldad de vuestras obrasa—declara el Señor.

3 Yo mismo reuniré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las he echado, y las haré volver a sus pastos; y crecerán y se multiplicarána.

4 Pondré sobre ellas pastores que las apacentarána, y nunca más tendrán temor, ni se aterraránb, ni faltará ningunac—declara el Señor.

¶5 He aquí, vienen días—declara el Señora

en que levantaré a David un Renuevo justo;

y Él reinará como reyb, actuará sabiamente1,

y practicará el derecho y la justiciac en la tierrad.

6 En sus días será salvo Judá,

e Israel morará seguroa;

y este es su nombre por el cual será llamadob:

«El Señor, justicia nuestrac».

7 Por tanto, he aquí, vienen días—declara el Señor—cuando no dirán más: «Vive el Señor, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egiptoa»,

8 sino: «Vive el Señor que hizo subir y trajo a los descendientes1 de la casa de Israel de la tierra del norte y de todas las tierras adonde los había echado»; y habitarán en su propio sueloa.

9 En cuanto a los profetas:

quebrantado está mi corazón dentro de mí,

tiemblan todos mis huesosa;

estoy como un ebrio,

como un hombre a quien domina el vino,

por causa del Señor

y por causa de sus santas palabras.

10 Porque la tierra está llena de adúlteros;

porque a causa de la maldición se ha enlutado la tierraa,

se han secado los pastos del desiertob.

Pues es mala la carrera de ellos

y su poderío no es recto.

11 Porque tanto el profeta como el sacerdote están corrompidosa;

aun en mi casa he hallado su maldad—declara el Señor.

12 Por tanto, su camino será para ellos como resbaladeros;

a las tinieblasa serán empujados y caerán en ellasb;

porque traeré sobre ellos calamidad

el año de su castigoc—declara el Señor.

¶13 Además, entre los profetasa de Samaria he visto algo ofensivo:

profetizaban en nombre de Baal y extraviaban a mi pueblob Israel.

14 También entre los profetas de Jerusalén he visto algo horriblea:

cometían1 adulterio y andaban2 en mentirasb;

fortalecían las manos de los malhechores,

sin convertirse ninguno de su maldadc.

Se me han vuelto todos ellos como Sodoma,

y sus habitantes como Gomorrad.

15 Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos acerca de los profetas:

«He aquí, les daré de comer ajenjo

y les daré de beber agua envenenadaa,

porque de los profetas de Jerusalén

ha salido la corrupción por toda la tierra».

16 Así dice el Señor de los ejércitos:

No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizana.

Ellos os conducen hacia lo vanob;

os cuentan1 la visión de su propia fantasía2c,

no de la boca del Señord.

17 Dicen de continuo a los que me despreciana:

«El Señor ha dicho: “Tendréis pazb”»;

y a todo el que anda en la terquedad de su corazónc

dicen: “No vendrá calamidad sobre vosotrosd.”

18 Pero ¿quién ha estado en el consejo del Señor,

y vio y oyó su palabraa?

¿Quién ha prestado atención a su1 palabra y la ha escuchadob?

19 He aquí, la tempestad del Señor ha salido con furor,

un torbellino impetuoso

descargará sobre la cabeza de los impíosa.

20 No se apartará la ira del Señor

hasta que haya realizado y llevado a cabo los propósitosa de su corazónb.

En los postreros días lo entenderéisc claramente.

21 Yo no envié a esos profetas,

pero ellos corrieron;

no les hablé,

mas ellos profetizarona.

22 Pero si ellos hubieran estado en mi consejo,

habrían hecho oír mis palabrasa a mi pueblo,

y les habrían hecho volver de su mal camino

y de la maldad de sus obrasb.

¶23 ¿Soy yo un Dios de cerca—declara el Señor

y no un Dios de lejosa?

24 ¿Podrá alguno esconderse en escondites

de modo que yo no lo veaa?—declara el Señor.

¿No lleno yo los cielos y la tierra?—declara el Señorb.

25 He oídoa lo que dicen los profetas que profetizan mentira en mi nombreb, diciendo: «¡He tenido un sueño, he tenido un sueñoc!».

26 ¿Hasta cuándo? ¿Qué hay en los corazones de los profetas que profetizan la mentira, de los profetas que proclaman el engañoa de su corazón,

27 que tratan de que mi pueblo se olvide de mi nombre con los sueñosa que se cuentan unos a otros, tal como sus padres olvidaron mi nombre a causa de Baalb?

28 El profeta que tenga un sueño, que cuente su sueño, pero el que tenga mi palabra, que hable mi palabra con fidelidada. ¿Qué tiene que ver la pajab con el grano?—declara el Señor.

29 ¿No es mi palabra como fuego—declara el Señora—y como martillo que despedazab la roca1?

30 Por tanto, he aquí, estoy contra los profetas—declara el Señor—que se roban mis palabras el uno al otroa.

31 He aquí, estoy contra los profetas—declara el Señor—que usan sus lenguas y dicen: «El Señor declara».

32 He aquí, estoy contra los que profetizan sueños falsosa—declara el Señor—y los cuentan y hacen errar a mi pueblo con sus mentirasb y sus presuncionesc, cuando yo no los envié ni les di órdenesd, ni son de provecho alguno para este pueblo—declara el Señor.

33 Y cuando te pregunte este pueblo, o el profetaa, o sacerdote, diciendo: «¿Cuál es la profecía1 del Señor?», les dirás: «¿Cuál profecía?». El Señor declara: «Yo os abandonaréb».

34 Y al profeta, al sacerdote o al pueblo que digaa: «Profecía del Señor», traeré castigo sobre tal hombre y sobre su casa.

35 Así diréis cada uno a su prójimo y cada uno a su hermano: «¿Qué ha respondido el Señora? ¿Qué ha hablado el Señor?».

36 Y no os acordaréis más de la profecía del Señora, porque la palabra de cada uno le será por profecía, pues habéis pervertido las palabras del Dios viviente, del Señor de los ejércitos, nuestro Diosb.

37 Así dirás al profeta: «¿Qué te ha respondido el Señor? ¿Qué ha hablado el Señor?».

38 Pero si decís: «¡Profecía del Señor!», entonces así dice el Señor: «Por cuanto habéis dicho esta palabra: “¡Profecía del Señor!”, habiendo yo enviado a deciros: “No digáis: ‘¡Profecía del Señor!’ ”»,

39 por tanto, he aquí, ciertamente me olvidaré de vosotros y os echaré de mi presencia, junto con la ciudad que os di a vosotros y a vuestros padresa;

40 y pondré sobre vosotros oprobio eterno y humillación eterna que nunca será olvidadaa.

LBLA

About La Biblia de las Américas

Reconociendo la crítica necesidad de una traducción exacta de la Biblia, y en un español contemporáneo, Lockman Bible Ministries, a través del departamento de traducciones, ha producido La Biblia de las Américas®, la cual es una traducción de los idiomas originales de las Escrituras y presenta la Palabra de Dios en forma clara y comprensible; por tanto, fácil de leerse y de ser entendida por todos, además de ser muy conveniente para estudios bíblicos serios.

LITERAL: Porque es traducida directamente del hebreo, arameo y griego al español, tomando en cuenta cada palabra en estos idiomas originales. La Biblia de las Américas® traduce (no interpreta) el sentido de las palabras de los idiomas originales. Por eso, Ud. puede leerla con la seguridad y convicción de que está leyendo la PALABRA DE DIOS.

CONFIABLE: Porque se tradujo literal y objetivamente. Ud. puede confiar que en el español se representan con exactitud y claridad las palabras de los idiomas originales. LBLA® es la primera Biblia en español que fue producida por un equipo internacional e interdenominacional de eruditos evangélicos de varios países de América Latina y también de España y los Estados Unidos. Se terminó en 1986 después de quince años de ardua labor. The Lockman Foundation, que produjo LBLA® , es conocida en el campo bíblico como un líder en la producción y publicación de Biblias fieles a los idiomas originales.

FÁCIL DE LEER: Porque se han observado las reglas de la gramática española moderna en un estilo ágil y ameno en un texto de alta calidad literaria y sumamente comprensible. Esta versión se ha producido con la firme convicción de que las Sagradas Escrituras, según fueron escritas originalmente en hebreo, arameo y griego, fueron inspiradas por Dios, y son de provecho para la formación integral del cristiano. Puesto que las Escrituras son la eterna palabra de Dios, hablan siempre con renovado poder a cada generación para dar sabiduría que lleva a la salvación en Cristo, equipando al creyente para disfrutar de una vida abundante y feliz en la tierra, y constituyéndolo en testimonio viviente de la verdad para la gloria eterna de Dios.

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