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La Biblia de las Américas
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Amasías rey de Judá

aEn el año segundo de Jeoás1, hijo de Joacaz, rey de Israel, comenzó a reinar Amasías, hijo de Joás, rey de Judáb.

Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Joadán, de Jerusalén.

3 E hizo lo recto ante los ojos del Señor, pero no como su padre David; hizo conforme a todo lo que su padre Joás había hecho.

4 Solo que los lugares altos no fueron quitados; todavía el pueblo sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altosa.

5 Y sucedió que una vez afianzado el reino en su mano, mató1 a los siervos suyos que habían asesinado2 al rey su padrea.

6 Pero a los hijos de los asesinos1 no les dio muerte, conforme a lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, tal como el Señor ordenó, diciendo: No se dará muerte a los padres por los hijos, ni se dará muerte a los hijos por los padres, sino que a cada uno se le dará muerte por su propio pecadoa.

7 Él mató1 a diez mil de Edom en el valle de Sala y tomó a Selab en batalla, y la llamó Jocteelc, hasta hoy.

aEntonces Amasías envió mensajeros a Jeoás, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, diciendo: Ven, veámonos cara a cara1b.

9 Y Jeoás, rey de Israel, envió mensaje a Amasías, rey de Judá, diciendo: El cardo que estaba en el Líbano envió a decir1 al cedro que estaba en el Líbano, diciendo: «Da tu hija por mujer a mi hijo». Pero pasó una fiera que estaba en el Líbano, y pisoteó el cardoa.

10 Ciertamente has derrotado1a a Edom, y tu corazón se ha envanecido2b. Disfruta tu gloria y quédate en tu casa; pues, ¿por qué quieres provocar el mal de modo que caigas tú y Judá contigo?

11 Pero Amasías no quiso escuchar. Y subió Jeoás, rey de Israel; y él y Amasías, rey de Judá, se enfrentaron en Bet-semesa, que pertenece a Judá.

12 Y Judá fue derrotado por1 Israel, y huyeron cada uno a su tiendaa.

13 Entonces Jeoás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Ocozías, en Bet-semes; y vino a Jerusalén y derribó la muralla de Jerusalén desde la puerta de Efraína hasta la puerta del Angulob, cuatrocientos codos1.

14 Y tomó todo el oro, la plata y todos los utensilios que se encontraban en la casa del Señor y en los tesoros de la casa del reya, también los rehenes; y volvió a Samaria.

15 aLos demás hechos de Jeoás, cuanto hizo y su poder, y cómo peleó con Amasías, rey de Judá; ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel?

16 Y durmió Jeoás con sus padres, y fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel; y su hijo Jeroboam reinó en su lugar.

17 aY Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, vivió quince años después de la muerte de Jeoás, hijo de Joacaz, rey de Israel.

18 Los demás hechos de Amasías, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá?

19 Y conspiraron contra él en Jerusalén, y huyó a Laquisa; pero lo persiguieron1 hasta Laquis y allí lo mataron.

20 Lo trajeron sobre caballos y fue sepultado en Jerusalén con sus padres en la ciudad de David.

21 Y todo el pueblo de Judá tomó a Azarías1, que tenía dieciséis años, y lo hicieron rey en lugar de su padre Amasías.

22 El edificó a Elata y la restituyó a Judá, después que el rey durmió con sus padres.

23 En el año quince de Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, Jeroboam, hijo de Jeoás1, rey de Israel, comenzó a reinar en Samaria, y reinó cuarenta y un años.

24 E hizo lo malo ante los ojos del Señor; no se apartó de todos los pecados con que Jeroboam, hijo de Nabat, hizo pecar a Israel.

25 Él restableció la frontera de Israela desde la entrada de Hamatb hasta el mar de Arabác, conforme a la palabra que el Señor, Dios de Israel, había hablado por medio1 de su siervo el profeta Jonás, hijo de Amitaid, que era de Gat-hefere.

26 Porque el Señor había visto la aflicción de Israel, que era muy amargaa; pues no había siervo ni libre, ni nadie que ayudara a Israelb.

27 Pero el Señor no había decidido borrar el nombre de Israel de debajo del cielo, y los salvóa por mano de Jeroboam, hijo de Jeoás1.

28 Los demás hechos de Jeroboam y todo lo que hizo y su poder, cómo peleó y cómo recobró para Israel a Damascoa y a Hamatb, que habían pertenecido a Judá, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel?

29 Y durmió Jeroboam con sus padres, con los reyes de Israel, y su hijo Zacarías reinó en su lugar.

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Reconociendo la crítica necesidad de una traducción exacta de la Biblia, y en un español contemporáneo, Lockman Bible Ministries, a través del departamento de traducciones, ha producido La Biblia de las Américas®, la cual es una traducción de los idiomas originales de las Escrituras y presenta la Palabra de Dios en forma clara y comprensible; por tanto, fácil de leerse y de ser entendida por todos, además de ser muy conveniente para estudios bíblicos serios.

LITERAL: Porque es traducida directamente del hebreo, arameo y griego al español, tomando en cuenta cada palabra en estos idiomas originales. La Biblia de las Américas® traduce (no interpreta) el sentido de las palabras de los idiomas originales. Por eso, Ud. puede leerla con la seguridad y convicción de que está leyendo la PALABRA DE DIOS.

CONFIABLE: Porque se tradujo literal y objetivamente. Ud. puede confiar que en el español se representan con exactitud y claridad las palabras de los idiomas originales. LBLA® es la primera Biblia en español que fue producida por un equipo internacional e interdenominacional de eruditos evangélicos de varios países de América Latina y también de España y los Estados Unidos. Se terminó en 1986 después de quince años de ardua labor. The Lockman Foundation, que produjo LBLA® , es conocida en el campo bíblico como un líder en la producción y publicación de Biblias fieles a los idiomas originales.

FÁCIL DE LEER: Porque se han observado las reglas de la gramática española moderna en un estilo ágil y ameno en un texto de alta calidad literaria y sumamente comprensible. Esta versión se ha producido con la firme convicción de que las Sagradas Escrituras, según fueron escritas originalmente en hebreo, arameo y griego, fueron inspiradas por Dios, y son de provecho para la formación integral del cristiano. Puesto que las Escrituras son la eterna palabra de Dios, hablan siempre con renovado poder a cada generación para dar sabiduría que lleva a la salvación en Cristo, equipando al creyente para disfrutar de una vida abundante y feliz en la tierra, y constituyéndolo en testimonio viviente de la verdad para la gloria eterna de Dios.

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