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La Biblia de las Américas
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David perdona de nuevo la vida a Saúl

Entonces vinieron los zifeos a Saúl en Guibeá, diciendo: ¿No está David escondido en la colina de Haquilaa, que está frente a Jesimón1?

2 Se levantó, pues, Saúl y descendió al desierto de Zif, teniendo consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zifa.

3 Y acampó Saúl en la colina de Haquila, que está frente a Jesimón1, junto al camino, y David permanecía en el desiertoa. Cuando vio que Saúl venía tras él al desiertob,

4 David envió espías, y supo que Saúl en verdad se acercaba.

5 Se levantó David y vino al lugar donde Saúl había acampado. Y vio David el lugar donde estaban acostados Saúl y Abner, hijo de Nera, el jefe de su ejército; Saúl dormía en medio del campamento y el pueblo estaba acampado alrededor de él.

6 Entonces habló1 David a2 Ahimelec heteoa y a Abisai, hijo de Sarviab, hermano de Joab, diciendo: ¿Quién descenderá conmigo a donde está Saúl en el campamentoc? Y Abisai dijo: Yo descenderé contigo.

7 Y David y Abisai llegaron de noche al campamento1, y he aquí, Saúl estaba durmiendo en medio del campamento, con su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y la gente estaban acostados alrededor de él.

8 Entonces Abisai dijo a David: Hoy Dios ha entregado a tu enemigo en tu mano; ahora pues, déjame clavarlo a1 la tierra de un solo golpe; no tendré que darle por segunda vez.

9 Pero David dijo a Abisai: No lo mates, pues, ¿quién puede extender su mano contra el ungido del Señor y quedar impunea?

10 Dijo también David: Vive el Señor, que ciertamente el Señor lo heriráa, o llegará el día en que muerab, o descenderá a la batalla y perecerác.

11 No permita el Señor que yo extienda mi mano contra el ungido del Señor; pero ahora, te ruego, toma la lanza que está a su cabecera y la vasija de agua, y vámonosa.

12 Tomó, pues, David la lanza y la vasija de agua de junto a la cabecera de Saúl, y se fueron; pero nadie lo vio ni lo supo, tampoco nadie se despertó, pues todos estaban dormidos, ya que un sueño profundo de parte del Señor había caído sobre ellosa.

13 David pasó al otro lado y se colocó en la cima del monte a cierta distancia, con un gran espacio entre ellos.

14 Y David dio voces al pueblo y a Abner, hijo de Ner, diciendo: ¿No responderás, Abner? Entonces respondió Abner y dijo: ¿Quién eres tú que llamas al rey?

15 Y David dijo a Abner: ¿No eres tú un hombre? ¿Quién es como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has protegido a tu señor el rey? Porque uno del pueblo vino para matar a tu señor el rey.

16 Esto que has hecho no es bueno. Vive el Señor, todos vosotros ciertamente deberíais morir1a, porque no protegisteis a vuestro señor, el ungido del Señor. Y ahora, mira dónde está la lanza del rey y la vasija de agua que estaba a su cabecera.

17 Entonces Saúl reconoció la voz de David y dijo: ¿Es esta tu voz, David, hijo míoa? Y David respondió: Mi voz es, mi señor el rey.

18 También dijo: ¿Por qué persigue mi señor a su siervo? ¿Pues qué he hecho? ¿Qué maldad hay en mi manoa?

19 Ahora pues, ruego a mi señor el rey que escuche las palabras de su siervo. Si el Señor te ha incitado contra a, que El acepte1 una ofrendab, pero si son hombres2, malditos sean delante del Señorc, porque me han expulsado hoy para que yo no tenga parte en la heredad del Señor, diciendo: «Ve, sirve a otros diosesd».

20 Ahora pues, no caiga mi sangre a tierra, lejos de la presencia del Señor; porque el rey de Israel ha salido en busca de una pulgaa, como quien va a la caza de una perdiz en los montes.

21 Y Saúl dijo: He pecadoa. Vuelve, David, hijo mío, porque no volveré a hacerte daño pues mi vida fue muy estimada en tus ojos hoy. He aquí, he actuado neciamente y he cometido un grave error.

22 Respondió David, y dijo: He aquí la lanza del rey. Que pase acá uno de los jóvenes y la recoja.

23 El Señor pagará a cada uno según su justicia y su fidelidada; pues el Señor te entregó hoy en mi mano, pero yo no quise extender mi mano contra el ungido del Señorb.

24 He aquí, como tu vida fue preciosa ante mis ojos hoya, así sea preciosa mi vida ante los ojos del Señor, y que Él me libre de toda aflicciónb.

25 Y Saúl dijo a David: Bendito seas, David, hijo mío; ciertamente harás grandes cosas y prevalecerása. David siguió por su camino y Saúl se volvió a su lugarb.

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Reconociendo la crítica necesidad de una traducción exacta de la Biblia, y en un español contemporáneo, Lockman Bible Ministries, a través del departamento de traducciones, ha producido La Biblia de las Américas®, la cual es una traducción de los idiomas originales de las Escrituras y presenta la Palabra de Dios en forma clara y comprensible; por tanto, fácil de leerse y de ser entendida por todos, además de ser muy conveniente para estudios bíblicos serios.

LITERAL: Porque es traducida directamente del hebreo, arameo y griego al español, tomando en cuenta cada palabra en estos idiomas originales. La Biblia de las Américas® traduce (no interpreta) el sentido de las palabras de los idiomas originales. Por eso, Ud. puede leerla con la seguridad y convicción de que está leyendo la PALABRA DE DIOS.

CONFIABLE: Porque se tradujo literal y objetivamente. Ud. puede confiar que en el español se representan con exactitud y claridad las palabras de los idiomas originales. LBLA® es la primera Biblia en español que fue producida por un equipo internacional e interdenominacional de eruditos evangélicos de varios países de América Latina y también de España y los Estados Unidos. Se terminó en 1986 después de quince años de ardua labor. The Lockman Foundation, que produjo LBLA® , es conocida en el campo bíblico como un líder en la producción y publicación de Biblias fieles a los idiomas originales.

FÁCIL DE LEER: Porque se han observado las reglas de la gramática española moderna en un estilo ágil y ameno en un texto de alta calidad literaria y sumamente comprensible. Esta versión se ha producido con la firme convicción de que las Sagradas Escrituras, según fueron escritas originalmente en hebreo, arameo y griego, fueron inspiradas por Dios, y son de provecho para la formación integral del cristiano. Puesto que las Escrituras son la eterna palabra de Dios, hablan siempre con renovado poder a cada generación para dar sabiduría que lleva a la salvación en Cristo, equipando al creyente para disfrutar de una vida abundante y feliz en la tierra, y constituyéndolo en testimonio viviente de la verdad para la gloria eterna de Dios.

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