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La Biblia de las Américas
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Victoria de Jonatán en Micmas

Y aconteció que un día Jonatán, hijo de Saúl, dijo al joven que llevaba su armadura: Ven y pasemos a la guarnición de los filisteos que está al otro lado. Pero no se lo hizo saber a su padre.

2 Saúl estaba situado en las afueras de Guibeáa, debajo del granado que está en Migrónb, y la gente que estaba con él eran unos seiscientos hombresc;

3 y Ahías, hijo de Ahitoba, hermano de Icabodb, hijo de Finees, hijo de Elí, el sacerdote del Señor en Siloc, llevaba un efodd. Y el pueblo no sabía que Jonatán se había ido.

4 Y entre los desfiladeros por donde Jonatán intentaba cruzar a la guarnición de los filisteosa, había un peñasco agudo por un lado, y un peñasco agudo por el otro lado; el nombre de uno era Boses y el nombre del otro Sene.

5 Uno de los peñascos se levantaba al norte, frente a Micmas, y el otro al sur, frente a Geba.

6 Y Jonatán dijo al joven que llevaba su armadura: Ven y pasemos a la guarnición de estos incircuncisosa; quizá el Señor obrará por nosotros, pues el Señor no está limitado a salvar con muchos o con pocosb.

7 Y su escudero le respondió: Haz todo lo que tengas en tu corazón; ve1, pues aquí estoy contigo a tu disposición2.

8 Entonces dijo Jonatán: Mira, vamos a pasar hacia esos hombres y nos mostraremos a ellosa.

9 Si nos dicen1: «Esperad hasta que lleguemos a vosotros», entonces nos quedaremos en nuestro lugar y no subiremos a ellos.

10 Pero si dicen1: «Subid a nosotros», entonces subiremos, porque el Señor los ha entregado en nuestras manos; esta será la señal para nosotrosa.

11 Cuando ambos se mostraron a la guarnición de los filisteos, estos1 dijeron: Mirad, los hebreos salen de las cavernas donde se habían escondidoa.

12 Los hombres de la guarnición saludaron1 a Jonatán y a su escudero y dijeron: Subid a nosotros y os diremos algoa. Y Jonatán dijo a su escudero: Sube tras mí, pues el Señor los ha entregado en manos de Israelb.

13 Entonces Jonatán trepó con manos y pies, y tras él su escudero; y caían los filisteos delante de Jonatán, y tras él su escudero los remataba.

14 La primera matanza que hicieron Jonatán y su escudero fue de unos veinte hombres en el espacio de una media yugada1 de tierra.

15 Y hubo estremecimiento en el campamento, en el campo y entre todo el pueblo. Aun la guarnición y los merodeadores se estremecierona, y la tierra temblób; fue un gran temblor1c.

16 Y miraron los centinelas de Saúl en Guibeá de Benjamín, y he aquí que la multitud se dispersaba1 yendo en todas direcciones.

17 Y Saúl dijo al pueblo que estaba con él: Pasad lista1 ahora y ved quien ha salido de entre nosotros. Cuando ellos pasaron lista2, he aquí que Jonatán y su escudero no estaban.

18 Entonces Saúl dijo a Ahías: Trae el arca de Diosa. Porque en ese tiempo el arca de Dios estaba con1 los hijos de Israel.

19 Y sucedió que mientras Saúl hablaba con el sacerdote, el alboroto en el campamento de los filisteos continuaba y aumentabaa. Entonces Saúl dijo al sacerdote: Retira tu mano.

20 Y Saúl y todo el pueblo que estaba con él se agruparon y fueron a la batalla, y he aquí que la espada de cada hombre se volvía contra su compañeroa, y había gran confusión.

21 Entonces los hebreos que de antes estaban con los filisteos y que habían subido con ellos de los alrededores al campamento, aun ellos también se unieron con los israelitas que estaban con Saúl y Jonatána.

22 Cuando todos los hombres de Israel que se habían escondido en la región montañosa de Efraína oyeron que los filisteos habían huido, ellos también los persiguieron muy de cerca en la batalla.

23 Así libró el Señor a Israel en aquel díaa. La batalla se extendió más allá de1 Bet-avénb.

24 Mas los hombres de Israel estaban en gran aprieto aquel día, porque Saúl había puesto al pueblo bajo juramentoa, diciendo: Maldito sea el hombre que tome alimento antes del1 anochecer, antes que me haya vengado de mis enemigos. Y nadie del pueblo probó alimento.

25 Y todo el pueblo de la tierra entró en el bosque, y había miel en el suelo.

26 Y al entrar el pueblo en el bosque, he aquí que la miel fluíaa, pero nadie se llevó la mano a la boca, porque el pueblo temía el juramento.

27 Pero Jonatán no había oído cuando su padre puso al pueblo bajo juramento; por lo cual extendió la punta de la vara que llevaba en su mano, la metió en un panal de miel y se llevó la mano a la bocaa, y brillaron sus ojosb.

28 Entonces uno del pueblo le habló1, y dijo: Tu padre puso bajo estricto juramento al pueblo, diciendo: «Maldito sea el hombre que tome alimento hoy». Y el pueblo estaba desfallecido.

29 Entonces Jonatán dijo: Mi padre ha traído dificultades a esta1 tierraa. Ved ahora cómo brillan mis ojos porque probé un poco de esta miel.

30 Cuánto más, si el pueblo hubiera comido hoy libremente del despojo que encontraron de sus enemigos. Pues hasta ahora la matanza entre los filisteos no ha sido grande.

31 Aquel día, después de herir a los filisteos desde Micmasa hasta Ajalónb, el pueblo estaba muy cansado.

32 Entonces el pueblo se lanzó sobre el1 despojoa, y tomó ovejas, bueyes y becerros y los mataron en el suelo; y el pueblo los comió con la sangreb.

33 Y avisaron a Saúl, diciéndole: He aquí, el pueblo está pecando contra el Señor, comiendo carne con la sangrea. Y él dijo: Habéis obrado pérfidamente. Traedme1 hoy una piedra grande.

34 Y Saúl añadió: Dispersaos entre el pueblo, y decidles: «Tráigame cada uno de vosotros su buey o su oveja; matadlos aquí y comed, pero no pequéis contra el Señor comiendo carne con sangre». Y aquella noche todo el pueblo trajo cada cual su buey consigo1, y los mataron allí.

35 Y edificó Saúl un altar al Señora; este fue el primer altar que él edificó al Señor.

36 Entonces Saúl dijo: Descendamos contra1 los filisteos de noche, tomemos despojo de entre ellos hasta el amanecer, y no dejemos ni uno de ellos. Y ellos dijeron: Haz lo que te parezca bien2. Entonces el sacerdote dijo: Acerquémonos a Dios aquía.

37 Y consultó Saúl a Diosa: ¿Descenderé contra1 los filisteos? ¿Los entregarás en manos de Israel? Pero Él no le contestó en aquel díab.

38 Y Saúl dijo: Acercaos aquí todos vosotros, jefes1 del pueblo, y averiguad y ved cómo este pecado ha acontecido hoya.

39 Porque vive el Señor que libra a Israel, que aunque la culpa esté en mi hijo Jonatán, ciertamente moriráa. Pero nadie, en todo el pueblo, le respondió.

40 Entonces dijo a todo Israel: Vosotros estaréis a un lado, y yo y mi hijo Jonatán estaremos al otro lado. Y el pueblo dijo a Saúl: Haz lo que bien te parezca1.

41 Saúl entonces dijo al Señor, Dios de Israel: Da suerte perfecta. Y fueron señalados1a Jonatán y Saúl, pero el pueblo quedó libre2.

42 Y Saúl dijo: Echad suertes entre mí y Jonatán mi hijo. Y Jonatán fue señalado1.

43 Dijo, pues, Saúl a Jonatán: Cuéntame lo que has hechoa. Y Jonatán le respondió, y dijo: En verdad probé un poco de miel con la punta de la vara que tenía en la manob. Heme aquí, debo morir.

44 Y dijo Saúl: Que Dios me haga esto1a, y aun más, pues ciertamente morirás, Jonatánb.

45 Pero el pueblo dijo a Saúl: ¿Debe morir Jonatán, el que ha obtenido1 esta gran liberación en Israel? No sea así. Vive el Señor que ni un cabello de su cabeza caerá a tierraa, porque él ha obrado con Dios en este día. Así el pueblo rescató2 a Jonatán, y no muriób.

46 Luego Saúl subió, dejando de perseguir a1 los filisteos, y los filisteos se fueron a su tierra2.

47 Cuando Saúl asumió el reinado sobre Israel, luchó contra todos sus enemigos en derredor: contra Moab, contra los hijos de Amóna, contra Edom, contra los reyes de Sobab y contra los filisteosc; adondequiera que se volvía, resultaba vencedor1.

48 Obró con valentía derrotando1 a los amalecitasa, y libró a Israel de manos de los que lo saqueaban.

49 Los hijos de Saúl fueron Jonatán, Isúi1 y Malquisúaa. Y estos eran los nombres de sus dos hijas: el nombre de la mayor, Merabb, y el nombre de la menor, Micalc.

50 El nombre de la mujer de Saúl era Ahinoam, hija de Ahimaas. Y el nombre del jefe de su ejército era Abner, hijo de Nera, tío de Saúl.

51 Cis, padre de Saúl, y Ner, padre de Abner, eran hijos1 de Abiela.

52 La guerra contra los filisteos fue encarnizada todos los días de Saúl. Cuando Saúl veía algún hombre fuerte o valiente, lo unía a su servicio1a.

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