Al director musical. Sígase la tonada de «La cierva de la aurora». Salmo de David.
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Lejos estás para salvarme,
lejos de mis palabras de lamento.
Dios mío, clamo de día y no me respondes;
clamo de noche y no hallo reposo.
Pero tú eres santo, tú eres rey,
¡tú eres la alabanza de Israel!
En ti confiaron nuestros padres;
confiaron, y tú los libraste;
a ti clamaron, y tú los salvaste;
se apoyaron en ti, y no los defraudaste.
Psalm 22