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Nueva Biblia de las Américas
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Jesús sana al siervo del centurión

7 Cuando terminó todas Sus palabras1a al pueblo que le oía2, bJesús se fue a Capernaúm.

2 Y el siervo de cierto centurión, a quien este apreciaba mucho1, estaba enfermo y a punto de morir.

3 Al oír hablar de Jesús, el centurióna envió a Él unos ancianos de los judíos, pidiendo que viniera y salvara1 a su siervo.

4 Cuando ellos llegaron a Jesús, le rogaron con insistencia, diciendo: «El centurión es digno de que le concedas esto;

5 porque él ama a nuestro pueblo y fue él quien nos edificó la sinagoga»

6 Jesús iba con ellos, pero cuando ya no estaba lejos de la casa, el centurión envió a unos amigos, diciendo: «Señor, no te molestes más, porque no soy digno de que Tú entres bajo mi techo;

7 por eso ni siquiera me consideré digno de ir a Ti, tan solo di la1 palabra y mi siervo2 será sanado.

8 »Pues yo también soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a este: “Ve”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace»

9 Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la multitud que lo seguía: «Les digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grandea».

10 Cuando los que habían sido enviados regresaron a la casa, encontraron sano al siervo.

Jesús resucita al hijo de la viuda de Naín

11 Aconteció poco después1 que Jesús fue a una ciudad llamada Naín; y Sus discípulos iban con Él acompañados por2 una gran multitud.

12 Y cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban fuera a un muerto, hijo único de su madre, y ella era viuda; y un grupo numeroso de la ciudad estaba con ella.

13 Al verla, el Señora tuvo compasión de ella, y le dijo: «No llores».

14 Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y Jesús dijo: «Joven, a ti te digo: ¡Levántate!».

15 El que había muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.

16 El temor se apoderó de todosa, y glorificaban a Diosb, diciendo: «Un gran profetac ha surgido entre nosotros». También decían: «Dios ha visitado a Su pueblo»

17 Este dicho que se decía de Él, se divulgó por toda Judea y por toda la región circunvecinaa.

Jesús y los discípulos de Juan

18 aEntonces los discípulos de Juan le informaron de todas estas cosas.

19 Y llamando Juan a dos1 de sus discípulos, los envió a preguntar al Señora: «¿Eres Tú el que ha de venir, o esperamos a otro2

20 Cuando los hombres llegaron a Él, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado para que te preguntáramos: “¿Eres Tú el que ha de venir, o esperamos a otro?”».

21 En esa misma hora curó a muchos de enfermedadesa, afliccionesb y malos espíritus, y a muchos ciegos les dio la vista.

22 Entonces Él les respondió: «Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelioa.

23 »Y bienaventurado es el que no se escandaliza de Mí».

Jesús habla de Juan el Bautista

24 Cuando los mensajeros de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar a las multitudes acerca de Juan: «¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?

25 »Pero, ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Miren, los que visten con esplendor y viven en deleites están en los palacios de los reyes.

26 »Pero, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, les digo, y uno que es más que un profeta.

27 »Este es aquel de quien está escrito:

H aqui, Yo envio Mi mensajero delante de Ti,

Quien preparará Tu camino delante de Tia”.

28 »Les digo que entre los nacidos de mujer1, no hay nadie mayor que Juan; sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él».

29 Al oír esto, todo el pueblo y los recaudadores de impuestos* reconocieron la justiciaa de Dios2, y fueron bautizadosb con el bautismo de Juanc.

30 Pero los fariseos y los intérpretes de la ley1a rechazaron los propósitos de Dios para con ellos, al no ser bautizados por Juan2.

31 «¿A qué, entonces, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes?

32 »Son semejantes a los muchachos que se sientan en la plaza y se llaman unos a otros, y dicen: “Les tocamos la flauta, y no bailaron; entonamos endechas, y no lloraron”.

33 »Porque ha venido Juan el Bautista, que no come pan, ni bebe vinoa, y ustedes dicen: “Tiene un demonio”.

34 »Ha venido el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: “Miren, un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores”.

35 »Pero1 la sabiduría es justificadaa por todos sus hijos».

Jesús perdona a una pecadora

36 Uno de los fariseos pidió a Jesús que comiera con él; y entrando Él en la casa del fariseo, se sentó1 a la mesa.

37 Había en la ciudad una mujer que era pecadora, y cuando se enteró de que Jesús estaba sentado1 a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfumea;

38 y poniéndose detrás de Él a Sus pies, llorando, comenzó a regar Sus pies con lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, besaba Sus pies y los ungía con el perfume.

39 Pero al ver esto el fariseo que lo había invitado, dijo para sí1: «Si Este fuera un profeta2a, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, que es una pecadora»

40 Y Jesús le dijo*: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro», le contestó.

41 «Cierto prestamista tenía dos deudores; uno le debía 500 denarios1a y el otro cincuenta;

42 »y no teniendo ellos con qué pagara, perdonó generosamente a los dos. ¿Cuál de ellos, entonces, lo amará más?».

43 «Supongo que aquel a quien le perdonó más», respondió Simón. Y Jesús le dijo: «Has juzgado correctamente».

44 Y volviéndose hacia la mujer, le dijo a Simón: «¿Ves esta mujer? Yo entré a tu casa y no me diste agua para Mis piesa, pero ella ha regado Mis pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos.

45 »No me diste besoa, pero ella, desde que entré, no ha cesado1 de besar Mis pies.

46 »No ungiste Mi cabeza con aceitea, pero ella ungió Mis pies con perfume.

47 »Por lo cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama».

48 Entonces Jesús le dijo a la mujer: «Tus pecados han sido perdonadosa».

49 Los que estaban sentados1 a la mesa con Él comenzaron a decir entre sí: «¿Quién es Este que hasta perdona pecadosa

50 Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvadoa, vete en pazb».

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Nueva Biblia de las Américas (NBLA) (antes conocida como Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy) es una traducción Bíblica derivada de La Biblia de las Américas (LBLA). La NBLA fue inspirada por la creciente demanda de las nuevas generaciones de hispanos de hoy en los Estados Unidos de América y América Latina. Mientras la LBLA usa la forma de español "Vosotros", la NBLA usa la forma de español "Ustedes" e incorpora cualidades para ayudar al lector a entender más profundamente el texto. La NBLA es una traducción literal escrita en un español claro y digno de leerse. El vocabulario, la gramática y la estructura de las oraciones han sido cuidadosamente traducidas para una mayor comprensión, un claro entendimiento y más fácil de leer.

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