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La Biblia de las Américas
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La serpiente de bronce

4 Partieron del monte de Hor, por el camino del mar Rojo1, para rodear la tierra de Edoma, y el pueblo se impacientó2 por causa del viaje.

5 Y el pueblo habló contra Dios y Moisés: ¿Por qué nos habéis sacado de Egipto para morir en el desiertoa? Pues no hay comida1 ni agua, y detestamos2 este alimento tan miserableb.

6 Y el Señor envió serpientes abrasadoras entre el puebloa, y mordieron al pueblob, y mucha gente de Israel murióc.

7 Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecadoa, porque hemos hablado contra el Señor y contra ti; intercede con el Señor para que quite las serpientes de entre nosotros. Y Moisés intercedió por el pueblob.

8 Y el Señor dijo a Moisés: Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un astaa; y acontecerá que cuando todo el que sea mordido la mire, vivirá.

9 Y Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre el astaa; y sucedía que cuando una serpiente mordía a alguno, y este miraba a la serpiente de bronce, vivía.

10 Después los hijos de Israel partieron y acamparon en Obota.

11 Y partieron de Obot y acamparon en Ije-abarim, en el desierto que está frente a Moab, al oriente1.

12 De allía partieron y acamparon en el valle1 de Zered.

13 De allí partieron y acamparon al otro lado del Arnón, que está en el desierto y que sale del territorio de los amorreos, pues el Arnón es la frontera de Moaba, entre Moab y los amorreos.

14 Por tanto se dice en el Libro de las Guerras del Señor:

Vaheb que está en Sufa

y los arroyos del Arnón,

15 y la ladera de los arroyos

que llega hasta el sitio de Ara

y se apoya en la frontera de Moab.

16 Y de allí continuarona hasta Beer1; este es el pozo donde el Señor le dijo a Moisés: Reúne al pueblo y les daré agua.

17 Entonces cantó Israel este cánticoa:

¡Salta, oh pozo! A él cantad.

18 El pozo que cavaron los jefes,

que los nobles del pueblo hicieron

con el cetro y con sus báculos.

Y desde el desierto fueron a Mataná.

19 Y de Mataná a Nahaliel, y de Nahaliel a Bamot,

20 y de Bamot al valle que está en la tierra de Moab, en la cumbre del Pisga, que da al desierto1.

21 aEntonces Israel envió mensajeros a Sehón, rey de los amorreosb, diciendo:

22 Déjame pasar por tu tierra. No nos desviaremos, ni por campos ni por viñedos, ni beberemos agua de pozo. Iremos por el camino real hasta que hayamos cruzado tus fronterasa.

23 Pero Sehón no permitió a Israel pasar por su territorioa. Y reunió Sehón a todo su pueblo y salió al encuentro de Israel en el desierto, y llegó a Jahaza y peleó contra Israelb.

24 Pero Israel lo hirió a filo de espadaa y tomó posesión de su tierra desde el Arnón hasta el Jaboc, hasta la frontera con los hijos de Amón, porque Jazer1 era la frontera de los hijos de Amónb.

25 Israel tomó todas estas ciudades, y habitó Israel en todas las ciudades de los amorreosa, en Hesbón y en todas sus aldeas1.

26 Porque Hesbón era la ciudad de Sehón, rey de los amorreos, quien había peleado contra el rey anterior de Moab y le había quitado de su mano toda su tierra, hasta el Arnón.

27 Por eso dicen los que usan proverbios:

Venid a Hesbón. Sea edificada.

Sea establecida la ciudad de Sehón.

28 Porque fuego salió de Hesbón,

una llama del pueblo de Sehóna;

devoró a Ar de Moabb,

a los señores de las alturas1c del Arnón.

29 ¡Ay de ti, Moaba!

¡Destruido eres, oh pueblo de Quemosb!

Ha dado a sus hijos como fugitivosc

y a sus hijas a la cautividadd,

a un rey amorreo, Sehón.

30 Mas nosotros los hemos arrojado;

Hesbón está destruido hasta Dibóna;

después también asolamos hasta Nofa,

la que llega hasta Medeba.

31 Así habitó Israel en la tierra de los amorreos.

32 Y Moisés envió a reconocer a Jazera, y tomaron sus villas y expulsaron1 a los amorreos que vivían allí.

33 Después se volvieron y subieron por el camino de Basán; y Og, rey de Basán, salió con1 todo su pueblo para presentarles2 batalla en Edreia.

34 Pero el Señor dijo a Moisés: No le tengas miedo porque lo he entregado en tu mano, y a todo su pueblo y a su tierra; y harás con él como hiciste con Sehón, rey de los amorreos, el que habitaba en Hesbóna.

35 Así que lo mataron1 a él, a sus hijos y a todo su pueblo, hasta que no le quedó remanente; y tomaron posesión de su tierraa.

LBLA

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Reconociendo la crítica necesidad de una traducción exacta de la Biblia, y en un español contemporáneo, Lockman Bible Ministries, a través del departamento de traducciones, ha producido La Biblia de las Américas®, la cual es una traducción de los idiomas originales de las Escrituras y presenta la Palabra de Dios en forma clara y comprensible; por tanto, fácil de leerse y de ser entendida por todos, además de ser muy conveniente para estudios bíblicos serios.

LITERAL: Porque es traducida directamente del hebreo, arameo y griego al español, tomando en cuenta cada palabra en estos idiomas originales. La Biblia de las Américas® traduce (no interpreta) el sentido de las palabras de los idiomas originales. Por eso, Ud. puede leerla con la seguridad y convicción de que está leyendo la PALABRA DE DIOS.

CONFIABLE: Porque se tradujo literal y objetivamente. Ud. puede confiar que en el español se representan con exactitud y claridad las palabras de los idiomas originales. LBLA® es la primera Biblia en español que fue producida por un equipo internacional e interdenominacional de eruditos evangélicos de varios países de América Latina y también de España y los Estados Unidos. Se terminó en 1986 después de quince años de ardua labor. The Lockman Foundation, que produjo LBLA® , es conocida en el campo bíblico como un líder en la producción y publicación de Biblias fieles a los idiomas originales.

FÁCIL DE LEER: Porque se han observado las reglas de la gramática española moderna en un estilo ágil y ameno en un texto de alta calidad literaria y sumamente comprensible. Esta versión se ha producido con la firme convicción de que las Sagradas Escrituras, según fueron escritas originalmente en hebreo, arameo y griego, fueron inspiradas por Dios, y son de provecho para la formación integral del cristiano. Puesto que las Escrituras son la eterna palabra de Dios, hablan siempre con renovado poder a cada generación para dar sabiduría que lleva a la salvación en Cristo, equipando al creyente para disfrutar de una vida abundante y feliz en la tierra, y constituyéndolo en testimonio viviente de la verdad para la gloria eterna de Dios.

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