Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza,
nuestra ayuda segura en momentos de angustia.
Por eso, no temeremos
aunque se desmorone la tierra
y las montañas se hundan en el fondo del mar;
aunque rujan y se encrespen sus aguas,
y ante su furia retiemblen los montes. Selah
Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios,
la santa habitación del Altísimo.
Dios está en ella, la ciudad no caerá;
al rayar el...
Psalm 46:1–11