El egoísta busca su propio bien;
contra todo sano juicio se rebela.
Al necio no le complace el discernimiento;
tan sólo hace alarde de su propia opinión.
Con la maldad, viene el desprecio,
y con la vergüenza llega el oprobio.
Las palabras del hombre son aguas profundas,
arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría.
No está bien declarar inocente al malvado
y dejar de lado los derechos del justo.
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Proverbs 18:1–24