—¿Qué quieres que haga?—replicó el rey.
Encomendándome al Dios del cielo, le respondí:
—Si a Su Majestad le parece bien, y si este siervo suyo es digno de su favor, le ruego que me envíe a Judá para reedificar la ciudad donde están los sepulcros de mis padres.
—¿Cuánto durará tu viaje? ¿Cuándo regresarás?—me preguntó el rey, que tenía a la reina sentada a su lado.
En cuanto le propuse un plazo, el rey aceptó enviarme.
Nehemiah 2:4–6