A esto respondió así Elifaz de Temán:
«Tal vez no puedas aguantar
que alguien se atreva a decirte algo,
pero ¿quién podrá quedarse callado?
Tú, que impartías instrucción a las multitudes
y fortalecías las manos decaídas;
tú, que con tus palabras sostenías a los que tropezaban
y fortalecías las rodillas que flaqueaban;
¡ahora que afrontas las calamidades, no las resistes!;
¡te ves golpeado y te desanimas!
¿No...
Job 4:1–21