Replicó entonces Elifaz de Temán:
«El sabio no responde con vana sabiduría
ni explota en violenta verborrea.
Tampoco discute con argumentos vanos
ni con palabras huecas.
Tú, en cambio, restas valor al temor a Dios
y tomas a la ligera la devoción que él merece.
Tu maldad pone en acción tu boca;
hablas igual que los pícaros.
Tu propia boca te condena, no la mía;
tus propios labios atestiguan contra ti.
...
Job 15:1–35