¡Ojalá mi cabeza fuera un manantial,
y mis ojos una fuente de lágrimas,
para llorar de día y de noche
por los muertos de mi pueblo!
¡Ojalá tuviera yo en el desierto
una posada junto al camino!
Abandonaría a mi pueblo,
y me alejaría de ellos.
Porque todos ellos son adúlteros,
son una banda de traidores.
«Tensan su lengua como un arco;
en el país prevalece la mentira, no la verdad,
porque van de mal...
Jeremiah 9:1–26