Sara vivió ciento veintisiete años, y murió en Quiriat Arbá, es decir, en la ciudad de Hebrón, en la tierra de Canaán. Abraham hizo duelo y lloró por ella. Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente:
—Entre ustedes yo soy un extranjero; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para enterrar a mi esposa.
Los hititas le respondieron:
—Escúchenos, señor; usted es un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulte a su esposa en el mejor...
Genesis 23:1–20