El SEÑOR me dirigió la palabra: «Hijo de hombre, dedícale este canto fúnebre a Tiro, ciudad asentada junto al mar y que trafica con pueblos de muchas costas lejanas:
»Así dice el SEÑOR omnipotente:
»“Tú, ciudad de Tiro,
pretendes ser hermosa y perfecta.
Tu dominio está en alta mar,
tus constructores resaltaron tu hermosura.
Con pinos del monte Senir
hicieron todos tus entablados.
Con cedros del Líbano
armaron tu mástil.
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Ezekiel 27:1–36