Yo, el Maestro, reiné en Jerusalén sobre Israel. Y me dediqué de lleno a explorar e investigar con sabiduría todo cuanto se hace bajo el cielo. ¡Penosa tarea ha impuesto Dios al género humano para abrumarlo con ella! Y he observado todo cuanto se hace en esta vida, y todo ello es absurdo, ¡es correr tras el viento!
Ni se puede enderezar lo torcido,
ni se puede contar lo que falta.
Me puse a reflexionar: «Aquí me tienen, engrandecido y con más sabiduría que todos mis...
Ecclesiastes 1:12–18