Así dice la Escritura:
«Miren que pongo en Sión
una piedra principal escogida y preciosa,
y el que confíe en ella
no será jamás defraudado.»
Para ustedes los creyentes, esta piedra es preciosa; pero para los incrédulos,
«la piedra que desecharon los constructores
ha llegado a ser la piedra angular»,
1 Peter 2:6–7