Proverbios 23–26
23 Cuando te sientes a comer con un gobernante,
Considera bien lo que1 está delante de ti,
2 Y pon cuchillo a tu garganta
Si eres hombre de mucho apetitoa.
3 No desees sus manjaresa,
Porque es alimento engañoso.
4 No te fatigues en adquirir riquezasa,
5 Cuando pones tus ojos en ella, ya no está1.
Porque la riqueza ciertamente se hace alasa
Como águila que vuela hacia los cielos.
6 No comas el pan del egoísta1a,
Ni desees sus manjaresb;
7 Pues como piensa dentro de sí1, así es él.
Él te dice: «Come y bebe»,
Pero su corazón no está contigoa.
8 Vomitarás el1 bocado que has comidoa,
Y malgastarás tus cumplidos2.
9 No hables a oídos del necioa,
Porque despreciará la sabiduría de tus palabrasb.
10 No muevas el lindero antiguo,
Ni entres en la heredad1 de los huérfanosa,
11 Porque su Redentor es fuertea;
Él defenderá su causa contra tib.
12 Aplica tu corazón a la instrucción1
Y tus oídos a las palabras del conocimiento.
13 No escatimes la disciplina del niño;
Aunque lo castigues1 con vara, no moriráa.
14 Lo castigarás1 con vara,
Y librarás su alma del Seol2a.
15 Hijo mío, si tu corazón es sabio,
Mi corazón también se me alegraráa;
16 Y se regocijarán mis entrañas1
Cuando tus labios hablen lo que es rectoa.
17 No envidie tu corazón a los pecadoresa,
Antes vive siempre1 en el temor2 del Señorb.
18 Porque ciertamente hay un futuro1a,
Y tu esperanza no será cortadab.
19 Escucha, hijo mío, y sé sabioa,
Y dirige tu corazón por el buen caminob.
20 No estés con los bebedores de vinoa,
Ni con los comilonesb de carne,
21 Porque el borracho y el glotón se empobrecerána,
Y la vagancia se vestirá de haraposb.
22 Escucha a tu padre, que te engendróa,
Y no desprecies a tu madre cuando envejezcab.
23 Compra la verdad y no la vendas,
Adquiere sabiduría, instrucción e inteligenciaa.
24 El padre del justo se regocijará en gran manera,
Y el que engendra un sabio se alegrará en éla.
25 Alégrense tu padre y tu madrea,
Y regocíjese la que te dio a luz.
26 Dame, hijo mío, tu corazóna,
Y que tus ojos se deleiten en1 mis caminosb.
27 Porque fosa profundaa es la ramera
Y pozo angosto es la mujer desconocida1b.
28 Ciertamente ella acecha como ladróna,
Y multiplica los infieles1 entre los hombres.
29 ¿De quién son los ayesa? ¿De quién las tristezas?
¿De quién las luchas? ¿De quién las quejas?
¿De quién las heridas sin causa?
¿De quién los ojos enrojecidos?
30 De los que se demoran mucho con el vinoa,
De los que van en busca de vinos mezcladosb.
31 No mires al vino cuando rojea,
Cuando resplandece1 en la copa;
Entra suavementea,
32 Pero al final muerde como serpientea,
Y pica como víborab.
33 Tus ojos verán cosas extrañas,
Y tu corazón proferirá perversidadesa.
34 Y serás como el que se acuesta en medio1 del mar,
O como el que se acuesta en lo alto de un mástil2.
35 Y dirás: «Me hirieron, pero no me dolió;
Me golpearon, pero no lo sentí1a.
Cuando despierte,
Volveré a buscar másb».
24 No tengas envidia de los malvadosa,
Ni desees estar con ellosb;
2 Porque su corazón trama violenciaa,
Y sus labios hablan de hacer malb.
3 Con sabiduría se edifica una casaa,
Y con prudencia se afianza;
4 Con conocimiento se llenan las cámaras
De todo bien preciado y deseablea.
5 El hombre sabio es fuerte1a,
Y el hombre de conocimiento aumenta2 su poder.
6 Porque con dirección sabia harás la guerra1a,
Y en la abundancia de consejeros está la victoria2b.
7 Muy alta está la sabiduría para el necioa,
En la puertab de la ciudad no abre su boca.
8 Al que planea hacer el mala,
Lo llamarán intrigante.
9 El tramar necedad es pecadoa,
Y el insolente es abominación a los hombres.
10 Si eres débila en día de angustia,
Tu fuerza es limitada.
11 Libra a los que son llevados a la muerte,
Y retén a los que van con pasos vacilantes a la matanzaa.
12 Si dices: «Mira, no sabíamos esto.».
¿No lo tiene en cuenta ela que sondea1 los corazonesb?
¿No lo sabec el que guarda tu almad?
¿No dará2 a cada hombre según su obrae?
13 Come miela, hijo mío, porque es buena;
Sí, la miel del panal es dulceb a tu paladar.
14 Debes saber que así es la sabiduría para tu almaa;
Si la hallas, entonces habrá un futuro1,
Y tu esperanza no será cortadab.
15 No acechesa, oh impío, la morada del justo;
No destruyas su lugar de descanso;
16 Porque el justo cae siete veces, y vuelve a levantarsea,
Pero los impíos caerán en la desgraciab.
17 No te regocijes cuando caiga tu enemigo,
Y no se alegre tu corazón cuando tropiecea;
18 No sea que el Señor lo vea y le desagrade1,
Y aparte de él Su ira.
19 No te impacientes a causa de los malhechoresa
Ni tengas envidia de los impíosb;
20 Porque no habrá futuro1a para el malo.
La lámpara de los impíos será apagadab.
21 Hijo mío, teme1 al Señor y al reya;
No te asocies con los que son inestables;
22 Porque de repente se levantará su desgraciaa,
Y la destrucción que vendrá de ambos, ¿quién la sabe?
23 También estos son dichos de los sabiosa:
«Hacer acepción de personas1 en el juicio no es buenob».
24 Al que dice al impío: «Eres justoa»,
Lo maldecirán los pueblos, lo aborrecerán las nacionesb;
25 Pero los que lo reprenden tendrán felicidada,
Y sobre ellos vendrá abundante bendición.
El que da una respuesta correcta1.
27 Ordena tus labores de fuera
Y tenlas listas para ti en el campo,
Y después edifica tu casaa.
28 No seas, sin causa, testigo contra tu prójimoa,
Y no engañes con tus labiosb.
29 No digas: «Como él me ha hecho, así le haré;
Pagaré1 al hombre según su obraa».
30 He pasado junto al campo del perezoso
Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento1a,
31 Y vi que todo estaba lleno de cardosa,
Su superficie cubierta de ortigasb,
Y su cerca de piedras, derribadac.
32 Cuando lo vi, reflexioné1 sobre ello;
Miré, y recibí instrucción.
33 «aUn poco de dormir, otro poco de dormitar,
Otro poco de cruzar las manos para descansar»,
34 Y llegará tu pobreza como ladrón1,
Y tu necesidad como hombre armado2.
Comparaciones y lecciones morales
25 También estos son proverbios de Salomóna, que transcribieron los hombres de Ezequías, rey de Judá:
2 Es gloria de Dios encubrir una cosaa,
Pero la gloria de los reyes es investigar un asuntob.
3 Como la altura de los cielos y la profundidad de la tierra,
Así es el corazón de los reyes, inescrutable.
4 Quita la escoria de la plataa,
Y saldrá un vaso para el orfebreb;
5 Quita al malo de delante del reya,
Y su trono se afianzará en la justiciab.
6 No hagas ostentación ante el rey,
Y no te pongas en el lugar de los grandes;
7 Porque es mejor que te digan: «Sube acá»,
A que te humillen delante del príncipe
A quien tus ojos han vistoa.
8 No te apresures a presentar pleitoa;
Pues1 ¿qué harás al final,
Cuando tu prójimo te avergüence?
9 Discute tu caso con tu prójimoa
Y no descubras el secreto de otrob,
10 No sea que te reproche el que lo oiga
Y tu mala fama no se acabe1.
11 Como manzanas de oro en engastes de plata
Es la palabra dicha a su tiempoa.
12 Como pendiente1 de oroa y adorno de oro finob
Es el sabio que reprende al oído atentoc.
13 Como frescura de nieve en tiempo1 de la siega
Es el mensajero fiela para los que lo envían,
Porque refresca el alma de sus señores.
14 Como las nubes y el viento sin lluviaa
Es el hombre que se jacta falsamente de sus dones1b.
15 Con la mucha paciencia1 se persuade al príncipe,
Y la lengua suave quebranta los huesosa.
16 ¿Has hallado miela? Come solo lo que necesites1,
No sea que te hartes y la vomites.
17 No frecuente tu pie la casa de tu vecino,
No sea que él se hastíe de ti y te aborrezca.
18 Como mazo y espadaa y flecha agudab
Es el hombre que levanta falso testimonio contra su prójimoc.
19 Como diente malo y pie que resbala
Es la confianza en el hombre engañadora en tiempo de angustia.
20 Como el que se quita la ropa en día de frío, o como el vinagre sobre la lejía1,
Es el que canta canciones a un corazón afligido2.
21 Si tu enemigo1 tiene hambre, dale de comer pan,
Y si tiene sed, dale a beber aguaa;
22 Porque así amontonarás1 brasas sobre su cabeza,
Y el Señor te recompensaráa.
23 El viento del norte trae la lluvia,
Y la lengua murmuradora1, el semblante lleno de iraa.
24 Mejor es vivir en un rincón del terrado
Que en una casa con mujer rencillosa1a.
25 Como agua fría para el alma sedienta,
Así son las buenas nuevas de una tierra lejanaa.
26 Como manantial turbio y pozo contaminado1a
Es el justo que cede ante el impío.
27 No es bueno comer mucha miel,
Ni el buscar la propia gloria es gloriaa.
28 Como ciudad invadida y sin murallasa
Es el hombre que no domina su espíritub.
26 Como nieve en el verano y como lluvia en la siegaa,
Así la honra no es apropiada para el neciob.
2 Como el gorrión en su vagar y la golondrina en su vueloa,
Así la maldición no viene sin causab.
3 El látigo es para el caballo, la brida para el asnoa,
Y la vara para la espalda de los neciosb.
4 No respondas al necio de acuerdo con su necedada,
Para que no seas tú también como él.
5 Responde al necio según su necedada se merece,
Para que no sea sabio ante sus propios ojosb.
6 Se corta los pies y bebe violencia
El que envía recado por mano de un necio.
7 Como las piernas que penden del lisiado,
Así es el proverbio en boca de los necios.
8 Como el que ata1 la piedra a la honda,
Así es el que da honor al necio.
9 Como espina que se clava1 en la mano de un borracho,
Así es el proverbio en boca de los necios.
10 Como arquero que a todos hiere,
Así es el que toma a sueldo al necio o a1 los que pasan.
11 Como perro que vuelve a su vómitoa
Es el necio que repite su1 necedadb.
12 ¿Has visto a un hombre que se tiene por sabio1a?
Más esperanza hay para el necio que para élb.
13 El perezoso dicea: «Hay un león en el camino;
Hay un león en medio de la plaza».
14 Como la puerta gira sobre sus goznes,
Así da vueltas el perezoso en su camaa.
15 El perezoso mete la mano en el platoa,
Pero se fatiga de llevársela a la boca.
16 El perezoso es más sabio ante sus propios ojos
Que siete que den una respuesta discreta1a.
17 Como el que toma un perro por las orejas,
Así es el que pasa y se entremete1 en pleito que no es suyoa.
18 Como el enloquecido que lanza
Teas encendidasa, flechas y muerte,