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Proverbios 20–24

20 El vinoa es provocador, la bebida fuerteb alborotadora,

Y cualquiera que con1 ellos se embriaga no es sabio.

2 Como rugido de león es el furor del rey,

El que lo provoca a ira pone en peligro su propia vidaa.

3 Es honra para el hombre evitar1 las discusiones,

Pero cualquier necio se enredará en ellas2a.

4 Desde el otoño, el perezoso no araa,

Así que pide durante la cosecha, pero no hay nada.

5 Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre,

Y el hombre de entendimiento lo sacará.

6 Muchos hombres proclaman su propia lealtad1a,

Pero un hombre digno de confianzab, ¿quién lo hallará?

7 El justo anda en su integridada;

¡Cuán dichosos son sus hijos después de élb!

8 El rey que se sienta sobre el trono del juicioa,

Disipa1 con sus ojos todo mal.

9 ¿Quién puede decir: «Yo he limpiado mi corazón,

Limpio estoy de mi pecadoa»?

10 Pesas desiguales y medidas desiguales1,

Ambas cosas son abominables al Señora.

11 Aun por sus hechos un muchacho se da a conocera

Si su conducta es pura y recta.

12 El oído que oye y el ojo que ve,

Ambos los ha hecho el Señora.

13 No ames el sueñoa, no sea que te empobrezcas;

Abre tus ojos y te saciarás de pan.

14 «Malo, malo», dice el comprador,

Pero cuando se marcha, entonces se jacta.

15 Hay oro y abundancia de joyas1,

Pero cosa más preciosa son los labios con conocimiento.

16 Tómale la ropa al que1 sale fiador del extraño;

Y tómale prenda por los extranjeros.

17 El pan obtenido con falsedad es dulce al hombrea,

Pero después su boca se llenará de grava.

18 Los proyectos con consejo se preparana,

Y con dirección sabia se hace la guerrab.

19 El que anda murmurando revela secretosa,

Por tanto no te asocies con el chismoso1b.

20 Al que maldice a su padre o a su madrea,

Se le apagaráb su lámpara en medio1 de las tinieblas.

21 La herencia adquirida de prisa al principio,

No será bendecida al final.

22 No digas: «Yo pagaré mal por mala»”

Espera en el Señorb, y Él te salvará.

23 Pesas desiguales1 son abominación al Señora,

Y no está bienb usar una balanza falsa2.

24 Por el Señor son ordenados los pasos del hombrea,

¿Cómo puede, pues, el hombre entender su camino?

25 Lazo es para el hombre decir a la ligera: «Es santo»”

Y después de los votos investigara.

26 El rey sabio avienta a los impíosa,

Y hace pasar1 la rueda de trillarb sobre ellos.

27 Lámpara del Señor es el espíritu1 del hombrea

Que escudriña lo más profundo de su ser2.

28 Lealtad1 y verdad guardan al rey,

Y por la justicia1 sostiene su tronoa.

29 La gloria de los jóvenes es su fuerza,

Y la honra1 de los ancianos, sus canasa.

30 Los azotes que hieren limpian del mala,

Y los golpes llegan a lo más profundo1 del cuerpo.

21 Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del Señor;

Él lo dirige donde le placea.

2 Todo camino del hombre es recto ante sus ojos,

Pero el Señor sondea1 los corazonesa.

3 El hacer justicia y derecho

Es más deseado por el Señor que el sacrificioa.

4 Los ojos altivos y el corazón arrogante,

Y la lámpara de los impíosa son pecado.

5 Los proyectos del diligente ciertamente son ventajaa,

Pero todo el que se apresura, ciertamente llega a la pobrezab.

6 Conseguir tesorosa con lengua mentirosa

Es un vapor fugaz, es buscar1 la muerteb.

7 La violencia de los impíos los arrastrará,

Porque se niegan a obrar con justicia1a.

8 Torcido es el camino del pecador1a

Mas el proceder del limpio es recto.

9 Mejor es vivir en un rincón del terrado

Que en una casa con mujer rencillosa1.

10 El alma del impío desea el mal;

Su prójimo no halla favor a sus ojosa.

11 Cuando el insolente es castigado, el simple se hace sabioa;

Pero cuando se instruye al sabio, adquiere conocimiento.

12 El justo observa la casa del impío,

Llevando al impío a la ruinaa.

13 El que cierra su oído al clamor del pobrea,

También él clamará y no recibirá respuestab.

14 Una dádivaa en secreto aplaca la ira,

Y el soborno bajo el manto1, el furor violento.

15 El cumplimiento de la justicia1 es gozo para el justo,

Pero terror para los que obran iniquidada.

16 El hombre que se aparta del camino del saber

Reposará en la asamblea de los muertos1a.

17 El que ama el placer será pobrea;

El que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá.

18 El impío es rescate para el justoa,

Y el malvado está en lugar de los rectosb.

19 Mejor es habitar en tierra desierta

Que con mujer rencillosa y molestaa.

20 Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabioa,

Pero el necio todo lo disipab.

21 El que sigue la justiciaa y la lealtad1

Halla vida, justicia y honor.

22 El sabio escala la ciudad de los poderosos

Y derriba la fortaleza en que confiaban1a.

23 El que guarda su boca y su lengua,

Guarda su alma de angustiasa.

24 «Altivo», «arrogante» y «escarnecedora», son los nombres

Del que obra con orgullo insolenteb.

25 El deseo del perezosoa lo mata,

Porque sus manos rehúsan trabajar;

26 Todo el día codicia1,

Mientras el justo da y nada retienea.

27 El sacrificio de los impíos es abominacióna,

Cuánto más trayéndolo con mala intención.

28 El testigo falso pereceráa,

Pero el hombre que escucha la verdad, hablará siempre.

29 El hombre impío muestra audacia en1 su rostroa,

Pero el recto asegura su caminob.

30 No vale sabiduría, ni entendimiento,

Ni consejo, ante el Señora.

31 Se prepara al caballo para el día de la batallaa,

Pero la victoria1 es del Señorb.

22 Más vale el buen nombre que las muchas riquezasa,

Y el favor que la plata y el oro.

2 El rico y el pobre tienen un lazo común1:

A ambos los hizoa el Señor.

3 El prudente ve el mal y se esconde,

Pero los simples siguen adelante y son castigadosa.

4 La recompensa de la humildad y el temor1 del Señor

Son la riqueza, el honor y la vida.

5 Espinos y lazos hay en el camino del perversoa;

El que cuida su alma se alejará de ellos.

6 Instruye al niño en el camino que debe andar1a,

Y aun cuando sea viejo no se apartará de él.

7 El rico domina a los pobresa,

Y el deudor es esclavo del acreedor.

8 El que siembra iniquidada segará vanidad,

Y la vara de su furor pereceráb.

9 El generoso1 será benditoa,

Porque da de su pan al pobreb.

10 Echa fuera al insolente y saldrá la discordia,

Y cesarán también los pleitos y la ignominiaa.

11 El que ama la pureza de corazóna

Tiene gracia en sus labios, y el rey es su amigob.

12 Los ojos del Señor guardan el conocimiento,

Pero Él confunde las palabras del engañador.

13 El perezoso dice: «Hay un león afueraa;

Seré muerto en las calles».

14 Fosa profunda es la boca de las mujeres extrañasa;

El que es maldito del Señor caerá en ella1b.

15 La necedad está ligada al corazón del niño,

Pero la vara de la disciplinaa lo alejará de ella.

16 El que oprime al pobrea para engrandecerse,

O da al rico, solo llegará a la pobrezab.

Preceptos y amonestaciones

17 Inclina tu oído y oye las palabras de los sabiosa,

Y aplica tu corazón a mi conocimiento;

18 Porque te será agradable si las guardas dentro de tia,

Para que1 estén listas en tus labios.

19 Para que tu confianza esté en el Señora,

Te he instruido1 hoy a ti también.

20 ¿No te he escrito cosas excelentes1a

De consejo y conocimiento,

21 Para hacerte saber la certeza1 de las palabras de verdada

A fin de que respondas correctamente2 al que te ha enviadob?

22 No robes al pobrea, porque es pobre,

Ni aplastes al afligidob en la puerta;

23 Porque el Señor defenderá su causaa

Y quitará la vida1 de los que los despojan.

24 No te asocies con el hombre iracundo,

Ni andes con el hombre violentoa,

25 No sea que aprendas sus manerasa

Y tiendas1 lazo para ti mismo.

26 No estés entre los que dan fianzas1,

Entre los que salen de fiadores de préstamosa.

27 Si no tienes con qué pagar,

¿Por qué han de quitarte la cama de debajo de tia?

28 No muevas el lindero antiguo

Que pusieron tus padresa.

29 ¿Has visto un hombre diestro en su trabajo?

Estará delante1 de los reyesa;

No estará delante1 de hombres sin importancia.

23 Cuando te sientes a comer con un gobernante,

Considera bien lo que1 está delante de ti,

2 Y pon cuchillo a tu garganta

Si eres hombre de mucho apetitoa.

3 No desees sus manjaresa,

Porque es alimento engañoso.

4 No te fatigues en adquirir riquezasa,

Deja de pensar en ellas1b.

5 Cuando pones tus ojos en ella, ya no está1.

Porque la riqueza ciertamente se hace alasa

Como águila que vuela hacia los cielos.

6 No comas el pan del egoísta1a,

Ni desees sus manjaresb;

7 Pues como piensa dentro de sí1, así es él.

Él te dice: «Come y bebe»,

Pero su corazón no está contigoa.

8 Vomitarás el1 bocado que has comidoa,

Y malgastarás tus cumplidos2.

9 No hables a oídos del necioa,

Porque despreciará la sabiduría de tus palabrasb.

10 No muevas el lindero antiguo,

Ni entres en la heredad1 de los huérfanosa,

11 Porque su Redentor es fuertea;

Él defenderá su causa contra tib.

12 Aplica tu corazón a la instrucción1

Y tus oídos a las palabras del conocimiento.

13 No escatimes la disciplina del niño;

Aunque lo castigues1 con vara, no moriráa.

14 Lo castigarás1 con vara,

Y librarás su alma del Seol2a.

15 Hijo mío, si tu corazón es sabio,

Mi corazón también se me alegraráa;

16 Y se regocijarán mis entrañas1

Cuando tus labios hablen lo que es rectoa.

17 No envidie tu corazón a los pecadoresa,

Antes vive siempre1 en el temor2 del Señorb.

18 Porque ciertamente hay un futuro1a,

Y tu esperanza no será cortadab.

19 Escucha, hijo mío, y sé sabioa,

Y dirige tu corazón por el buen caminob.

20 No estés con los bebedores de vinoa,

Ni con los comilonesb de carne,

21 Porque el borracho y el glotón se empobrecerána,

Y la vagancia se vestirá de haraposb.

22 Escucha a tu padre, que te engendróa,

Y no desprecies a tu madre cuando envejezcab.

23 Compra la verdad y no la vendas,

Adquiere sabiduría, instrucción e inteligenciaa.

24 El padre del justo se regocijará en gran manera,

Y el que engendra un sabio se alegrará en éla.

25 Alégrense tu padre y tu madrea,

Y regocíjese la que te dio a luz.

26 Dame, hijo mío, tu corazóna,

Y que tus ojos se deleiten en1 mis caminosb.

27 Porque fosa profundaa es la ramera

Y pozo angosto es la mujer desconocida1b.

28 Ciertamente ella acecha como ladróna,

Y multiplica los infieles1 entre los hombres.

29 ¿De quién son los ayesa? ¿De quién las tristezas?

¿De quién las luchas? ¿De quién las quejas…

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