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Juan 1:1–12:50

1 En el principioa ya existía1 el Verbo2b, y el Verbo estaba con Diosc, y el Verbo era Diosd.

2 Él1 estaba en el principio con Dios.

3 Todas las cosas fueron hechas por medio de Éla, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

4 En Él estaba la vidaa, y la vida era la Luz de los hombresb.

5 La Luz brilla en las tinieblasa, y las tinieblas no la comprendieron.

6 Vino al m un1do un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juana.

7 Este vino como testigoa para testificar de la Luz, a fin de que todos creyeran por medio de élb.

8 No era él1 la Luza, sino que vino para dar testimonio de la Luz.

9 Existía1 la Luz verdaderaa que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre2.

10 Él estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de Éla, y el mundo no lo conoció.

11 A lo Suyo vino, y los Suyos no lo recibieron.

12 Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Diosa, es decir, a los que creen en Su nombreb,

13 que no nacieron1 de sangre2, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Diosa.

El Verbo se hace carne

14 El Verboa se hizo carneb, y habitó entre nosotrosc, y vimos Su gloriad, gloria como del unigénito del Padre, lleno de graciae y de verdadf.

15 Juan dio* testimonio de Éla y clamó: «Este era del que yo decía: “El que viene después de míb, es antes de mí1, porque era primero que yoc”».

16 Pues de Su plenituda todos hemos recibido, y gracia sobre gracia.

17 Porque la ley fue dada por medio de Moisésa; la graciab y la verdadc fueron hechas realidad por medio de Jesucristo1.

18 Nadie ha visto jamás a Diosa; el unigénito Dios1b, que está en el seno del Padrec, Él lo ha dado a conocerd.

Testimonio de Juan el Bautista

19 Este es el testimonioa de Juan, cuando los judíosb enviaron sacerdotes y levitas de Jerusalénc a preguntarle: «¿Quién eres tú?».

20 Y él confesó y no negó, pero confesó: «Yo no soy el Cristo1a»

21 «¿Entonces, qué?», le preguntaron, «¿Eres Elíasa?». Y él dijo*: «No lo soy». «¿Eres el Profetab?». «No», respondió Juan.

22 Entonces le preguntaron: «¿Quién eres? Ya que tenemos que dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?»

23 Juan les respondió: «Yo soy la voz del que clama en el desierto: “Enderecen el camino del Señora”, como dijo el profeta Isaíasb».

24 Los que habían sido enviados eran de los fariseos,

25 y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Cristo1, ni Elías, ni el Profetaa

26 Juan les respondió: «Yo bautizo en1 aguaa, pero entre ustedes está Uno a quien ustedes no conocen.

27 »Él es el que viene después de mía, a quien yo no soy digno de desatar la correa de la sandaliab»

28 Estas cosas sucedieron en Betania1, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizandoa.

El Cordero de Dios

29 Al día siguiente Juan vio* a Jesús que venía hacia él, y dijo*: «Ahí está el Cordero de Diosa que quita el pecado del mundob.

30 »Este es Aquel de quien yo dije: “Después de mí viene un Hombrea que es antes de mí1 porque era primero que yob

31 »Yo no lo conocía1, pero para que Él fuera manifestado a Israel, por esto yo vine bautizando en2 agua»

32 Juan también dio testimonioa, diciendo: «He visto al Espíritu que descendía del cielo como palomab, y se posó sobre Él.

33 »Yo no lo conocía1, pero el que me envió a bautizar en2 agua me dijo: “Aquel sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre Él, Este es el que bautiza en2 el Espíritu Santoa

34 »Y yo lo he visto y he dado testimonio de que Este es el Hijo de Diosa»

Los primeros discípulos

35 Al día siguientea Juan estaba otra vez allí con1 dos de sus discípulos,

36 y vio a Jesús que pasaba, y dijo*: «Ahí está el Cordero de Diosa»

37 Y los dos discípulos le oyeron hablar, y siguieron a Jesús.

38 Jesús se volvió, y viendo que lo seguían, les dijo*: «¿Qué buscan?». Y ellos le dijeron: «Rabía (que traducido quiere decir Maestro), ¿dónde te hospedas?».

39 «Vengan y verán», les dijo* Jesús. Entonces fueron y vieron dónde se hospedaba; y se quedaron con Él aquel día, porque eran como las cuatro de la tarde1.

40 aUno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro.

41 Él encontró* primero a su hermano Simón, y le dijo*: «Hemos hallado al Mesíasa» (que traducido quiere decir, Cristo).

42 Entonces lo trajo a Jesús. Jesús mirándolo, dijo: « eres Simón, hijo de Juan* a; serás llamado Cefasb», que quiere decir Pedro2c.

Felipe y Natanael

43 Al día siguientea Jesús se propuso salir para Galileab, y encontró* a Felipec, y le dijo*: «Síguemed».

44 Felipea era de Betsaidab, de la ciudad de Andrés y de Pedro.

45 Felipea encontró* a Natanaelb y le dijo*: «Hemos hallado a Aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetasc, a Jesús de Nazaretd, el hijo de Josée»

46 Y Natanael le dijo: «¿Puede algo bueno salir de Nazareta?». «Ven, y ve», le dijo* Felipeb.

47 Jesús vio venir a Natanael y dijo* de él: «Ahí tienen a un verdadero israelitaa en quien no hay engaño».

48 Natanael le preguntó*: «¿Cómo es que me conoces?». Jesús le respondió: «Antes de que Felipea te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».

49 «Rabía, Tú eres el Hijo de Diosb, Tú eres el Rey de Israelc», respondió Natanael.

50 Jesús le contestó: «¿Porque te dije que te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás».

51 También le dijo*: «En verdad les digo que verán el cielo abiertoa y a los ángeles de Dios subiendo y bajandob sobre el Hijo del Hombrec».

La boda de Caná

2 Al tercer díaa se celebró una boda en Caná de Galileab, y estaba allí la madre de Jesúsc;

2 y también Jesús fue invitado a la boda, con1 Sus discípulosa.

3 Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo*: «No tienen vino»

4 Y Jesús le dijo: «Mujera, ¿qué nos interesa esto a ti y a b? Todavía no ha llegado Mi horac».

5 Su madrea dijo* a los que servían: «Hagan todo lo que Él les diga»

6 Y había allí seis tinajas de piedra, puestas para ser usadas en el rito de la purificación de los judíosa; en cada una cabían dos o tres cántaros1.

7 Jesús les dijo*: «Llenen de agua las tinajas». Y las llenaron hasta el borde.

8 Entonces les dijo*: Saquen ahora un poco «Saquen ahora un poco y llévenlo al mayordomo». Y se lo llevaron.

9 El mayordomo probó el agua convertida en vinoa, sin saber de dónde era, pero los que servían, que habían sacado el agua, lo sabían. Entonces el mayordomo llamó* al novio,

10 y le dijo*: «Todo hombre sirve primero el vino bueno, y cuando ya han tomado bastantea, entonces el inferior; pero tú has guardado hasta ahora el vino bueno»

11 Este principio de Sus señales1a hizo Jesús en Caná de Galileab, y manifestó Su gloriac, y Sus discípulos creyeron en Él.

12 Después de esto Jesús bajó a Capernaúma con Su madre, Sus hermanosb y Sus discípulosc; pero no se quedaron allí muchos días.

Jesús echa a los mercaderes del templo

13 La Pascua de los judíos estaba cercaa, y Jesús subió a Jerusalénb.

a14 En el templo encontró a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero allí sentados.

15 Y haciendo un látigo de cuerdas, echó a todos fuera del templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los que cambiaban el dinero y volcó las mesas.

16 A los que vendían palomas les dijoa: «Quiten esto de aquí; no hagan de la casa de Mi Padreb una casa de comercio».

17 Sus discípulosa se acordaron de que estaba escrito: «El celo por Tu casa me consumiráb».

18 Entonces los judíosa le dijeron: «Ya que haces estas cosas, ¿qué señalb nos muestras?»

19 Jesús les respondió: «Destruyan este templo1, y en tres días lo levantaréa».

20 Entonces los judíosa dijeron: «En cuarenta y seis años fue edificado este templo1b, ¿y Tú lo levantarás en tres días?»

21 Pero Él hablaba del templo1 de Su cuerpoa.

22 Por eso, cuando resucitó de los muertos, Sus discípulosa se acordaronb de que había dicho esto; y creyeron en la Escriturac y en la palabra que Jesús había hablado.

Los primeros creyentes en Jerusalén

23 Cuando Jesús estaba en Jerusalén durante la fiesta de la Pascuaa, muchos creyeron en Su nombre al ver las señalesb que hacía.

24 Pero Jesús, en cambio, no se confiaba en ellos, porque los conocía a todosa,

25 y1 no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio del hombre, porque Él conocía lo que había en el interior del hombre.a

El nuevo nacimiento

3 Había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemoa, prominenteb entre los judíos.

2 Este vino a Jesús de noche y le dijo: «Rabía, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer las señales1b que Tú haces si Dios no está con élc»

3 Jesús le contestó: «En verdad te digo que el que no nace de nuevo1a no puede ver el reino de Diosb».

4 Nicodemo le dijo*: «¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?»

5 Jesús respondió: «En verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritua no puede entrar en el reino de Diosb.

6 »Lo que es nacido de la carne, carne esa, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

7 »No te asombres de que te haya dicho: “Tienen que nacer de nuevo1”.

8 »El viento sopla por donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde vaa; así es todo aquel que es nacido del Espíritu».

9 Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede ser esto?»

10 Jesús le respondió: « eres maestroa de Israel, ¿y no entiendes estas cosas?

11 »En verdad te digo que hablamos lo que sabemosa y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no reciben nuestro testimoniob.

12 »Si les he hablado de las cosas terrenales, y no creen, ¿cómo creerán si les hablo de las celestiales?

13 »Nadie ha subido al cieloa, sino Aquel que bajó del cielob, es decir, el Hijo del Hombrec que está en el cielo1.

14 »Y como Moisés levantó la serpiente en el desiertoa, así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombreb,

15 para que todo aquel que cree, tenga en Él vida eternaa.

El amor de Dios

16 »Porque de tal manera amó Dios al mundoa, que dio a Su Hijo unigénitob, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eternac.

17 »Porque Dios no envióa a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo

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