Isaías 40:1–11
40 «Consuelen, consuelen a Mi pueblo», dice su Diosa.
2 «Hablena al corazón de Jerusalén
Y díganle a voces que su lucha1 ha terminadob,
Que su iniquidad ha sido quitada2c,
Que ha recibido de la mano del Señor
El doble por todos sus pecadosd».
«Preparen en el desierto camino al Señor;
Allanen en la soledad calzada para nuestro Diosb.
Y bajado todo monte y collado;
Vuélvase llano el terreno escabroso,
Y lo abrupto, ancho valle.
5 »Entonces será revelada1 la gloria del Señora,
Y toda carne 2 a una la veráb,
Pues la boca del Señor ha habladoc».
6 Una voz dijo1: «Clama».
Entonces él respondió2: «¿Qué he de clamar?».
Que toda carne3 es como la hierba, y todo su esplendor4 es como la flor del campoa.
7 Se seca la hierba, se marchita la flora
Cuando1 el aliento del Señor sopla sobre ellab;
En verdad el pueblo es hierba.
8 Se seca la hierba, se marchita la flor,
Pero la palabra de nuestro Dios permanece para siemprea.
Oh Sión, portadora de buenas nuevas1a.
Levanta con fuerza tu voz,
Oh Jerusalén, portadora de buenas nuevas2;
Levántala, no temas.
Dile a las ciudades de Judáb:
«Aquí está su Diosc».
10 Miren, el Señor Dios1 vendrá con podera,
Y Su brazo gobernará por Él.
Con Él está Su galardónb,
Y Su recompensa delante de Élc.
11 Como pastor apacentará Su rebañoa,
En Su brazo recogerá los corderos,
Y en Su seno los llevará;
Guiará con cuidado a las recién paridas.