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Daniel 1–8

Daniel y sus compañeros en la corte de Nabucodonosor

1 En el tercer año del reinado de Joacim, rey de Judá, vino Nabucodonosor, rey de Babiloniaa, a Jerusalénb y la sitió.

2 El Señor entregó en sus manosa a Joacim, rey de Judá, así como algunos de los utensilios de la casa de Diosb. Estos se los llevó a la tierra de Sinarc, a la casa de su dios1, colocando2 los utensilios en la casa del tesoro de su dios1d.

3 Entonces el rey mandó1 a Aspenaz, jefe de sus oficiales2, que trajera de los israelitas a algunos de la familia3 real y de los noblesa.

4 Estos jóvenes no debían tener defecto alguno, serían de buen parecera, inteligentes en toda rama del saberb, dotados de entendimiento y habilidad para discernirc y que tuvieran la capacidad para servir1 en el palacio del rey; y le dio órdenes de que les enseñara la escritura y la lengua de los caldeosd.

5 El rey les asignó una ración diaria de los manjares del rey y del vino que él bebíaa, y mandó que los educaran1 por tres años, después de los cuales entrarían al servicio2 del reyb.

6 Entre estos estaban Daniela, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá.

7 Entonces el jefe de oficiales les puso nuevos nombres: a Daniel le puso Beltsasara; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed Negob.

8 Pero Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con los manjaresa del rey ni con el vino que él bebíab, y pidió al jefe de oficiales que le permitiera no contaminarsec.

9 Dios concedió a Daniel hallar favor1 y gracia ante el jefe de oficialesa,

10 y el jefe de oficiales dijo a Daniel: «Temo a mi señor el rey, porque él ha asignado su comida y su bebida. ¿Por qué ha de ver sus rostros más pálidos que los de los demás jóvenes de su edad? Así pondrían en peligro1 mi cabeza ante el rey»

11 Pero Daniel dijo al mayordomo a quien el jefe de oficiales había nombrado sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías:

12 «Te ruego que pongas a prueba a tus siervos por diez días, y que nos den legumbres para comer y agua para bebera.

13 »Que se compare después1 nuestra apariencia en tu presencia con la apariencia de los jóvenes que comen los manjares del rey, y haz con tus siervos según lo que veas».

14 El mayordomo los escuchó en esto y los puso a prueba por diez días.

15 Después de los diez días el aspecto de ellos parecía mejor y estaban más rollizos1a que todos los jóvenes que habían estado comiendo los manjares del rey.

16 Así que el mayordomo siguió suprimiendo1 los manjares y el vino que debían beber, y les daba legumbresa.

17 A estos cuatro jóvenes Dios les dio conocimiento e inteligencia en toda clase de literatura1 y sabiduríaa. Además, Daniel entendía toda clase de visiones y sueñosb.

18 Después de los días que el rey había fijado1 para que fueran presentados2, el jefe de oficiales los trajo ante Nabucodonosor.

19 El rey habló con ellos, y de entre todos ellos no se halló ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azaríasa. Entraron, pues, al servicio1 del reyb.

20 Y en todo asunto de sabiduría y1 conocimientoa que el rey les consultó, los encontró diez vecesb superiores a todos los magos2c y encantadores que había en todo su reinod.

21 Daniel estuvo allí hasta el primer año del rey Ciroa.

El sueño del rey

2 En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, este tuvo sueños1, y se turbó su espíritua y no podía dormir2b.

2 Entonces el rey mandó llamar a los magos1, encantadores, hechiceros y caldeos2, para que le explicaran al rey sus sueñosa. Vinieron, pues, y se presentaron ante el rey.

3 Y el rey les dijo: «He tenido un sueño1a, y mi espíritu se ha turbado por el deseo de entender2 el sueño».

4 Entonces los caldeos hablaron al rey en arameo* a: «¡Oh rey, viva para siempreb! Cuente el sueño a sus siervos, y nosotros le declararemos la interpretaciónc».

5 El rey respondió a los caldeos: «Mis órdenes son firmes1: si no me dan a conocer el sueño y su interpretación, serán descuartizados y sus casas serán reducidas a escombros2a.

6 »Pero si me declaran el sueño y su interpretación, recibirán de mí regalos, recompensas y grandes honores. Por tanto, declárenme el sueño y su interpretacióna».

7 Respondieron ellos por segunda vez: «Refiera el rey su sueño a sus siervos, y declararemos la interpretacióna».

8 Respondió el rey: «Ciertamente sé que quieren ganar1 tiempo, porque ven que mis órdenes son firmes.

9 »Si no me declaran el sueño, hay una sola sentencia1a para ustedes. Porque se han concertado para hablar delante de mí palabras falsas y perversas2b hasta que cambie la situación3. Por tanto, díganme el sueño para que yo sepa que me pueden dar su interpretación».

10 Los caldeos respondieron al1 rey: «No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto al2 rey, puesto que ningún gran rey o gobernante jamás ha pedido cosa semejante a ningún mago3, encantador o caldeoa.

11 »Lo que el rey demanda es difícil y no hay nadie que lo pueda declarara al rey sino los dioses cuya morada no está entre los hombres1b».

12 A causa de esto el rey se indignó y se enfurecióa en gran manera y dio la orden de que mataran a todos los sabios de Babilonia.

13 Y se publicó el decreto1 de que mataran a todos los sabios. Buscaron también a Daniel y a sus amigosa para matarlos.

14 Entonces Daniel habló con discreción y sensatez a Arioc, capitán de la guardia1 del rey, que había salido para matar a los sabios de Babiloniaa.

15 Y preguntó a Arioc, capitán del rey: «¿Por qué es tan riguroso1 el decreto2 del rey?». Y Arioc informó a Daniel sobre el asunto.

16 Así que Daniel fue a pedirle al rey que le diera tiempo1 para declarar la interpretación al rey.

17 Entonces Daniel fue a su casa e informó el asunto a sus amigos Ananías, Misael y Azaríasa,

18 para que pidieran misericordia del Dios del cielo acerca de este misterioa, a fin de que no perecieran Daniel y sus amigos con el restob de los sabios de Babilonia.

19 Entonces el misterio fue revelado a Daniel en una visión de nochea. Daniel entonces bendijo al Dios del cielo,

20 y dijo:

«Sea el nombre de Dios bendito por los siglos de los siglosa,

Porque la sabiduría y el poder son de Élb.

21 ȃl es quien cambia los tiempos y las edadesa;

Quita reyes y pone reyesb.

Da sabiduría a los sabios,

Y conocimiento a los entendidos1c.

22 ȃl es quien revela lo profundo y lo escondidoa.

Conoce lo que está en tinieblasb,

Y la luz mora con Élc.

23 »A ti, Dios de mis padresa, yo doy gracias y alabo,

Porque me has dado sabiduría y poderb,

Y ahora me has revelado lo que te habíamos pedido,

Pues nos has dado a conocer el asunto del reyc».

24 Después fue Daniel adonde estaba Arioc, a quien el rey había designado para dar muerte a los sabios de Babiloniaa. Fue y le habló así: «No des muerte a los sabios de Babilonia. Llévame ante el rey, y declararé al rey la interpretación»

25 Entonces Arioc se apresuró a llevar a Daniel ante el reya, y le dijo así: «He hallado a un hombre entre los deportados1 de Judáb que dará a conocer al rey la interpretación»

26 El rey le preguntó a Daniel, a quien llamaban Beltsasar: «¿Eres tú capaz de darme a conocer el sueño que he visto y su interpretacióna?».

27 Daniel respondió ante el rey, y dijo: «En cuanto al misterio que el rey quiere saber, no hay sabios, encantadores, magos1 ni adivinos que puedan declararlo al reya.

28 »Pero hay un Dios en el cielo que revela los misteriosa, y Él ha dado a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá al fin de los díasb. Su sueño y las visiones que usted ha tenido1 en su camac eran estos:

29 »A usted, oh rey, en su cama le surgieron pensamientos sobre lo que habrá de suceder en el futuro1, y el que revela los misterios le ha dado a conocer lo que sucederáa.

30 »En cuanto a mí, me ha sido revelado este misterio, no porque yo tenga1 más sabiduría que cualquier otro viviente, sino con el fin de dar a conocer al rey la interpretacióna, y para que usted entienda los pensamientosb de su corazón.

31 »Usted, oh rey, tuvo una visión en la que había una gran estatua. Esa estatua era enorme y su brillo extraordinario; estaba en pie delante de usted y su aspecto era terriblea.

32 »La cabeza de esta estatua era de oroa puro, su pecho y sus brazos de plata, y su vientre y sus muslos de bronce,

33 sus piernas de hierro, sus pies en parte de hierro y en parte de barro.

34 »La estuvo mirando hasta que una piedra fue cortada sin ayuda de manosa, y golpeó la estatua en sus pies de hierro y de barro, y los desmenuzób.

35 »Entonces fueron desmenuzados, todos a la vez1, el hierro, el barro, el bronce, la plata y el oro. Quedaron como el tamoa de las eras en verano, y el viento se los llevó sin que quedara rastro alguno de ellosb. Y la piedra que había golpeado la estatua se convirtió en un gran montec que llenó toda la tierra.

36 »Este es el sueño. Ahora diremos ante el rey su interpretacióna.

37 »Usted, oh rey, es rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado el reino1a, el poderb, la fuerza y la gloria.

38 »Y dondequiera que habiten los hijos de los hombres, las bestias del campo o las aves del cieloa, Él los ha entregado en su mano y lo ha hecho soberano de todos ellos; usted es la cabeza de oro.

39 »Después de usted se levantará otro reino, inferior a usted, y luego un tercer reino, de bronce, que gobernará sobre toda la tierra.

40 »Y habrá un cuarto reino, tan fuerte como el hierro. Y así como el hierro desmenuza y destroza todas las cosas, como el hierro que tritura, así él desmenuzará y triturará a todos estosa.

41 »Lo que usted vio, los pies y los dedos, parte de barro de alfarero y parte de hierro, será un reino dividido. Pero tendrá la solidez del hierro, ya que vio el hierro mezclado con barro corriente1.

42 »Y así como los dedos de los pies eran parte de hierro y parte de barro cocido, también parte del reino será fuerte y parte será frágil.

43 »En cuanto al hierro mezclado con barro corriente1 que ha visto, se mezclarán mediante2 simiente humana. Pero no se unirán el uno con el otro, como no se mezcla el hierro con el barro.

44 »En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reinoa que jamás será destruido, y este reino no será entregado1b a otro puebloc. …

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