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2 Corintios 10–11

Las armas del apostolado

10 Yo mismo, Pabloa, les ruegob por la mansedumbre y la benignidadc de Cristo, yo, que soy humilde cuando estoy delante de ustedes, pero osado para con ustedes cuando estoy ausented,

2 ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que ser osado con la confianza con que me propongo proceder resueltamente1 contra algunosa que nos consideran como si anduviéramos según la carneb.

3 Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carnea.

4 Porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Diosa para la destrucción de fortalezasb;

5 destruyendo especulaciones1 y todo razonamiento altivo2a que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristob,

6 y estando preparados para castigar toda desobediencia cuando la obediencia de ustedes sea completaa.

7 Ustedes ven1 las cosas según la apariencia exterior2a. Si alguien tiene confianza en sí mismo de que es de Cristob, considere esto dentro de sí otra vez: que así como él es de Cristo, también lo somos nosotrosc.

8 Pues aunque yo me gloríea más todavía1 respecto de nuestra autoridad, que el Señor nos dio para edificación y no para la destrucción de ustedesb, no me avergonzaré,

9 para que no parezca como que deseo asustarlos con mis1 cartas.

10 Porque ellos dicen: «Sus cartas son severas y duras, pero la presencia física es poco impresionante1a, y la manera de hablar2 despreciableb»

11 Esto tenga en cuenta tal persona: que lo que somos en palabra por carta, estando ausentes, lo somos también1 en hechos, estando presentes.

12 Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismosa. Pero ellos, midiéndose a sí mismos y comparándose consigo mismos, carecen de entendimiento.

13 Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino dentro de la medida1 de la esfera que Dios nos señalóa como límite para llegar también hasta ustedes.

14 Pues no nos excedemos a nosotros mismos, como si no los hubiéramos alcanzado, ya que nosotros fuimos los primeros en llegar hasta ustedesa con1 el evangelio de Cristob.

15 No nos gloriamos desmedidamentea, esto es, en los trabajos de otrosb, sino tenemos la esperanza de que conforme la fe de ustedes crezca, nosotros seremos, dentro de1 nuestra esfera, engrandecidos aún más por ustedesc,

16 para predicar el evangelioa aun a las regiones que están más allá de ustedesb, y para no gloriarnos en lo que ya se ha hecho1 en la esfera de otroc.

17 Pero el que se gloría, que se glorie en el Señora.

18 Porque no es aprobado el que se alaba a sí mismoa, sino aquel a quien el Señor alabab.

Pablo defiende su apostolado

11 Ojalá que me soportaran un poco de insensateza, y en verdad me soportan1.

2 Porque celoso estoy de ustedes con celo de Dios; pues los desposé a un esposo para presentarlosa como virgen pura a Cristob.

3 Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Evaa, las mentes de ustedes sean desviadas1 de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo.

4 Porque si alguien viene y predica a otro Jesúsa, a quien no hemos predicado, o reciben un espíritu diferenteb, que no han recibido, o aceptan un evangelio distintoc, que no han aceptado, biend lo tolerane.

5 Pues yo no me considero inferior en nada a los más eminentes apóstoles1a.

6 Pero aunque yo sea torpe en el hablara, no lo soy en el conocimientob; de hecho, por todos los medios se lo hemos demostrado en todas las cosasc.

7 ¿O cometí un pecado al humillarme a mí mismo para que ustedes fueran exaltados, porque les prediqué1 el evangelio de Diosa gratuitamenteb?

8 A otras iglesias despojé1, tomando salario de ellasa para servirles a ustedes.

9 Cuando estaba con ustedes y tuve necesidad, a nadie fui carga; porque cuando los hermanos llegaron de Macedoniaa, suplieron plenamente mi necesidad, y en todo me guardé, y me guardaré, de serles cargab.

10 Como la verdad de Cristo está en mía, este gloriarme no se me impediráb en las regiones de Acayac.

11 ¿Por qué? ¿Porque no los amoa? ¡Dios lo sabeb!

12 Pero lo que hago continuaré haciéndolo, a fin de privar de1 oportunidad a aquellos que desean una oportunidad de ser considerados2 iguales a nosotros en aquello en que se gloríana.

13 Porque los tales son falsos apóstolesa, obreros fraudulentosb, que se disfrazan como apóstoles de Cristo1.

14 Y no es de extrañar, pues aun Satanása se disfraza como ángel de luzb.

15 Por tanto, no es de sorprender que sus servidores1 también se disfracen como servidores1 de justicia, cuyo fin será conforme a sus obrasa.

Credenciales de un apóstol verdadero

16 Otra vez digo, que nadie me tenga por insensato. Pero si ustedes lo hacen, recíbanme aunque sea como insensatoa, para que yo también me gloríe un poco.

17 Lo que digo, no lo digo como lo diría el Señor1a, sino como en insensatezb, en esta confianza de gloriarme.

18 Pues ya que muchos se glorían según la carnea, yo también me gloriaré.

19 Porque ustedes, siendo tan sabiosa, con gusto toleran a los insensatos.

20 Pues toleran si alguien los esclavizaa, si alguien los devorab, si alguien se aprovecha de ustedesc, si alguien se exalta a sí mismod, si alguien los golpea en el rostroe.

21 Para vergüenzaa mía digo que en comparación nosotros hemos sido débiles. Pero en cualquier otra cosa que alguien más sea osadob (hablo con insensatezc), yo soy igualmente osadod.

22 ¿Son ellos hebreosa? Yo tambiénb. ¿Son israelitas? Yo tambiénc. ¿Son descendientes1 de Abrahamd? Yo tambiéne.

23 ¿Son servidores de Cristoa? (Hablo como si hubiera perdido el juicio). Yo más. En muchos más1 trabajosb, en muchas más1 cárcelesc, en azotes un sinnúmero de veces2d, con frecuencia en peligros de muertee.

24 Cinco veces he recibido de los judíos treinta y nueve1 azotesa.

25 Tres veces he sido golpeado con varasa, una vez fui apedreadob, tres veces naufragué, y he pasado una noche y un día en lo profundo.

26 Con frecuencia en viajes, en peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de mis compatriotasa, peligros de los gentilesb, peligros en la ciudadc, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanosd;

27 en trabajos y fatigas, en muchas noches de desvelo1a, en hambre y sedb, con frecuencia sin comidac, en frío y desnudezd.

28 Además de tales cosas externas1, está sobre mí la presión cotidiana de la preocupación por todas las iglesiasa.

29 ¿Quién es débil sin que yo sea débila? ¿A quién se le hace pecar sin que yo no me preocupe intensamente1?

30 Si tengo que gloriarme, me gloriaré en cuanto a mi debilidada.

31 El Dios y Padre del Señor Jesús, el cual es bendito para siemprea, sabe que no mientob.

32 En Damascoa, el gobernador bajo el rey Aretas, vigilaba la ciudad de los damascenos con el fin de prendermeb.

33 Pero me bajaron en un cesto por una ventana en1 la murallaa, y así escapé de sus manos.

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