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Marcos 2–3

Capitulo 2

Curación de un paralítico

Habiendo entrado de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa.

2 Y se reunieron muchosa, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y Él les exponía1 la palabra.

aEntonces vinieron* a traerle un paralíticob llevado entre cuatro.

4 Y como no pudieron acercarse1 a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camillaa en que yacía el paralíticob.

5 Viendo Jesús la fe de ellos, dijo* al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonadosa.

6 Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones:

7 ¿Por qué habla este así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino solo Dios1a?

8 Y al instante Jesús, conociendo en1 su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo*: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?

¿Qué es más fácil, decir al paralíticoa: «Tus pecados te son perdonados», o decirle: «Levántate, toma tu camilla y anda»?

10 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo* al paralítico):

11 A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

12 Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Diosa, diciendo: Jamás hemos visto cosa semejanteb.

Llamamiento de Leví y la cena en su casa

13 Y Él salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la multitud venía a Éla, y les enseñaba.

14 aY al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo*: Síguemeb. Y levantándose, le siguióc.

15 Y sucedió1 que estando Jesús2 sentado3 a la mesa en casa de él, muchos recaudadores de impuestos4 y pecadores estaban comiendo5 con Jesús y sus discípulos; porque había muchos de ellos que le seguían.

16 Al ver los escribas de los fariseosa que Él comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a sus discípulos: ¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadoresb?

17 Al oír esto, Jesús les dijo*: Los que están sanos1 no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadoresa.

Pregunta sobre el ayuno

18 aLos discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron* y le dijeron*: ¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no ayunan?

19 Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio1 mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar.

20 Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel díaa.

21 Nadie pone un remiendo1 de tela nueva2 en un vestido viejo, porque entonces el remiendo3 al encogerse tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce una rotura peor.

22 Y nadie echa vino nuevo en odres1 viejos, porque entonces2 el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres1; sino que se echa vino nuevo en odres1 nuevos.

Jesús, Señor del día de reposo

23 aY aconteció que un día de reposo Jesús1 pasaba por los sembrados, y sus discípulos, mientras se abrían paso, comenzaron a arrancar espigasb.

24 Entonces los fariseos le decían: Mira, ¿por qué hacen lo que no es lícito en el día de reposoa?

25 Y Él les dijo*: ¿Nunca habéis leído lo que David hizo cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y sus compañeros,

26 cómo entró en la casa de Dios en tiempos de Abiatar, el sumo sacerdotea, y comió los panes consagrados1 que no es lícito a nadie comerb, sino a los sacerdotes, y dio también a los que estaban con élc?

27 Y Él les decía: El día de reposo se hizo1 para el2 hombrea, y no el hombre para el2 día de reposob.

28 Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.

Capitulo 3

Jesús sana al hombre de la mano seca

aOtra vez entró Jesús en una sinagogab; y había allí un hombre que tenía una mano seca.

2 Y le observabana para ver si le sanaba en el día de reposo, para poder acusarleb.

3 Y dijo* al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte aquí en medio.

4 Entonces les dijo*: ¿Es lícito en el día de reposo hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar? Pero ellos guardaban silencio.

5 Y mirándolos en torno con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo* al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y su mano quedó sana1a.

6 Pero cuando los fariseos salieron, enseguida comenzaron a tramar1 con los herodianosa en contra de Jesús2, para ver cómo podrían destruirle.

Las multitudes siguen a Jesús

7 aJesús se retiró al mar con sus discípulos; y una gran multitud de Galilea le siguió; y también de Judeab,

8 de Jerusalén, de Idumeaa, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y Sidónb; una gran multitud, que al oír todo lo que Jesús hacía, vino a Él.

9 Y dijo a sus discípulos que le tuvieran lista una barca por causa de la multituda, para que no le oprimieran;

10 porque había sanado a muchosa, de manera que todos los que tenían afliccionesb se le echaban encima para tocarlec.

11 Y siempre que los espíritus inmundos le veían, caían delante de Él y gritaban, diciendo: Tú eres el Hijo de Diosa.

12 Y les advertía con insistencia que no revelaran su identidad1a.

Designación de los doce apóstoles

13 Y subió* al montea, llamób* a los que Él quiso, y ellos vinieron a Él.

14 Y designó a doce1, para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar,

15 y para que tuvieran autoridad de expulsar demonios.

16 Designó a los doce: aSimón (a quien puso por nombre Pedro),

17 Jacobo1, hijo de Zebedeo, y Juan hermano de Jacobo1 (a quienes puso por nombre Boanerges, que significa, hijos del trueno);

18 Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo1, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananita2;

19 y Judas Iscariote, el que también le entregó.

Jesús y Beelzebú

20 Jesús llegó* a una casaa, y la multitud se juntó* de nuevob, a tal punto que ellos ni siquiera podían comer1c.

21 Cuando sus parientesa oyeron esto, fueron para hacerse cargo de Él, porque decían: Está fuera de síb.

22 Y los escribas que habían descendido de Jerusaléna decían: Tiene a Beelzebúb; y: Expulsa los demonios por el príncipe de los demoniosc.

23 aY llamándolos junto a sí, les hablaba en parábolasb: ¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanásc?

24 Y si un reino está dividido contra mismo, ese reino no puede perdurar.

25 Y si una casa está dividida contra misma, esa casa no podrá permanecer.

26 Y si Satanása se ha levantado contra mismo y está dividido, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin1.

27 Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes si primero no lo ata1; entonces podrá saquear su casaa.

28 En verdad os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombresa, y las blasfemias con que blasfemen,

29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene jamás perdóna, sino que es culpable de pecado eterno.

30 Porque decían: Tiene un espíritu inmundo.

La madre y los hermanos de Jesús

31 aEntonces llegaron* su madre y sus hermanos, y quedándose afuera, le mandaron llamar.

32 Y había una multitud sentada alrededor de Él, y le dijeron*: He aquí, tu madre y tus hermanos1 están afuera y te buscan.

33 Respondiéndoles Él, dijo*: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?

34 Y mirando en torno a los que estaban sentados en círculo, a su alrededor, dijo*: He aquí mi madre y mis hermanosa.

35 Porque cualquiera que hace la voluntad de Diosa, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre.

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