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Apocalipsis 1–9

Capitulo 1

La revelación de Jesucristo

La revelación1 de Jesucristo, que Diosa le dio, para mostrar a sus siervosb las cosas que deben suceder prontoc; y la dio a conocer2, enviándola por medio de su ángeld a su siervo Juane,

2 el cual dio testimonio de la palabra de Diosa, y del testimonio de Jesucristob, y de todo lo que vio.

3 Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecíaa y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cercab.

Saludo a las siete iglesias

4 Juana, a las siete iglesiasb que están en Asiac: Gracia a vosotros y pazd, de aquele que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están delante de su tronof,

5 y de Jesucristo, el testigo fiela, el primogénito de los muertosb y el soberano de los reyes de la tierrac. Al que nos amad y nos libertó1 de nuestros pecados con2 su sangre,

6 e hizo de nosotros un reinoa y sacerdotesa para su Dios y Padre1b, a Él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglosc. Amén.

He aquí, viene con las nubesa y todo ojo le veráb, aun los que le traspasaron; y todas las tribus1 de la tierra harán lamentación por Élc; sí. Amén.

8 Yo soy el Alfa y la Omega1a—dice el Señor Diosbel que es y que era y que ha de venir, el Todopoderosoc.

Visión de Cristo

9 Yo, Juana, vuestro hermanob y compañeroc en la tribulación, en el reinod y en la perseveranciae en Jesús, me encontraba en la isla llamada Patmos, a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesúsf.

10 Estaba yo en el Espíritu1a en el día del Señorb, y oí detrás de mí una gran voz, como sonido de trompetac,

11 que decía1: Escribe en un libro2a lo que ves, y envíalo a las siete iglesiasb: a Efesoc, Esmirnad, Pérgamoe, Tiatiraf, Sardisg, Filadelfiah y Laodiceai.

12 Y me volví para ver de quién era la voz que hablaba conmigo. Y al volverme, vi siete candeleros de oroa;

13 y en medio de los candelerosa, vi a uno semejante al Hijo del Hombre1b, vestido con una túnica que le llegaba hasta los piesc y ceñido por el pecho con un cinto de orod.

14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lanaa, como nieve; sus ojos eran como llama de fuegob;

15 sus pies semejantes al bronce bruñidoa cuando se le ha hecho refulgir en el horno, y su voz como el ruido de muchas aguasb.

16 En su mano derecha tenía siete estrellasa, y de su boca salía una aguda espada de dos filosb; su rostroc era como el sol cuando brilla con toda su fuerzad.

17 Cuando lo vi, caí como muerto a sus piesa. Y Él puso su mano derecha sobre míb, diciendo: No temasc, yo soy el primero y el últimod,

18 y el que vivea, y estuve muertob; y he aquí, estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades1c.

19 Escribe, puesa, las cosas que has visto, y las que sonb, y las que han de suceder después de estasc.

20 En cuanto al misterioa de las siete estrellasb que viste en mi mano derecha y de los siete candeleros de oroc: las siete estrellasb son los ángeles1 de las siete iglesiasd, y los siete candelerose son las siete iglesias.

Capitulo 2

Mensaje a la iglesia de Efeso

Escribe al ángel de la iglesia en Efesoa:

«El que tiene las siete estrellasb en su mano derecha, el que anda entre1 los siete candelerosc de oro, dice esto:

Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseveranciaa, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a pruebab a los que se dicen ser apóstolesc y no lo son, y los has hallado mentirosos1.

Tienes perseverancia, y has sufrido por mi nombrea y no has desmayado.

Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amora.

Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntetea, y haz las obras que hiciste al principio1b; si no, vendré2 a ti y quitaré tu candelero de su lugarc, si no te arrepientes.

Sin embargo tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítasa, las cuales yo también aborrezco.

El que tiene oídoa, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor1b le daré a comer del árbol de la vidac, que está en el paraíso de Diosd”».

Mensaje a la iglesia de Esmirna

8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirnaa:

«El primero y el últimob, el que estuvo muerto y ha vuelto a la vidac, dice esto:

Yo conozco1 tu tribulacióna y tu pobrezab (pero eres ricob), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos y no lo sonc, sino que son sinagoga de Satanásd.

10 No temas lo que estás por sufrir. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probadosa, y tendréis tribulación por diez díasb. fiel hasta la muertec, y yo te daré la corona de la vidad.

11 El que tiene oídoa, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor1b no sufrirá daño de la muerte segundac”».

Mensaje a la iglesia de Pérgamo

12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamoa:

«El que tiene la espada aguda de dos filosb, dice esto:

13 Yo 1 dónde moras, donde está el trono de Satanása. Guardas fielmente mi nombre y no has negado mi feb, aun en los días de Antipas, mi testigoc, mi siervo field, que fue muerto entre vosotros, donde mora Satanáse.

14 Pero tengo unas pocas cosas contra tia, porque tienes ahí a los que mantienen la doctrina de Balaamb, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer actos de inmoralidadc.

15 Así también tienes algunos que de la misma manera mantienen la doctrina de los nicolaítasa.

16 Por tanto, arrepiéntetea; si no, vendré1 a ti prontob y pelearé contra ellos con la espada de mi bocac.

17 El que tiene oídoa, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor1a le daré del maná escondidob y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecitac un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibed”».

Mensaje a la iglesia de Tiatira

18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatiraa:

«El Hijo de Diosb, que tiene ojos1 como llama de fuegoc, y cuyos pies son semejantes al bronce bruñido, dice esto:

19 Yo conozco tus obrasa, tu amor, tu fe, tu servicio y tu perseveranciaa, y que tus obras recientes1 son mayores que las primeras.

20 Pero tengo esto contra tia: que toleras a esa1 mujer Jezabelb, que se dice ser profetisa, y enseña y seduce a mis siervos a que cometan actos inmorales y coman cosas sacrificadas a los ídolosc.

21 Le he dado tiempo para arrepentirsea, y no quiere arrepentirse de su inmoralidadb.

22 Mira, la postraré1 en cama, y a los que cometen adulterio con ellaa los arrojaré en gran tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella2.

23 Y a sus hijos mataré con pestilencia1, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña las mentes2a y los corazones, y os daré a cada uno según vuestras obrasb.

24 Pero a vosotros, a los demás que están en Tiatiraa, a cuantos no tienen esta doctrina, que no han conocido las cosas profundas de Satanásb, como ellos las llaman, os digo: No os impongo otra cargac.

25 No obstante, lo que tenéisa, retenedlo hasta que yo vengab.

26 Y al vencedor1a, al que guarda mis obras hasta el finb, le daré autoridad sobre las naciones2c;

27 y las regirá1 con vara de hierroa, como los vasos del alfarero son hechos pedazosb, 2como yo también he recibido autoridad de mi Padre;

28 y le daré el lucero de la mañanaa.

29 El que tiene oídoa, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”».

Capitulo 3

Mensaje a la iglesia de Sardis

Y escribe al ángel de la iglesia en Sardisa:

«El que tiene los siete Espíritus de Diosb y las siete estrellasc, dice esto: “Yo conozco tus obrasd, que tienes nombre de que vives, pero estás muertoe.

Ponte en vela y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir, porque no he hallado completas tus obras delante de mi Dios.

Acuérdatea, pues, de lo que1 has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntetea. Por tanto, si no velas, vendréb como ladrónc, y no sabrás a qué hora vendré sobre tid.

Pero tienes unos pocos1a en Sardisb que no han manchado sus vestidurasc, y andarán conmigo vestidos de blancod, porque son dignos.

Así el vencedor1a será revestido de2 vestidurasb blancas y no borraré su nombre del libro de la vidac, y reconoceré su nombre delante de mi Padred y delante de sus ángeles.

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesiasa”».

Mensaje a la iglesia de Filadelfia

7 Y escribe al ángel de la iglesia en Filadelfiaa:

«El Santob, el Verdaderoc, el que tiene la llave de Davidd, el que abre y nadie cierra1, y cierra y nadie abre, dice esto:

Yo conozco tus obrasa. Mira, he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrarb, porque tienes un poco de poder, has guardado mi palabra y no has negado mi nombrec.

He aquí, yo entregaré1 a aquellos de la sinagoga de Satanása que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a2 tus piesb, y sepan que yo te he amadoc.

10 Porque has guardado la palabraa de mi perseveranciab, yo también te guardaréc de la hora de la prueba1d, esa hora que está por venir sobre todo el mundo2e para probar3 a los que habitan sobre la tierraf.

11 Vengo prontoa; retén firme lo que tienesb, para que nadie tome tu coronac.

12 Al vencedor1a le haré una columna en el templo de mi Diosb, y nunca más saldrá de allí2; escribiré sobre él el nombre de mi Diosc, y el nombre de la ciudad de mi Diosd, la nueva Jerusaléne, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevof.

13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesiasa”».

Mensaje a la iglesia de Laodicea

14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodiceaa:

«El Aménb, el Testigo fiel y verdaderoc, el Principio1 de la creación de Diosd, dice esto:

15 Yo conozco tus obrasa, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o calienteb!

16 Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

17 Porque dices:Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad’; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudoa,

18 te aconsejo que de compresa oro refinado por fuegob para que te hagas rico, y vestiduras

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