Lucas 23:20–31
20 Pilato, queriendo soltar a Jesús, les volvió a hablar,
21 pero ellos continuaban gritando, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!
22 Y él les dijo por tercera vez: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho este? No he hallado en Él ningún delito digno de muerte; por tanto, le castigaré y le soltaréa.
23 Pero ellos insistían, pidiendo a grandes voces que fuera crucificado. Y sus voces comenzaron a predominar.
24 Entonces Pilato decidió1 que se les concediera su demanda.
25 Y soltó al que ellos pedían, al que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, pero a Jesús lo entregó a la voluntad de ellos.
¶26 aCuando le llevaban, tomaron a un cierto Simón de Cirene que venía del campo y le pusieron la cruz encima para que la llevara detrás de Jesúsb.
¶27 Y le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres que lloraban1 y se lamentabana por Él.
28 Pero Jesús, volviéndose a ellas, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos.
29 Porque he aquí, vienen días en que dirán: «Dichosas1 las estériles, y los vientres que nunca concibieron, y los senos que nunca criarona».
30 Entonces comenzarán a decir a los montes: «Caed sobre nosotros»; y a los collados: «Cubridnosa».
31 Porque si en el árbol verde hacen esto, ¿qué sucederá en el seco?